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Por el momento no se ha producido ninguna detención y el operativo para localizar al autor de los hechos sigue abierto, pero los agentes de la Policía Nacional que se han hecho cargo de la investigación están convencidos de que el asesinato la pasada madrugada de un hombre ... en su urbanización de Monte se debe a un ajuste de cuentas. Marvin H. C., un joven de 33 años y nacionalidad colombiana, recibió en torno a la medianoche del martes al miércoles cinco disparos que acabaron con su vida y que le dejaron tendido sobre el suelo del complejo Los Armadillos, ubicado en la calle Antonio de la Dehesa de la capital. Cayó justo delante del portal número 3, donde residía, y murió prácticamente en el acto.
Según ha podido saber este periódico, el cuerpo de la víctima presentaba al menos cinco disparos. Los dos más importantes le impactaron a la altura de la cabeza y el pecho y afectaron a órganos vitales, por lo que cualquiera de ellos pudo resultar mortal. Además, otra bala acabó en la cadera y también presentaba heridas de arma de fuego en ambas manos, lo que podría significar que trató de defenderse. Desde la Delegación del Gobierno señalaron que el fallecido tenía antecedentes policiales por delitos contra la salud pública, por lo que la principal hipótesis que manejan los agentes es que el asesinato pudo desencadenarse por un asunto relacionado con drogas.
De forma paralela, y sin descartar ninguna otra posibilidad, estudian si la muerte está relacionada con una pelea que tuvo lugar hace dos semanas en Cueto y en la que, según fuentes policiales, estuvo involucrado. A raíz de una discusión en un gimnasio de la zona, dos grupos protagonizaron un violento encontronazo –incluso hubo bates de béisbol– en las inmediaciones de la vivienda de un amigo de Marvin. El joven colombiano tuvo que ingresar en Urgencias de Valdecilla el pasado día 21 de mayo con un fuerte traumatismo en la cabeza y estuvo durante varios días en la unidad de Neurocirugía. Ayer, la Policía Nacional, para «preservar la investigación», no quiso confirmar si el resto de participantes ha sido interrogado.
El asesinato ocurrió la pasada madrugada sin que el vecindario se percatara de nada. Nadie escuchó los disparos ni vio cómo el autor –no está confirmado que haya una única persona involucrada– tiroteó a Marvin. Según ha podido averiguar El Diario, la primera persona en ver el cadáver fue un repartidor de comida a domicilio, que quedó tan impactado por la imagen que continuó hasta la vivienda en la que habían realizado el pedido y ya allí contó lo sucedido. Junto con el cliente, que acababa de llegar a Santander a pasar unos días de vacaciones, regresó a la entrada del portal. Allí seguía el cuerpo –en ningún momento dudaron de que estaba sin vida– con la cabeza sobre un charco de sangre y un orificio en el pecho.
La respuesta instintiva de ambos fue abandonar el lugar. El repartidor, que no llevaba teléfono móvil, hacia su motocicleta, y su compañero hacia la vivienda para descolgar el teléfono. A las 23.50 horas entró la llamada del vecino del sexto en el 091. Prácticamente a la vez el motorista se topó con un coche de la Policía Local de Santander que estaba estacionado en El Sardinero, a la altura de los alojamientos Las Brisas, y contó lo ocurrido.
A partir de ahí se movilizaron los servicios de emergencia. Hasta el lugar se desplazaron los sanitarios del 061, que no pudieron hacer más que certificar la muerte del joven. Posteriormente, llegaron diversos equipos del Cuerpo Superior de Policía en Cantabria, entre ellos miembros de la Policía Científica y la Policía Judicial, que realizaron durante casi dos horas una inspección ocular de la zona. La víctima tenía en los bolsillos tanto el móvil como la cartera con unos pocos euros cuando llegaron los agentes. En ese mismo instante se puso en marcha un dispositivo de búsqueda en la zona, que se extendió también hasta las salidas de la ciudad para frenar a cualquier individuo sospechoso. Pero ni lo primero ni lo segundo surtió efecto. Todo mientras continuaban los interrogatorios en el vecindario con el mismo resultado. Una vez que el juez de guardia titular del Juzgado de Instrucción 4 de Santander ordenó el levantamiento del cadáver, éste fue sacado de la finca alrededor de las 02.00 horas por los trabajadores de la funeraria. Posteriormente, los servicios de limpieza municipales de Santander se encargaron de asear la escena del crimen y una grúa retiró el vehículo de la víctima, un Audi negro, para su inspección.
Nadie en el vecindario sabe a ciencia cierta cuánto tiempo llevaba viviendo en este edificio de nueva construcción de Monte. Entre tres meses y un año, según quién responda. Allí, en un tercer piso, residía con su pareja, una joven española y tres niños, que en aquel momento se encontraban arriba, en el domicilio. Antes, había fijado su domicilio en una vieja casa unifamiliar de La Albericia, pero hacía varios años que abandonó este barrio de la capital.
Su presencia en la urbanización de Monte, a pesar del escaso roce con el vecindario, no pasaba desapercibida. Los residentes sabían que manejaba «un vehículo de alta gama». También que solía moverse con un grupo de «chicos jóvenes con coches caros y con malas pintas», según apunta otra vecina de 25 años. El aspecto de la víctima era bien distinto, «siempre bien vestido y correcto».
El aviso A las 23.50 horas el 091 recibió una llamada de una vecina. A la vez, un repartidor se lo comunicó a la Policía Local.
Muerte en el acto Cuando llegaron los servicios de emergencia la víctima ya estaba sin vida.
Levantamiento Tras inspeccionar la zona, el juez ordenó el levantamiento el cadáver sobre las 02.00 horas de ayer.
Dispositivo Se rastreó la zona en busca de sospechosos y se vigilaron las salidas de la ciudad.
Ayer por la mañana seguía en los soportales el montón de serrín esparcido sobre el suelo y los círculos de tiza pintados sobre los lugares en los que encontraron los casquillos de las balas que le acribillaron. La limpiadora entró en los portales sin barrer esta zona. «Me han dicho que no toque nada», se justificaba. Mientras los investigadores seguían interrogando en el barrio –¿Vieron algo? ¿Escucharon algo?– varios amigos y familiares del fallecido siguieron entrando en el piso durante todo el día.
Esta es la primera muerte violenta que se produce en Cantabria en lo que va de año. En 2017, según las estadísticas oficiales del Ministerio del Interior, se consumaron tres asesinatos en la región.
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