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Ante un público compuesto por jóvenes a punto de empezar sus años de universidad, la catedrática de Psiquiatría María López-Ibor trató de responder ayer en la UIMP una pregunta sencilla pero crucial: '¿Por qué cuidar la salud mental?' La ponencia duró casi dos ... horas. Había mucho de lo que hablar.
Con un apellido reconocido en la práctica de la Psiquiatría en España, lo primero que distinguió López-Ibor es la salud de la enfermedad. «Al hablar lo igualamos y no es lo mismo. La salud mental es algo que podemos cuidar, que debemos trabajar», apuntó la catedrática. Y el hecho de velar por ella ayudará a prevenir la enfermedad. Así, según adelantó poco antes de su ponencia, López-Ibor ofreció al alumnado del Aula herramientas para cuidar su bienestar y para descartar el suicidio como una «salida» ante una situación de dolor o desesperanza.
El suicidio es la primera causa de muerte en adolescentes y jóvenes de 12 a 29 años, según un reciente informe que mide su evolución en la población infantojuvenil entre 2000 y 2021, y que dirige Alejandro de la Torre. Es preocupante y «hablar de ello no aumenta el riesgo, sino al contrario», defendió López-Ibor en Santander. Tras la conducta suicida hay «causas multifactoriales», puede haber depresiones severas que deriven en una pérdida de esperanza, reacciones ante un suceso repentino o frustración. Por eso, la catedrática quiso dar herramientas a los jóvenes del Aula para que, «ante situaciones duras o con un importante sufrimiento, no vean el suicidio como la única salida».
¿Y por dónde empezar? Por dar su espacio a la salud mental. «Dedicamos mucho tiempo a cuidar nuestro cuerpo y la mente es parte del cuerpo», recordó López-Ibor, por lo que es preciso buscar espacio para «la reflexión, para pensar, ir madurando, progresando en el tiempo, reconociendo nuestros errores o frustraciones». Y eso, «hace que al final podamos ver la vida de otra manera».
No hay largas series históricas en España para comparar las tasas de suicidio; antes no se oficializaban cifras, a veces «por razones religiosas», otras «por el estigma» familiar. ¿Persiste ese estigma? López-Ibor cree que sí, si bien se va diluyendo, entre otras cosas, porque los jóvenes ya acuden al especialista «con más facilidad y lo comentan entre ellos». «Sigue habiendo un estigma que entre todos estamos consiguiendo disminuir», señaló.
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