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Pasadas las diez Sara Boetsch salía de la oficina de Alfonso XIII con los papeles en la mano. «Tengo justo una boda en Valencia ese día y llevo también los de mi padre, que se va a Estados Unidos». Casi seguido, en la puerta, Alejandro ... Álvaro. Lo mismo. «Estoy de viaje esos días y a mí me gusta ir a votar. Es la primera vez que lo voy a hacer así». Luego, al poco, Alfredo González. «Como es verano, lo hago por si acaso. Son fechas malas y, aunque no tengo nada planificado ahora mismo, por si acaso. Y he pedido los papeles también para mi mujer». Así, toda la mañana. Uno detrás de otro. Un goteo permanente de solicitantes de voto por correo para ejercer su derecho por anticipado en las Generales. Dentro, en los corrillos de la oficina, entre solicitudes, papeles y respuestas a las preguntas de los usuarios, se comenta que están gestionando más de cien al día. El movimiento es evidente. La oficina de Correos es un ir y venir mayor del habitual desde que Pedro Sánchez puso la fecha de los comicios sobre la mesa: 23 de julio. Pleno verano y, en Santander, durante la Semana Grande.
Cita previa, Enviar, Recoger, Vendedores ONCE... A las opciones de la pantalla que hay que pulsar para coger el papelito con el turno de la ventanilla de atención al público se ha unido otra. Voto por correo. Está muy solicitada estos días y en la oficina no falta el ambiente. Les dan los papeles de la solicitud en la ventanilla (no se olvide el DNI) y los rellenan repartidos por los mostradores de la sala. Luego los entregan y hasta la próxima (tendrán que hacer una segunda visita ya para concretar el voto). Unos completan el trámite y otros se llevan los papeles para que los rellenen sus familiares. «Es un no parar», se escucha en alguna de las ventanillas de la sala.
«La Oficina del Censo Electoral enviará la documentación para el voto por correo a la dirección indicada en la solicitud entre el 3 y el 16 de julio», indica la página de Correos, que recuerda en ese espacio que se puede «presentar vía web la solicitud sin necesidad de acudir presencialmente a una oficina».
La boda a la que acudirá Sara está planeada desde hace más de un año. «Cuando escuché lo del 23 de julio pensé: 'no puede ser, parece a propósito...'. Y ahora nos toca rezar para que no nos toque mesa electoral». Una boda. ¿Más motivos? No es difícil imaginarlos. Aunque hay un poco de todo. La joven Elsa Peña cuenta que se van «de vacaciones» y les «pilla fuera». «Así que, como no queríamos dejar de votar, hemos decidido hacerlo por correo». Sale del brazo de su abuela, Emilia López. Compartirán vacaciones y han compartido trámites. «Ha sido muy fácil y, encima, he tenido secretaria. O sea, que muy bien. He venido acompañada», bromea la abuela.
«Vengo con mi abuela. Nos coge de vacaciones y vamos a estar fuera. No queríamos dejar de votar y hemos optado por esto»
«Ya he presentado mi solicitudy llevo los papeles a mis hijas. No vamos a estar y no hay otra forma»
«No estoy segura de si voy a estar y casi siempre voto por correo. Por asegurarme, y más en estas fechas»
«Estaré de vacaciones, fuera. Y me parece que votar es una obligación ciudadana y hay que hacerlo»
«Me coincide que estoy esos días de vacaciones, unos días fuera, y no me queda otro remedio. Me parece que votar es una obligación ciudadana y hay que hacerlo siempre. Es lo que yo creo», explica Federico Cameno, otro que acaba de completar el primer paso. «Me ha resultado sencillo, sí, aunque no sé si para todas las personas resultará igual». En algo más de una hora en la oficina, aunque no se formen colas, no dejan en ningún momento de atender a solicitantes. A ellos y a los clientes que van, claro, a recoger o enviar cartas o paquetes –o a lo que sea: «Yo vengo a pagar una multa», comenta una mujer que ha tenido peor suerte–.
«Ya he presentado el mío y llevo los papeles también a mis hijas. No vamos a estar donde votamos y no hay otra forma. Todos en casa vamos a votar por correo», apunta José Vicente Maldonado. Otro más durante la mañana. Él ya está de vacaciones y sus hijas se marcharán a Alicante en esas fechas.
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Con un motivo concreto o por pura previsión. Beli Bolado sale sonriente del edificio y se despide de una amiga. No está segura de que un domingo a finales de julio y en plena Semana Grande de Santander le pille en casa. Prefiere no arriesgarse porque no quiere quedarse sin votar. «No estoy segura de si voy a estar y casi siempre voto por correo. Por asegurarme, y más en estas fechas, que no entiendo por qué se hace en estas fechas» (no es la única que lo dice).
Y luego está Josefina López. Ella, más allá de viajes, imprevistos o agenda ya completa, elige votar por correo porque lo prefiere. Porque le gusta más. «Sí, me interesa. No quiero ir a votar ese día, prefiero hacerlo por correo. La última vez, también, y espero que mi voto llegue y sirva. Creo que es cómodo, más allá de que estés o no en Santander. No cuesta nada y es mejor que ese mismo día, que cae en domingo, festivo, y no me apetece».
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