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Con puntualidad inglesa y cumpliendo con el nuevo horario establecido por Renfe -en funcionamiento desde este pasado sábado- arrancaba este miércoles uno de los más de cincuenta viajes diarios que conectan Santander con Torrelavega. Pocos minutos antes de las diez de la mañana en ... el primer vagón del convoy apenas había luz, pero a nadie parecía sorprenderle la penumbra en la que se encontraba. «Al menos no son goteras», apuntaba uno de los viajeros presentes.
Aunque el tren no va muy lleno a esas horas siempre hay usuarios que realizan el trayecto todos los días por motivos laborales o académicos. Es el caso de Gema Gutiérrez que trabaja en la capital del Besaya y no se había enterado de las modificaciones de los horarios. «Noté el cambio porque yo esperaba la salida a una hora y perdí el que cojo habitualmente», destacó. «En teoría con estos cambios se ajustan los horarios a la realidad, antes tardaban 38 minutos y ahora sube hasta los 40», concretaba. Asimismo, valoraba que esta racha con los trenes no era de las malas: «Recuerdo otras bastantes peores». Y es que los viajeros habituales han sufrido numerosas incidencias en los últimos años. «He tenido que andar por la vía con la ayuda de una linterna y una persona delante y otra detrás, porque nos había dejado tirados el tren en mitad de dos estaciones, me han llevado un taxi a mi casa porque el tren se había parado y no había forma de arrancar», recordaba entre otros un par de ejemplos de incidencias.
Y es que si uno atraviesa por alguno de los pasillos de las máquinas que circulan por la línea C-2 tiene la sensación de haber retrocedido bastantes años en el tiempo, en gran medida por el estado que presentan elementos como los asientos con tapices desgastados y manchas oscuras. «Un tren es cómodo, limpio y rápido, pero claro uno que sea decente. Un tren que sea para gente, porque nos llevan como si fuéramos vacas», lamentaba Mercedes García, usuaria desde Torrelavega. «Hace unos meses que he tenido que dejar de usar el tren por las mañanas, llegaba muchísimas veces tarde al trabajo. Ahora me tengo que pagar de mi bolsillo el autobús -en referencia a la gratuidad con la que cuentan Cantabria y Asturias en el transporte de Cercanías- y hago el viaje de regreso en el tren porque ya no cuento con el miedo de llegar tarde y si sucede alguna incidencia que sea en el regreso a casa», añadió.
Gema Gutiérrez
Viajera de la línea C-2
Mercedes García
Viajera de la línea C-2
Una viajera acostumbrada a vivir también muchas problemas a bordo. «Se han roto mil veces, nos han pasado de un tren a otro por una pasarela metálica. Nos han bajado por la máquina del tren a la vía, hemos tenido que ir andando por la vía hasta la estación de Bezana para que allí nos cargara otro tren que venía con gente. Es un auténtico abandono lo que hay en el servicio público de trenes en Cantabria», aseguraba. «Espero que cuando terminen las inversiones en los trenes de Cercanías se pueda coger con totales garantías, porque el tren es un transporte limpio».
Como un reloj suizo, el tren completaba el trayecto de ida en el tiempo fijado hasta la estación de Torrelavega. Por el camino también dio tiempo a observar el deterioro y dejadez que muestran algunas de las estaciones vandalizadas por grafitis.
El único inconveniente de la jornada llegaba en el momento de emprender el camino de vuelta. La empresa ferroviaria anunciaba un horario de paso del tren por la estación que no se correspondía con el que marcaban las pantallas. Un hecho que pilló por sorpresa a algunos viajeros que tuvieron que llegar a la carrera al andén. «Vaya carrera me acabo de pegar. ¿No pasa ya?», preguntaba, con cierta fatiga, Araceli a su amiga Mercedes. «He comprobado los horarios antes de salir de casa y me marcaba a las 10.35 horas, al llegar a la estación he visto que finalmente pasaba unos minutos más tarde. Es la primera vez que lo cojo esta semana después del cambio en los horarios», narraba. Ante la situación del estado de las máquinas aseguraban que «se averían cada dos por tres». Sin ir más lejos, ambas mujeres recordaban que el jueves de la semana pasada se encontraban en dicha estación para coger el tren a las nueve de la mañana y tuvieron que esperar casi media hora a que llegase. «Las averías son seguidas, estos trenes ya no tienen motor para llegar a tanta gente, son muy viejos», comentaban.
Después de que Renfe diese marcha atrás este pasado viernes y modificase algunos de los trayectos que se quedaban sin parada en hora punta. Algunos ayuntamientos como Polanco también han solicitado que el apeadero de Mar tenga parada. Su alcaldesa, Rosa Díaz, aseguraba ayer que se encuentran a la espera de respuesta tras enviarle a la empresa ferroviaria un estudio en el que se detallaba el número de usuarios afectados por dicho motivo.
«Van a estudiarlo y nos han pedido que les demos un poco de tiempo para darnos una respuesta. Porque si empieza a parar en todas las estaciones, quizá se aumente demasiado el tiempo en hacer el recorrido de la línea», confesaba la regidora.
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