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La pieza en concreto, una mandíbula de caballo, se puede contemplar desde hace tiempo en la exposición permanente del Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (Mupac). Lo que en apariencia era solo un resto óseo encontrado en un recodo de La Garma, resultado de ... un banquete de hace miles de años, ha terminado por alumbrar mucha más luz sobre la forma de vida de los primeros pobladores de Cantabria. «No se ha conocido su verdadero valor hasta que la investigadora encargada de su estudio finalizó el análisis», aclara Roberto Ontañón, director del Mupac. «Los trabajos han terminado dando una sorpresa. Una importante sorpresa», celebra.
El escrutinio minucioso de la pieza ha alumbrado una pequeña marca de un proyectil lítico incrustado, algo que ha terminado por arrojar luz sobre las técnicas de caza del Magdaleniense, una de las últimas culturas del Paleolítico superior en la Europa occidental hace 17.000 años. «Lo que se ha visto es que esta marca no puede haber sido realizada en una intervención post mortem del animal. Es algo que hemos comprobado porque también hacemos ciencia experimental y no hay manera de hacer esa marca si no es con un proyectil», señala la doctora Marián Cueto, investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona. Ella fue la encargada de observar con más detenimiento esta pieza, que ha terminado por poseer mucha más información de la esperada. «Tiene un proyectil incrustado; aunque pese a que hemos intentado radiografiarlo, es complicado de ver», explica. Se trata de una punta de sílex que muy probablemente formaba parte de una flecha.
«Para incrustar ese sílex en esa zona, tiene que haber penetrado con mucha fuerza, a mucha velocidad, porque se trata de una zona de la anatomía del caballo muy robusta y gruesa, extremadamente resistente», añade la experta. Pero la clave, además, está en el lugar en el que se ha encontrado. Está en la zona inferior de la mandíbula. «Digamos que donde se encuentra la lengua, con lo que tuvo que ser disparada desde abajo». Ahí reside la clave, porque es precisamente ese detalle el que puede ayudar a comprender cómo cazaba aquella gente.
«En aquel tiempo era habitual que varios individuos arrinconaran a un animal para abatirlo». Hay ejemplos en otros yacimientos europeos, aunque ningún otro en la península Ibérica, porque es raro encontrar restos óseos que puedan demostrar la presencia de proyectiles. «En este caso es muy probable que el caballo se levantara sobre las patas traseras en una posición rampante, para defenderse, y en ese momento fue cuando recibió este flechazo en la mandíbula procedente del arco de un cazador», aclara Cueto.
El descubrimiento alimenta la interpretación de los modos de caza que existían en aquel momento, cuando era habitual que un grupo de cazadores trabajase unido para asediar a una presa hasta conseguir abatirla. «Probablemente esta es una de las flechas que recibió y esta no fue precisamente mortal. Lo que pasa es que, lógicamente, las realmente dañinas afectarían a órganos vitales, en zonas blandas que no se han conservado», detalla la investigadora.
Por eso es tan importante que esta pieza se muestre en el Mupac. «Afortunadamente, las técnicas de investigación avanzan y nos permiten conocer mejor nuestro pasado», insiste Ontañón, que recuerda que cualquier visitante puede acudir al museo para ver la mandíbula en la sala denominada Ecología prehistórica, junto a esqueletos de faunas cuaternarias, en una vitrina de pared dedicada a la tafonomía (la parte de la paleontología que estudia la formación de los yacimientos de fósiles). «Se ha instalado una lupa para ver mejor el diminuto fragmento de sílex», detalla el director del Mupac.
Las nuevas técnicas de investigación están alumbrando nuevos secretos escondidos en algunas piezas. «Lo más sorprendente de esto es que estamos estudiando materiales que ya están expuestos pero que todavía tienen cosas que contar», asegura Cueto. «Llevo tiempo trabajando con el Mupac y en La Garma y es muy emocionante que pasen estas cosas», exclama. «De hecho, fue maravilloso cuando descubrimos este resto de sílex y pudimos comprobar que de verdad era algo importante que podía ayudarnos a entender cómo era la forma de vida de aquellos pobladores».
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