La máquina que nunca arranca

Con una moción de censura que desalojó al presidente Rajoy (PP), un adelanto electoral (PSOE) y dos ministros de Fomento entre medias -uno de ellos el exalcalde de Santander, Íñigo de la Serna-, la realidad del tren se ve tan nítida como esas bolas de Navidad llenas de líquido cuando las agitas: sólo se ven cosas que flotan y la figura quieta de un juguete en el fondo.

¿Cuál es la situación actual del «puñetero tren», como llegó a llamarlo Revilla? No es baladí el adjetivo del presidente si uno se atiene a la realidad ya que Cantabria y La Rioja son las dos únicas comunidades autónomas donde no se ha construido ni un sólo kilómetro de línea de alta velocidad. El actual proyecto contempla AVE hasta Reinosa y un tren de altas prestaciones hasta Santander, pero la fecha que dio el ministro Íñigo de la Serna (para 2023) se antoja algo difuminado.

Algo brillaba en los raíles cuando el exalcalde de Santander fue nombrado ministro. No sólo hizo a la región más visitas oficiales que al resto de comunidades autónomas (19 en total), sino que, tras su primer año de gestión, puso encima de la mesa un plan de 1.658 millones con cuatro actuaciones programadas: duplicar la vía Santander-Torrelavega y mejorar la vía Santander-Palencia, y para la alta velocidad, el estudio informativo de Aguilar a Reinosa y el tramo Palencia- Aguilar. Hizo una presentación fastuosa en Reinosa. El Hotel Vejo como escenario del progreso fue el símbolo de la catarsis que se vendía, un oxímoron entre trajes y asesores, y cajas de pantortas con azúcar. Todo parecía volar, con partidas prometidas en las fases iniciales introducidas en las cuentas, pero con la moción de censura sobrevolando el paisaje político y la posterior salida del 'aliado' cántabro del Ministerio, el tren se quedó en el limbo de la inestabilidad política. ¿Retomaría el Gobierno de Sánchez lo prometido por De la Serna? ¿Cuánto tardaría Revilla en mencionar a Pepiño Blanco y su «incumplimiento» de lo firmado en 2010? En ese contexto, en junio de 2018, el Parlamento de Cantabria aprobó una proposición no de ley impulsada por Podemos en la que pedía a Fomento que el tramo de ferrocarril entre Palencia y Reinosa fuese de altas prestaciones, no de alta velocidad como estaba planteado, y que se invirtiera en la red de Cercanías, en la conexión con Bilbao y en el corredor del Cantábrico.

¿Cómo hemos cambiado en estos últimos cuatro años de Gobierno? Lo dijo el propio Revilla horas después de haber sido elegido de nuevo como presidente de Cantabria allá por 2015: «Voy a dar la trisca estos cuatro años. Los cántabros queremos un tren como los demás y esta región no puede ser una isla». Él, que tejió de carreteras la región en sus años de consejero de Obras Públicas, que ha hecho del tren algo personal y punta de lanza de campaña electoral, votó a favor de una proposición, aunque luego se desdijo, pero las traviesas es lo que tienen, que hacen de la semántica una excusa para el juego. Sólo así se entiende el vaivén parlamentario que hubo con las prioridades entre 2015 y 2018. ¿Qué se traen ahora entre manos, además de una campaña electoral en la que las infraestructuras se llevan buena parte del protagonismo aunque dependan de Madrid? Exigencias aparte, la presencia de José María Mazón (PRC) en el Congreso de los Diputados augura estrategias y pactos.

El hecho de que la noche del lunes, cuando viajaba a la toma de posesión de su escaño en una comitiva organizada por el PRC, el tren que tanto reclamaran sufriera una avería y los dejara tirados por una fallo de la catenaria, no hizo sino anticipar la batalla campal que se le avecina al ministro y su equipo de Fomento con esta reclamación, aún sin designar. Lo que sí se sabe es que José Luis Ábalos (en funciones tras el 28-A), tiene consignados en los Presupuestos de 2018 -aprobados por el PP y prorrogadas por el PSOE tras el adelanto electoral- 32,3 millones para la renovación y mejora de la capacidad de la línea entre Palencia y Santander, un proyecto cuyo valor total es de 223 millones.

En la mesa del Ministerio de Fomento hay otro proyecto a la espera, el que preveía una inversión de 530 millones de euros para el Plan de Cercanías 2017-2020, un proyecto para mejorar este servicio que utilizan al año en la región 3,7 millones de usuarios y abarca 23 municipios. Mientras tanto, se han dado algunos pasos. Hace apenas un mes, el Consejo de Ministros autorizó a Fomento a licitar las obras de duplicación de vía entre Muriedas y Santander a través de Adif. La actuación, que sale a concurso en 21 millones y con un plazo de ejecución de 17 meses, recoge las obras en plataforma, vía y electrificación necesarias para la implantación de una doble vía electrificada, de ancho convencional, en el tramo Muriedas-Santander, que permitirá aumentar «significativamente» la capacidad para la circulación del tráfico de viajeros y mercancías.

Lo que sigue en vía muerta es la presencia de Cantabria en el Corredor Atlántico. La región sigue aislada de la conexión ferroviaria con el norte de España y, por extensión, con Portugal, por un lado, y el resto de Europa, por otro. La exclusión dificulta la llegada de fondos para financiar los trenes con Bilbao y la Meseta, ya que la importancia de estar en la Red Transeuropea de Transporte no es sólo un plano donde se dibujan las principales líneas de trenes de alta velocidad que tendrán que ponerse en marcha en los próximos años para el movimiento de pasajeros y mercancías, también es una garantía de que estos proyectos llegarán a buen término. Porque, aquí, es Bruselas quien marca la prioridad de las conexiones y quien pone sobre la mesa fondos comunitarios para que se lleven a cabo y un calendario para la ejecución de las obras.