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Pulmones completamente teñidos por la nicotina, un pie gangrenado, corazones que dejan ver la causa que apagó sus latidos, dos fetos siameses, el efecto del cáncer en el cerebro, el bazo, el hígado, el páncreas, el riñón, la piel, la mama, la próstata... El ... impacto de la enfermedad a la vista, en botes de formol. Más de 400 muestras macroscópicas obtenidas de las miles de autopsias realizadas por los profesionales de Anatomía Patológica de Valdecilla desde la creación del servicio, hace medio siglo. Y todas han pasado por las manos de Manuel Serna, el alma del Museo de Anatomía Patológica, que ayer abrió sus puertas en el Hospital Valdecilla. Serna (Manolo, para sus antiguos compañeros) se adentró en este mundo junto a los doctores Fernando Val y María Francisca Garijo, impulsores de esta recopilación hoy convertida en «una auténtica maravilla», como coincidían los médicos y estudiantes que ayer acudieron a la inauguración.
«Ella me animó, me dijo un día 'ya verás cómo te gusta'. Así empecé en 1975, íbamos seleccionando los órganos con enfermedades -desde las más prevalentes a otras más curiosas-, y seguí durante 27 años. Habré participado en más de 6.000 autopsias», cuenta este octogenario, celador jubilado hace 17 años, mientras explica con detalle lo que descubre cada pieza, seleccionada y conservada con mimo. «No hay ninguna más importante que otra, todas lo son», comenta orgulloso de que esta colección por fin salga a la luz «como se merece. Me fastidiaba que todo este trabajo de tantos años se estropeara». Por eso, cuando hace un par de años, el ahora jefe de Anatomía Patológica, Fidel Fernández, defendió ante la Dirección y la Consejería de Sanidad la creación de este museo, concebido como «bien cultural y sanitario», fue el primero en apuntarse. «He venido hasta domingos enteros para preparar las piezas». Y no consistía sólo en renovar el formol y cambiar los recipientes, sino también en sujetar los órganos para que mantengan su posición en las vitrinas, «y van cosidos con hilo a la tapa de metacrilato», apunta, mientras recibe las felicitaciones de varios profesionales -«Es una obra extraordinaria. Impresionante»- a los que acompañó en sus primeras autopsias «cuando aún eran residentes».
La exposición también incluye muestras seleccionadas a través de biopsias, actividad que representa el mayor peso de la actividad del servicio (sólo en 2018 se realizaron más de 30.000). «Hay una colección de cardiopatías congénitas, que aún está por colocar en el museo, que no la hay en ningún sitio», destacaba el gerente de Valdecilla, Julio Pascual. «Estamos ante uno de los mejores museos de Anatomía Patológica del mundo, junto con los de Buenos Aires, México y Londres», aseguró la consejera de Sanidad, María Luisa Real, tras realizar un recorrido por las instalaciones, en la segunda planta del antiguo edificio de Anatomía Patológica (ocupa 240 metros cuadrados). El objetivo de la muestra, agrupada en once secciones diferencias, es «dar a conocer a los ciudadanos la complejidad interna y externa del ser humano sano y enfermo, siendo un instrumento importante para difundir hábitos saludables y mecanismos de prevención de muchas enfermedades actuales», apuntó Real. De ahí que, aparte del impacto en la docencia para los estudiantes de Medicina y del postgrado (MIR), Valdecilla haya decidido también abrir el museo a los alumnos de colegios e institutos y a la población en general, a través de visitas guiadas, talleres y jornadas de puertas abiertas. «Los museos de Patología pueden contribuir a mejorar la calidad de vida, al mostrar de forma clara los órganos patológicos. Sirven para concienciar y educar en salud», concluye Fernández.
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