María Antonia, una enfermera sobresaliente
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A propuesta de sus compañeros, esta santoñesa recibe la Medalla al Mérito, máxima distinción del Colegio de Enfermería de CantabriaCoinciden quienes la conocen en que «sus cualidades humanas y su compromiso hacen imposible no quererla y respetarla». Nacida en 1962 en Santoña, María Antonia Alonso es la pequeña de cuatro hermanos de una familia marinera, humilde, que hizo posible que fuera a la universidad ... y cumpliera su sueño de convertirse en enfermera. Y ahora, tras cuarenta años de trayectoria, de cuidados y de acompañamiento, han sido precisamente sus compañeros de profesión los que han querido reconocer su trabajo con la Medalla al Mérito de 2023, máxima distinción que otorga el Colegio Oficial de Enfermeras y Enfermeros de Cantabria. Un premio que recogió ayer, visiblemente emocionada, en el acto organizado en el patio del Parlamento de Cantabria con motivo de la festividad de San Juan de Dios, patrón de las enfermeras.
«Es increíble, porque es un reconocimiento a mi labor de parte de toda la Enfermería. Yo lo recibo como compañera, como enfermera y como una colegiada más», decía la homenajeada, más conocida como Marián, que quiso extender ese reconocimiento «a mis compañeras, con las que he trabajado codo a codo durante muchísimos años». Esas cuatro décadas de vida profesional comenzaron en el Hospital Valdecilla y en el Instituto Social de la Marina para después dar el salto a la Atención Primaria. Y lo hizo volviendo a 'casa', a su Santoña natal, para incorporarse al Servicio de Urgencias (SUAP), donde ejerció durante diez años. Hasta que las oposiciones, que preparó y aprobó mientras lo compatibilizaba con la crianza de dos hijos pequeños, le llevaron al centro de salud de Colindres, en el que ha trabajado durante 22 años.
Como destacan sus compañeras, en cada uno de esos destinos ha demostrado que lo suyo es pura vocación y que su implicación trasciende lo estrictamente profesional. No en vano, son numerosos los pacientes que pueden dar cuenta de las veces que ha acudido a su llamada aunque el reloj ya hubiera marcado el fin de su jornada laboral. Ella defiende con orgullo que «la enfermería es un pilar fundamental de la sanidad. Somos la mano que siempre tiene tendida cualquier persona cuando llega a un centro de salud, cuando está en un hospital, cuando tiene alguna necesidad que cubrir porque no se encuentra bien. Ahí estamos nosotras, siempre realizando una labor de acompañamiento. Trabajamos mano a mano con los médicos, los técnicos, los celadores... Somos el tronco común que une las distintas ramas de la sanidad», afirmaba en declaraciones a El Diario Montañés poco antes de recoger su medalla.
Una distinción en la que también ha pesado la labor que desempeñó en los peores momentos de la pandemia. No solo por el trabajo obligado por las circunstancias, compartido por todos los sanitarios que tuvieron que volcarse en la lucha contra el covid, sino por ir un paso más allá. Quizás motivada por sus raíces marineras, esta santoñesa no dudó en apuntarse, de forma desinteresada, para realizar los test de detección rápida a la tripulación de los barcos pesqueros para que pudieran salir a faenar.
Junto a dos compañeras, María Antonia canalizó el desarrollo del rastreo epidemiológico. Primero en las cofradías de Santoña y Colindres y, después, en el resto que lo solicitaron. «No encontraban enfermeras porque estábamos todas muy ocupadas, así que empezamos a hacerles los test, primero en la zona donde trabajamos, y luego ya en otras localidades. Allí donde nos necesitaron, fuimos», recuerda.
Para ello, se adaptó a las necesidades laborales de los marineros, ofreciéndoles su tiempo libre. Casi como quitándole importancia, explica que «fue duro para todos, pero hay que reconocer el trabajo de los pescadores, que estaban en primera línea». Y echando la vista atrás, cuenta que «todos nos quejábamos de que estábamos cansados, pero recuerdo a un marinero que se cayó de la silla en la que estaba sentado porque se había quedado dormido mientras esperábamos el resultado del test. Entonces trabajábamos todos para que la sociedad funcionara y fue muy importante formar un buen equipo».
En el acto de celebración, al que asistieron las principales autoridades políticas regionales y locales y los responsables de Enfermería de todos los centros sanitarios y hospitales públicos y privados, también se entregaron las medallas de Oro y Plata del Colegio a los profesionales que se han jubilado en 2023 y a los que han cumplido 25 años de colegiación.
En su intervención, la presidenta de la entidad colegial, María Luz Fernández, afirmó que no va a parar «hasta conseguir las reivindicaciones más urgentes del colectivo», que pasan por obtener el nivel A1 de la Función Pública. «Esto significa poder asumir competencias y tomar decisiones, y también, lógicamente, cambiar la situación económica que corresponde a la titulación que tenemos reconocida desde 2008. No como ahora, que estamos en un lugar que no nos corresponde». Además, pidió el desarrollo de todas las especialidades en Cantabria y de la Enfermería Escolar. «Estamos absolutamente convencidos de que el día en que las enfermeras estén en los centros educativos trabajando por la salud de la infancia, eso va a tener una clara repercusión a posteriori. Aunque parezca una inversión ahora grande, luego va a ser un ahorro y beneficio para todos porque la salud de nuestros niños va a estar mejor».
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