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Cantabria llega tarde a la puesta en servicio del contenedor marrón, el quinto que se quiere implantar dentro de la recogida selectiva de basura y destinado a biorresiduos. Básicamente, a restos de alimentos. Muy tarde, de hecho, porque las normas de la Unión Europea establecían ... que tenía que estar funcionando desde el 1 de enero de 2024. El Ministerio para la Transición Ecológica ya advirtió a la comunidad autónoma de que podría dejar de recibir fondos comunitarios del Plan de Recuperación por el retraso del bipartito PRC-PSOE en la colocación de los contenedores marrones. Ahora que la maquinaria administrativa ya por fin se ha puesto en marcha, vuelve a haber retrasos debido a distintos contratiempos en los contratos para su entrada en funcionamiento.
En concreto, uno de los contratos más relevantes, el que lanzó la empresa pública MARE a finales de 2023 para la compra de 1.221 contenedores marrones que se repartirán entre los 77 municipios en las que el servicio depende del Gobierno de Cantabria. A ese concurso público, valorado en 2,4 millones de euros, se presentaron tres ofertas distintas, pero finalmente ninguna ha resultado ganadora. El contrato ha quedado desierto y tendrá que volver a licitarse.
Esta circunstancia rompe totalmente los planes de la Consejería de Fomento que dirige el popular Roberto Media. La idea inicial era que esta nueva tipología de contenedores comenzaran a llegar a Cantabria a finales de este mismo año –en los pliegos se decía que en segundo semestre de 2024, a razón de 100 contenedores a la semana durante cinco meses– para ser distribuidos por los municipios que ya los han solicitado. La solución provisional para no hacer esperar más de lo debido a estos ayuntamientos –los de mayor tamaño prestarán el servicio por su cuenta– es realizar un contrato de urgencia para el alquiler de contenedores mientras se redactan los pliegos del nuevo contrato de compra.
Este contrato de urgencia costará alrededor de 100.000 euros y estará en vigor, previsiblemente, «hasta el mes de abril». En ese momento, la Consejería de Fomento y MARE confían en tener en su poder los nuevos contenedores marrones, ya en propiedad. ¿Por qué son tan optimistas y por qué creen que el contrato que quedó desierto ahora podrá ser adjudicado? Porque al menos una de las empresas que optó al anterior concurso se ha comprometido a volver a presentar oferta. La italiana Nord Easy Ibérica, que ya ha resuelto el problema que arrastraba y por el que quedó excluida.
Lo que ocurrió con el anterior contrato fue lo siguiente. Se licitó en octubre de 2023 y casi un año después –aquí ya hubo un retraso evidente– se dejó fuera a una de las tres empresas que se presentó (Sanimobel) porque los contenedores no encajaban con los requisitos del pliego. La Mesa de Contratación propuso entonces adjudicárselo a Nord Easy a condición de que presentara una documentación adicional. En ese transcurso de tiempo, la compañía rompió con su representante en España –ya cuenta con uno nuevo–, por lo que no pudo cumplir con ese requerimiento dentro del plazo. La propuesta de adjudicación pasó en ese momento a la empresa Prieto-Puga, que tampoco presentó la documentación.
Si el nuevo pliego es igual que el que quedó desierto, los contendedores marrones tendrán unas dimensiones de 1,6 metros de alto, 1,1 metros de ancho y 1,6 metros de fondo, con capacidad para entre 2.000 y 2.300 litros. Serán totalmente metálicos y de colores gris y marrón, con el logotipo de MARE y «elementos gráficos identificativos del residuo a depositar».
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