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Ana Ruiz García es una psicóloga que no supo elegir entre sus dos grandes pasiones, la salud mental y los animales, y terminó por unirlas. Optó por estudiar psicología y especializarse en intervención asistida con mascotas en el área infanto-juvenil. Ruiz asegura que, aunque ... todavía en España no está muy extendida, existen numerosos estudios que corroboran los beneficios de los animales en los pacientes. Su objetivo, explica, es introducir las mascotas en el día a día de las consultas.
–¿Cómo surge su idea de combinar psicología y animales?
–Desde niña siempre me han fascinado los animales y mi gran pasión ha sido la psicología. No sabía que se podían combinar, la verdad. Después descubrí el potencial tan grande que tienen las mascotas en terapia; en muchos países son parte integral de ella. Suelo decir que los animales no son terapéuticos como tal, sino que son un complemento a la terapia dentro de la propia consulta. Actúan como coterapeutas.
–¿Qué beneficios tiene la intervención asistida con mascotas en el paciente?
–Al principio es algo que experimenté a modo personal, no podía explicarlo científicamente porque no lo había estudiado todavía, pero podía percibir el hecho de que estar cerca de una mascota te proporciona bienestar. Más tarde, al profundizar en el tema a nivel científico, numerosos estudios ha evidenciado que simplemente acariciar a un animal produce en el cerebro reacciones como la liberación de oxitocina y endorfinas, lo que mejora la salud cardiovascular. A través de ellas se libera hormona del bienestar y permite relajarse y desestresarse. Además de la salud física, se ha comprobado. antes y después de aplicar la intervención con mascotas, una mejora de las habilidades cognitivas, como el refuerzo de la memoria o la capacidad de concentración. Esto demuestra el poder de las mascotas en terapia.
–¿Cómo se hace la selección de los animales aptos para terapia?
–Hay que diferenciar entre varios tipos. Por un lado están los animales de asistencia para personas con algún tipo de discapacidad física o sensorial. En este caso suele tratarse de perros que están entrenados para ello y presentan un certificado que garantiza su preparación. Cuando hablamos de intervenciones terapéuticas, hay un gran abanico de animales que pueden ser aptos: perros, caballos, conejos, gatos... En este caso, tienen un entrenamiento especial pero, por hora, no hay que aportar una certificación específica, aunque sí demostrar que cumplen los requisitos. Por último, los animales de apoyo emocional no requieren de ningún tipo de entrenamiento porque aportan una serie de beneficios, pero no están entrenados para ello, es algo natural.
–¿Podría dar un ejemplo de su uso en terapia?
–La intervención con mascotas tiene grandes resultados con personas con TEA (Trastorno del espectro autista); los animales no juzgan y esto hace que se cree un vínculo donde la persona se siente aceptada sin exigencias. También hay experiencias con pacientes con desórdenes alimenticios que no participaban en las terapias de grupo y al incluir una mascota, mejora el ratio de asistencia e involucración al grupo. La presencia del animal logra mejorar el estado de ánimo, genera lazos con el paciente y refuerza la sensación de pertenencia.
–¿Cuál es su siguiente paso?
–La intervención con mascotas ya se da en otros países de forma habitual y creo que en España se va a ir normalizando. Mi objetivo es introducirlas en el día a día de las consultas, más allá de que se organicen actividades terapéuticas con animales puntuales y que funcionan muy bien. Pero mi enfoque es esta otra vía: la presencia de mascotas en la consulta, como apoyo emocional. que consigue una mayor adherencia al tratamiento, lo que en el área infanto-juvenil es especialmente importante.
–¿Hay referencias de ello en la región?
–En Cantabria todavía no está muy normalizado el uso de mascotas en consulta. Es un área que cada vez más se está explorando más, pasando de ser muy poco frecuente a que cada vez más la asistencia con animales de apoyo emocional se va normalizando. No se necesita organizar una actividad concreta, sino que su presencia esté en el día a día al comprobarse que baja los niveles de ansiedad en el paciente.
–¿Cómo valora el aumento de la tasa de suicidios en el área infanto-juvenil?
–Las tasas de ideas suicidas alarman en la franja infanto-juvenil. Habitualmente, los pacientes adultos me transmiten en consulta que arrastran problemas desde hace tiempo, antes de ponerse en manos de un terapeuta. Muchos de estos problemas han surgido en la etapa de la adolescencia, cuando quizás no se daba tanto espacio a la salud mental y predominaban mensajes como 'yo puedo con ello' o 'es una mala etapa que pasará'. Las redes sociales son my perjudiciales en la adolescencia porque aíslan al adolescente, que pierde sus capacidades cognitivas para enfrentarse en el colegio y en sus relaciones sociales.
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