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Algo tan cotidiano para Lourdes Sota como es coger una pedreñera cada mañana para ir a trabajar a Santander se ha convertido en «todo un privilegio». La conexión marítima entre Pedreña y Somo con la capital continúa, a pesar de que los clientes apenas llegan diariamente a la veintena. El gerente de las embarcaciones 'Las Reginas', Rafael Bedia, recordó que en sus «102 años de historia, algo así solo se vivió durante la Guerra Civil». Pero incluso con una caja que ni el rey del ilusionismo conseguiría llenar, las pedreñeras siguen cruzando la bahía para llevar a sus pasajeros a sus puestos de trabajo.
Según explicó Bedia, «nos hemos visto obligados a reducir los horarios. La primera sale de Santander a las 07.50 horas. Después salen a las 09.00, 14.30, 15.30 y 19.30 horas. En cada viaje hay como mucho diez personas, si es que llegan».
También ha tenido que reducir la flota, «de nueve barcos, tenemos solo uno en activo. Y de los veinte empleados que somos, están trabajando ocho. No da para más», señala.
Sus clientes son principalmente personas que van a Santander a trabajar. «Hay varias enfermeras. Es curioso, porque prefieren, una vez en tierra, ir andando hasta Valdecilla que coger un autobús. ¡A alguna ya la han parado! Pero sin más, explican quienes son y las dejan seguir», contó.
A bordo, guantes y mascarillas para el que lo necesite, y un olor inconfundible a desinfectante, que, sumado a los escasos pasajeros, sentados cada cual a la mayor distancia posible uno del otro, hacen de la pedreñera una nave dispuesta a ser abanderada en la lucha con el Covid-19.
Bedia explicó que «por ahora, ningún día hemos tenido problemas de aforo ya que apenas hay viajeros y ellos mismos se ocupan de sentarse bien distanciados. Además, al tener dos plantas, se dividen». Recordó, con cierta nostalgia y a la vez resignación en su voz, que el barco tiene una capacidad para 150 personas, «pero ahora, si llegamos a las diez, estamos contentos. Por eso, con el material que nos dio el Gobierno de Cantabria, tenemos de sobra».
Rafael Bedia - Gerente de 'Las Reginas'
María M. - Pasajera
En cuanto al futuro, no se atrevió a predecir nada: «Es absurdo hacer planes. La verdad es que lo veo complicado. Hay que esperar a que las autoridades nos digan los pasos que debemos ir dando y cómo actuar», explica.
María M. es vecina de Pedreña y coge la «lancha» cada día para ir a trabajar a las 07.50 horas. «Es muy triste. Esto siempre estaba lleno. En cada trayecto encontraba a alguien con quien charlar y ahora, a los pocos que puedo conocer, me tengo que sentar tan lejos de ellos que no podemos comunicarnos. Pero suerte que puedo salir».
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Óscar García vive en Somo y trabaja en la plaza Porticada de Santander. Su trayecto lo hace cada día a las 08.30 y se alegra de «al menos, poder hacer este viaje para airearme un poco».
Antonio Gutiérrez también tiene su casa en Somo. De lunes a viernes hace siempre el mismo trayecto en la pedreñera, ya que es «el transporte más rápido para llegar a mi trabajo», apuntó. Pero lejos de sentirse un privilegiado por poder cruzar cada día la bahía en barco, apuntó que toda esta situación le tiene «quemado. Entiendo que a la gente de fuera le apetezca mucho este viaje, pero a mi, no».
Lourdes Sota vive en Pedreña desde pequeña. Ya cogía la lancha en aquel entonces para ir a Santander a estudiar y ahora lo hace para ir trabajar al Banco Sabadell. Al contrario que a su compañero de viaje Antonio, a ella, este trayecto le parece «toda un suerte, sobre todo cuando salgo a las tres del banco y me puedo sentar arriba, al aire libre. Llego a casa con otra sensación. O en verano, los días que hace bueno y calor. Una delicia».
Pero no todos son pasajeros que se desplazan a su lugar de trabajo, como uno de ellos, que hace unas semanas se embarcó «porque tuvo que venir a Santander a la caza y captura de un termómetro. Imagino que en la farmacia de Somo se habrían acabado», explicaba Bedia.
Desde el puente de mando, el patrón Rafa Gómez reconocía que «es raro llevar el barco así». Explicó que hay días en los que además de pasajeros, «llevamos la compra que traen los repartidores al embarcadero de Santander y que los clientes recogen en el puerto de Somo o Pedreña».
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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