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Aunque delante de la jueza decidió guardar silencio acogiéndose a su derecho a no declarar, José Reñones -en prisión provisional por el doble crimen de Liaño- sí prestó declaración ante la Guardia Civil. Y lo hizo durante cinco horas que fueron interrumpidas por un ... bajón de azúcar por el que tuvo que recibir asistencia médica.
Como ya avanzó El Diario Montañés el mismo día en el que la Guardia Civil encontró los cuerpos sin vida de su expareja Eva Jaular y de su bebé de once meses, Reñones negó la autoría del crimen. «Yo no las he matado, no las he hecho nada, ni se me ocurre. Iré a por el que lo haya hecho».
Según relató a los agentes, Eva y él habían decidido estar juntos en el domicilio de Liaño de Villaescusa «a escondidas» o hasta que saliera la sentencia, «ya que ella había quitado la denuncia y con ello la orden de alejamiento, y así empezar de nuevo» (según fuentes judiciales la orden de alejamiento estaba en vigor desde el pasado 6 de noviembre).
Sobre las 16.00 horas del 16 de diciembre (un día antes del hallazgo del doble asesinato), dice que la Guardia Civil, en compañía de Eva, llamó a la puerta del domicilio. «Me despertaron porque estaba durmiendo en el sofá y me asusté porque tenía una orden de alejamiento y pensé que iba a la cárcel». Abrió la puerta y se entrevistó con los agentes. Dice que les mostró su teléfono móvil en el que se podía observar una llamada de Eva sobre las 11.00 horas -en la que, «enfadada», le dijo que se tenía que ir del domicilio- además de mensajes «en los que se puede ver que tenemos una relación y que ella quería que ambos viviéramos juntos».
El detenido respondió que no se podía marchar porque no tenía dónde vivir y que se iría del domicilio cuando cobrara la baja laboral. Entonces, uno de los agentes le pasó el teléfono para que hablase con otro compañero que le indicó que no podía estar en la vivienda y que se tenía que ir, pero no muy lejos de El Astillero porque al día siguiente le iba a llamar para tomarle declaración en el cuartel. El encausado asegura que sobre las 16.15 horas abandonó el domicilio, cogiendo una mochila, insulina, unas cervezas, un cutter, un destornillador y un sacapuntas, con cuyas hojas dice que intentó quitarse la vida esa misma noche, «pero no pude». ¿Se intentó suicidar por qué había hecho algo a Eva y a su hija?, preguntó el agente. «No, porque no entendía por qué Eva me había denunciado. Me vi sobrepasado por la situación, ya que además padezco una enfermedad y me veía en la calle», respondió.
Reñones negó que volviera de nuevo a la casa de Eva minutos después de abandonarla y una vez que los agentes se marcharon. «Me dirigí a una fuente próxima a la casa, donde me crucé con una vecina, y regresé sobre mis pasos, pasando delante de la vivienda de Eva, pero sin llegar a entrar. A continuación, fui hacia la gasolinera de Villaescusa para, después, coger la senda verde que va a El Astillero. A la altura de Mercadona me senté en una mesa donde tomé tres o cuatro cervezas y estuve paseando por la zona hasta que se hizo de noche». Según su declaración, permaneció allí hasta las nueve de la mañana del día siguiente, 17 de diciembre. Cuenta que fue al supermercado Eroski a comprar desayuno y al baño, y en ese momento recibió una llamada de la madre de Eva en la que le preguntó donde estaba su hija, que se había encontrado la casa destrozada. «Me sorprendí, no supe cómo reaccionar. Le contesté que no sabía lo que me estaba diciendo y me colgó el teléfono. Al poco tiempo me llamó el guardia civil que me dijo el día anterior que me iba a citar para declarar, para preguntarme si sabía dónde estaba Eva y le respondí que no, que no entendía qué pasaba, que no sabía nada, que había pasado la noche fuera de casa, en frente del Eroski, en el merendero que hay allí, porque estaba esperando su llamada».
Tras esta conversación, Reñones se dirigió hasta el cuartel. De camino, cuenta que recibió una nueva llamada de la madre de Eva, «en la que estaba muy nerviosa y no conseguía entenderla». «Me preguntaba que qué hacia yo allí (viviendo con su hija). Y le respondí que Eva me había invitado a estar allí».
Durante las cinco horas de interrogatorio, el sospechoso, que tiene antecedentes por otros casos de violencia machista y quebrantamiento de orden de alejamiento, hizo mención a la denuncia que interpuso su expareja el pasado 5 de noviembre, por la que el Juzgado de Violencia sobre la Mujer acordó las medidas de protección. «El día que Eva tuvo la comparecencia en Las Salesas retiró la denuncia, incluso la abogada que la representaba se enfadó con ella. Ese día me denunció, por primera vez, porque las cosas se salieron de madre, incluso tiré una mesa». Reñones contó que la última vez que acudió al Juzgado por este asunto fue el 25 de noviembre, cuando se celebró el juicio en la calle Alta. «Ella dijo que no quería las medidas de alejamiento y que quería quitar la denuncia porque había sido un malentendido entre los dos. Se ratificó en los hechos, pero no quería que hubiera medidas de alejamiento ni que me pasara nada a mí y quedó listo para sentencia», contó a los agentes.
Los agentes preguntaron al sospechoso qué hizo después de irse de la zona donde se encuentra la casa de Eva y hasta las nueve de la mañana del día siguiente. «Estuve dando paseos por la zona de la senda que va hacia Astillero. Daba vueltas, luego me sentaba en algún banco, veía vídeos de mis hijos... Estaba haciendo tiempo hasta que anocheció y me busqué una mesa. En ese lugar pasé la noche».
¿Y cuándo vio por última vez con vida a Eva?, interpelaron los investigadores. «A las 10.15 horas del día 16, en la casa, cuando ella se estaba poniendo el abrigo para irse a trabajar», apuntó, después de decir que a las 16.15 horas su expareja se personó con la Guardia Civil en la casa.
Los agentes preguntaron al detenido si Eva podía tener una relación con otra persona, a lo que contestó que «no lo sabía». Y si tenía sospecha de que la niña pudiera no ser hija suya, algo que descartó «porque la tuvimos queriendo los dos. Pongo la mano en el fuego porque es mía». «No me considero la mejor persona del mundo, he hecho cosas muy malas. Pero no pensaba yo que iba a pasar esto, todavía no me lo creo, es como algo surrealista», declaró refiriéndose a la situación vivida, no al fallecimiento de Eva y la niña.
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