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Cantabria ya tiene los camiones para transportar la basura, una planta de tratamiento provisional -la de de Cogersa, en Gijón, dependiente del Principado de ... Asturias- mientras construye la suya propia en Meruelo y la obligación legal de poner en marcha el sistema de recogida selectiva de los residuos orgánicos desde el pasado 1 de enero de 2024. Entonces, ¿qué falta? ¿Por qué todavía no se ha implantado de manera generalizada el quinto contenedor, el que será de color marrón y servirá para aumentar las tasas de reciclaje de la comunidad autónoma? Pues porque faltaban los contenedores, que ya están de camino y se instalarán en toda Cantabria antes de que acabe el año. Al menos en los 77 municipios que gestiona la empresa pública Medio Ambiente, Residuos y Energía (MARE).
El consejero de Fomento, Roberto Media, que lamenta que cuando se hizo cargo de esta responsabilidad estaba todo el trabajo por hacer pese a que el Gobierno central había enviado fondos para llevar a cabo las inversiones y ya se conocía de sobra que el calendario apretaba, acaba de firmar la adjudicación del contrato para la compra de estos contenedores. Serán casi 1.300 depósitos de basura para recoger los biorresiduos. Básicamente, sobras de alimentos. Parte de lo que antes iba al contenedor de 'resto' y que ahora tendrá su espacio propio.
La empresa que se ha hecho con el contrato es Sanimobel, que tiene ocho meses para completar el envío. Eso sí, bastante antes, en cuestión «de semanas», comenzarán a verse por las calles los nuevos contenedores porque su llegada será progresiva. Llegarán a los municipios que ya se han adherido al convenio que promueve MARE. Porque aunque la recogida de basura -del quinto contenedor y también del resto de contenedores- es competencia local, la empresa pública actúa como medio propio para la prestación de este servicio en los ayuntamientos de menor tamaño. Los más grandes tienen su propio servicio y en ocasiones, algunos consistorios lo prestan de forma mancomunada.
¿Cómo serán estos contenedores? Pues parecidos a los que ya están en servicio dentro de la experiencia piloto que puso en marcha en 2022 el Gobierno de Cantabria en once ayuntamientos de la comarca del Besaya: Anievas, Arenas de Iguña, Bárcena de Pie de Concha, Cartes, Castañeda, Los Corrales de Buelna, Molledo, Puente Viesgo, Reocín, San Felices de Buelna y Santillana del Mar. Si bien el programa experimental tenía un año de duración, los ayuntamientos participantes decidieron aprovechar la infraestructura puesta a su servicio para continuar a su término con la recogida de biorresiduos, una acción sobre la que acumulan ya tres años de ventaja en relación con los demás. Alrededor de 40.000 personas a los que recientemente se han sumado casi otros 30.000 vecinos de Piélagos.
Los municipios grandes, los que no están a cargo de MARE, también deberían implantar el quinto contenedor este año. Se han comprometido a ello Santander y Torrelavega. En el caso de la capital, llegará cuando se apruebe el nuevo contrato de basuras, cuyo pliego salió a licitación en diciembre y está en fase de estudio de las ofertas. Y Torrelavega ya tiene la infraestructura. Incluso ha comenzado la contratación del personal, aunque no hay una fecha exacta para su entrada en funcionamiento.
Pero este año. Debe ser así porque para eso es la subvención de 700.000 euros que ha recibido de la Consejería de Fomento, igual que los municipios de Noja (527.472 euros), Santa Cruz de Bezana (115.978 euros), Laredo (78.012 euros), Reinosa (12.078 euros), (Camargo (28.507 euros), Laredo (233.654 euros), Santa Cruz de Bezana (200.970 euros), y los que integran la Mancomunidad de El Brusco (498.890 euros): Argoños, Arnuero, Bareyo, Escalante, Liérganes y Ribamontán al Monte).
Hasta que la planta de tratamiento para biorresiduos de Meruelo esté activa, esta basura se envía a la planta de El Mazo y de ahí, en virtud de un acuerdo alcanzado con el Principado de Asturias, a la planta de tratamiento de Cogersa, en Gijón, una instalación con una capacidad de acogida de 30.000 toneladas al año que apenas recibe 10.000 de los propios asturianos. Por 75 euros la tonelada, Cantabria está trasladando ahora alrededor de 20 toneladas a la semana.
La Consejería de Fomento también está estudiando la fórmula administrativa con la que se creará la nueva planta de tratamiento de biorresiduos (desechos de la cocina y del jardín) en el complejo de Meruelo. El actual centro de tratamiento de basuras lo gestiona la empresa TIR Cantabria a través de una concesión pública. La duda que resolverá en las próximas semanas el Gobierno de Cantabria es si se amplía el contrato con esta compañía o se saca a concurso una nueva licitación. Dependerá, entre otras cosas, del emplazamiento en el que se construya esta nueva planta, que podría ir dentro de la misma finca o en una anexa. También de la tecnología que se utiliza finalmente y de las necesidades de espacio. Lo que es seguro es que requerirá una inversión superior a los 50 millones de euros y que podría alcanzar los 60 millones. Pronto se conocerán los detalles.
La experiencia piloto del Besaya ha demostrado algunas cosas. Por ejemplo, que el quinto contenedor es menos efectivo en los municipios más rurales porque muchos vecinos tienen huerta y animales, por lo que aprovechan los restos de comida. Por eso, el Gobierno va a proporcionarles compostadores domésticos para que puedan recogerlo en sus propias casas. Lo que hará la Consejería de Fomento es repartir 2.800 puntos de compostaje doméstico en los 28 municipios que ya se han adherido. El Ejecutivo comenzó en febrero en Santiurde de Reinosa esta campaña, y en los próximos días dará inicio a una segunda fase. Además del kit, para facilitar el proceso, MARE formará a todos los participantes, que también contarán con un seguimiento técnico durante la implantación del servicio con llamadas telefónicas y visitas 'in situ' a todos los puntos donde se realice compostaje.
Esta acción doméstica es compatible y funciona en paralelo a la llegada de los casi 1.300 contenedores marrones, cuyo contrato ha salido adelante al segundo intento. Ya se licitó a finales de 2023, pero quedó desierto. En esta segunda licitación, se ha reducido el volumen máximo de 2.300 litros a 1.800. Se hace para reducir la suciedad y los olores porque se ha comprobado que no llegan a llenarse al completo entre vaciado y vaciado.
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