![Una mañana de reparto con Yolanda](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/12/04/yolanda-k0DI-U230201825381QWF-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
![Una mañana de reparto con Yolanda](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/12/04/yolanda-k0DI-U230201825381QWF-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Pasado el viernes negro y con la Navidad a la vuelta de la esquina, muchos profesionales afrontan durante estas fechas las semanas más duras e importantes de trabajo. La carga aumenta, los clientes apuran hasta última hora y las previsiones nunca son lo suficiente. Un sector que tiene especial peso en este tramo final del año es el de la mensajería y paquetería. Diciembre es el último arreón de los doce meses y en estos 31 días los trabajadores viven jornadas frenéticas en las que no paran de hacer kilómetros para dejar la mercancía en su destino. Muchos son regalos, pedidos personales, intercambios y devoluciones y cualquier otro tipo de material que debe ser entregado antes de las típicas fechas navideñas tan señaladas.
El Diario Montañés acompaña a una trabajadora y recorre junto a ella, y su furgoneta, una ruta de reparto por la zona oriental de Cantabria para vivir cómo es su día a día con la presión de contar con esta actividad tan intensa. Son las nueve de la mañana y Yolanda Fernández, junto al resto de compañeros, ya está en la sede de GLS en Colindres.
El trabajo en cadena es esencial. Yolanda, junto al resto de compañeros, ordena y clasifica los paquetes que han llegado a la sede de Colindres para posteriormente depositarlos en su respectivo sitio. En las paredes, hay carteles de los nombres de las localidades a las que llega esta empresa y ahí se deposita la respectiva mercancía. «Abarcamos más de una veintena de municipios de la zona oriental», explica.
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El primer paso es preparar el pedido y ordenar uno a uno todos los paquetes que han llegado en un camión. Con un lector de mano y un pitidito por cada paquete clasificado, Yolanda y el resto de la plantilla registran toda la mercancía.
El siguiente eslabón de esta cadena es colocar el pedido en cada localidad de destino. Por ello, en las paredes de esta nave hay un cartel con el nombre de cada pueblo en el que reparten, conformando así más de una veintena de municipios de esta comarca.
La nave se va llenando. Tras ordenar y clasificar uno a uno todos los paquetes, se van colocando en su respectiva área para después meterla en los coches y furgonetas para comenzar el reparto. «Hoy tengo más de 60 pedidos a repartir, además de las recogidas», señala.
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Con todo ya ordenado, lo siguiente es colocar la mercancía en cada furgoneta o coche. En ese momento, cada profesional coge la mercancía que está asociada a su zona de reparto y lo va metiendo en el vehículo. Una vez cargada la furgoneta hasta arriba, Yolanda emprende su ruta con más de 60 paquetes a entregar y algunos puntos en los que tiene que ir a recogerlos.
La primera parada fue un bar en Treto, donde la recibió el camarero con una sonrisa y preguntándole cómo se encontraba. Según afirma Yolanda, «este es un trabajo muy familiar y me conocen en todas partes porque voy a zonas fijas», de ahí el buen trato con el hostelero. Tras ello, acude a otra casa donde no hay nadie, por lo que registra una incidencia en el pedido y emprende un nuevo rumbo.
Primera parada. Yolanda acude a un bar ubicado en Treto a dejar el primer pedido, donde le recibe un camarero del mismo con el que mantiene una relación cordial debido a que ella es su repartidora habitual. «Este trabajo es muy familiar y me conocen en todas partes porque voy a zonas fijas», dice.
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Ahora toca la zona de Treto de nuevo y toda la junta de Voto, tardando más de una hora en entregar toda la mercancía. «Tenemos una furgoneta pequeña porque llegamos a rincones y nos movemos mucho por barrios», señala Yolanda, quien subraya que «callejeamos mucho». Bajo el ritmo de la radio, fiel acompañante de esta profesional, continúa la carretera y llega a Santoña, donde tiene que hacer recogidas de paquetes, sobre todo de conserveras.
De ahí, avanza más en el mapa de la zona oriental y echa el freno en Castro Urdiales, donde también tiene que hacer recogidas. Tras todo este itinerario, y con una pausa para comer, Yolanda vuelve a la sede de Colindres para poner fin a su jornada. «Prefiero ni pensar en todos los kilómetros que he hecho», ironiza. Según cuenta, «se nota bastante» las fechas en las que estamos». «Viernes negro, Navidad…tenemos la base llena, mayoritariamente de regalos», comenta.
Kilómetros y kilómetros. Yolanda recorre con su furgoneta Treto y toda la junta de Voto, después acude a Santoña para hacer recogida de pedidos y posteriormente se acerca hasta Castro Urdiales. «Suelo estar hasta las seis o siete de la tarde repartiendo y prefiero ni pensar todos los kilómetros que hago en un día», comenta.
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«La semana más dura del año»
La gerente de la sede de GLS en Colindres, Noelia López, señala que el sector está en unas fechas en las que «el pedido ha aumentado un montón». «esta semana es la más dura del año porque la gente cuando realmente hace las compras es en el viernes negros y en el lunes cibernético». «El lunes recibimos más de 1.200 envíos y el martes superó los 900, cuando lo normal es entre 700 u 800 por día», apunta. Según explica la responsable de la nave, en la actualidad son once personas en plantilla, de las cuales cuatro están en oficina.
Continúa la ruta. En esta ocasión, Yolanda llega a un domicilio particular, donde toca al timbre y espera a entregar el pedido a su destinatario.
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Debido al 'boom' de estas fechas, han entrado a trabajar dos extras «para que ayuden en las zonas más complicadas e ir entregando los pedidos lo más rápido que podemos». «Se nota la época en la que estamos», continúa López, quien asegura que «esta semana es la más dura del año porque la gente cuando realmente hace las compras es en el viernes negros y en el lunes cibernético». «La semana más dura es esta y la actividad aumenta muy considerablemente», apostilla. Según afirma, hay bastantes factores que repercuten en la entrega y recogida de los pedidos.
El mal tiempo, el tráfico y la cantidad de clientes que aumentan sus compras y ventas son, entre otros motivos, los retos que afrontan diariamente. «También tenemos la presión que nos meten desde las plataformas para que toda la mercancía se enlace y pueda ser enviada al día siguiente», añade. «Siempre es un 'corre corre' y una cadena en la que se pretende que no haya ningún retraso», subraya López, explicando que no solo es enviar o recoger el producto, sino que hay que clasificar y ordenar uno a uno cada de ellos. Sobre el tipo de mercancía afirma que «hay de todo tipo». «Te puedes encontrar una caja de aguacates, un bolso de primera firma, pienso para perros, paquetes de joyería…de todo», ejemplifica la gerente.
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