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BORJA CAVIA
Santander.
Domingo, 12 de noviembre 2023, 01:00
El tramo final del siglo XV en España fue tan convulso como apasionante. Tuvo guerras, conquistas, el inicio de un imperio y en 1497 en Laredo, además, una discusión vecinal por un tema a priori banal: el recorrido que debían seguir los toros. Las ... rivalidades entre linajes hicieron que todos intentasen que las reses, durante su lidia en los días festivos, pasasen por la puerta de sus casas y no se lidiasen en la plaza antigua, como era costumbre. Este conflicto, reflejado en un texto resguardado en el Archivo Nacional de Simancas y recogido en su tesis doctoral por Rosa María de Toro Miranda, es el primer testimonio escrito sobre festejos taurinos en Cantabria, una tradición que el paso de los años y las centurias extendió por toda la región y que hizo que más de medio centenar de municipios hayan acogido algún tipo de espectáculo sólo durante los siglos XX y XXI.
De Castro Urdiales a Unquera, pasando por Somo, Maliaño, Selaya, Torrelavega, Reinosa o Potes, el mapa taurino cántabro, que vivió momentos de crisis hace pocos años, se ha reactivado en el último lustro y vive un momento de consolidación que desde el Gobierno de Cantabria han querido impulsar con una partida de 50.000 euros destinada a organizar festejos en localidades en riesgo de despoblación. Una de las que puede acogerse al plan es Rasines, que cuenta con la plaza de toros más antigua de la región (el Coso de los Mártires data de 1758), que todos los agostos organiza festejos y cuyo alcalde, Sergio Castro, reconoce que hacerlo supone «mantener viva una tradición que en la zona tiene mucho arraigo y con festejos que tienen buena afluencia de espectadores». Unos eventos que, pese a encontrarse en temporada alta de desplazamientos y de planes, atraen numerosos visitantes al pueblo. «Vienen unos 600 espectadores por festejo, tanto de zonas limítrofes como de fuera, lo que supone un importante dinamismo en el sector hostelero de la comarca».
Corridas, novilladas, clases prácticas, festejos de recortadores, encierros, sueltas de vacas... el espectro de espectáculos que se da en la región es amplio. Junto a Santander, Santoña y Rasines, el otro municipio que mantiene en su programación desde hace décadas los festejos mayores es Ampuero, que, junto a la capital, es la localidad que más atención genera con sus encerronas. «Los toros son el epicentro de las fiestas, es un empujón para que muchos sectores puedan afrontar el resto del año. Es una base económica importantísima. Habrá gente a la que no le gusten los festejos taurinos, pero yo creo que las fiestas no tendrían sentido sin ellos, sería una ruina para el pueblo», asegura su alcaldesa, Amaya Fernández.
En los últimos años, el impulso de varias empresas ha llevado también a zonas rurales el mundo de la tauromaquia. Tudanca, Polaciones, Requejo, Treceño o Rozadío se han llenado de aficionados en festejos que han llevado a sus localidades a figuras del toreo como Leonardo Hernández, El Fandi o Cayetano, que toreó el pasado año un festival en Pesaguero. Su alcalde, Enrique Sabaris, afirma con rotundidad que los toros «han puesto al pueblo en el mapa, los vecinos están encantados. Tenemos mucha naturaleza y mucha despoblación, pero ahora toda España conoce la localidad gracias a los festejos que se han hecho». A nivel económico o social, el regidor tiene claro que el evento «no sólo repercute en el municipio, sino en toda la comarca, sobre todo en Potes».
Además de festejos en plaza, Cantabria mantiene festejos populares en las calles en Pie de Concha y Molledo (que también acogió una novillada retransmitida por televisión hace dos años), que organizan encierros y suelta de vaquillas. Como destaca Ramón Basurto, concejal de festejos del primero, «el encierro es el acto central de las celebraciones del último fin de semana de agosto», aunque añade que «aparte de ese día al pueblo no le supone más, porque al día siguiente ya acaban las fiestas y vuelve la normalidad».
También contó con festejos hasta hace poco Revilla de Camargo, donde las dificultades de echar las vacas a la calle llevaron los espectáculos a una plaza portátil que, finalmente, en 2022, se dejó de instalar. También han realizado espectáculos en los últimos años Guriezo, Reinosa, Tanos o Selaya, zonas con más o menos tradición en la que los cosos provisionales tuvieron éxito.
En otros municipios, sus regidores tienen claro que la población no permitiría la desaparición de los toros. «En Rasines ya hubo un alcalde que tomó esa decisión y no sentó nada bien, la prueba está en que se volvieron a hacer festejos que gozan de la aceptación del público», apunta Castro.
A la espera de ver cómo se reparte el importe destinado a organizar festejos, Castro cree que la decisión adoptada por el Gobierno para dinamizan núcleos con poca población «es una buena medida, aunque el encaje quizá no sea el adecuado, al meterlo dentro de las medidas contra la despoblación». Sabaris, por su lado, felicita al Ejecutivo, ya que cree que «no se van a llenar los pueblos gracias a los festejos taurinos, pero, si no te conocen, nadie se va a ir vivir a esas localidades». Tanto Rasines como Pesaguero podrán solicitar la ayuda de cara al próximo año.
Ciudades, pueblos, núcleos rurales... lo que está demostrado es que allí donde se hacen festejos taurinos la localidad vive un día de fiesta, una jornada de la que se benefician varios sectores, más allá de sus detractores o de las discusiones que provoca. Ahora, además, Cantabria cuenta con un manojo de novilleros sin caballos salidos de la Escuela Taurina de Santander que pueden suponer un impulso definitivo a un mapa taurino en el que pocos son los huecos sin rellenar a lo largo de la historia.
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