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El debate sobre el estado de la región invita a evocar la película 'El día de la marmota' cuando un año tras otro se repiten en bucle las mismas ideas, proyectos, proclamas y discusiones. Seguramente contribuye a esa sensación el hecho de que el principal protagonista casi siempre es Miguel Ángel Revilla, que lleva 39 debates desde 1983 hasta ayer, y 16 como presidente, entre los de orientación política del Gobierno y los de investidura, una marca como para entrar en el Libro Guinness de los Récords.
Así que también está vez el debate ha desgranado la eterna letanía: el desigual avance del AVE y las infraestructuras comprometidas en el 'papeluco' firmado con el Gobierno Sánchez, los inciertos avatares del tren rápido a Bilbao, del Mupac y La Pasiega rechazados por Europa, la deuda de Valdecilla, el Cantabria va bien, por encima de la media nacional en la lucha contra la pandemia y sus efectos económicos y laborales, el turismo salvador de cada verano… La guerra de Ucrania, que ha disparado la inflación y el miedo ciudadano por el futuro inmediato, fue la principal novedad argumental en el discurso de Revilla, por lo demás ya ultimado hace días, a la espera de llenar el folio en blanco reservado a la Ley del Suelo, pendiente de si el PP reforzaba el consenso o se lanzaba a la batalla.
A lo largo del debate, dos visiones contrapuestas. Revilla se ve en forma, después de 146 minutos de discurso, 'sin beber agua ni toser', subraya muy ufano, y tanto él como su Gobierno PRC/PSOE venden optimismo en la creación de empleo, en la expansión de suelo industrial, en el chorro inversor de las empresas, las ya instaladas y las que llegan nuevas, en la gestión sanitaria y educativa, en las obras públicas, en las políticas sociales…
La oposición del PP, Ciudadanos y Vox ve, en cambio, un presidente agotado, sólo pendiente de sus compromisos mediáticos, al frente del desgobierno que ilustran los ruidosos ceses de los consejeros de Sanidad y Economía, fracasado en las reivindicaciones ante España y Europa, sin un modelo reconocible de región, con indicadores económicos muy preocupantes en la industria y el sector primario. O sea, un futuro muy negro.
El duro rifirrafe vespertino no dejó ningún espacio para el entendimiento, sólo para la progresiva hostilidad entre los adversarios. Como quien dice, ya estamos en campaña.
A estas alturas de la legislatura, el Gobierno Revilla viene a resumir el desafío que afronta en el epílogo del discurso de ayer: si allá por el mes de enero, los proyectos de La Pasiega, el Mupac y la terapia de protones están visiblemente en obras, con dinero de Madrid o con los pobres recursos propios, la legislatura habrá sido un éxito. Si no es así, admiten los partidos del bipartito, PRC y PSOE, que tendrán un problema en las urnas de mayo.
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