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CONSUELO DE LA PEÑA
SANTANDER.
Martes, 1 de enero 2019, 08:36
Cuando llega el invierno Cantabria tiembla, no sólo por el frío, sino porque el riesgo de incendios se multiplica. Después de varios días en alerta ... y con varios focos activos, la región ha vuelto a la normalidad. «Ningún monte arde solo por muy 'sucio' que esté», asegura Antonio Lucio (León, 1960), doctor en Biología, magister en Urbanismo y Ordenación del Territorio y director general de Medio Natural.
–Uno de los objetivos del Plan Estratégico de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales, que entró en vigor este año, es reducir el número y el impacto de los incendios forestales en Cantabria. ¿Se ha conseguido este objetivo, porque sólo este mes se han registrado más de 80 incendios ?
–El Plan hace un diagnóstico muy preciso de los incendios forestales en Cantabria, un problema sistémico que debe abordarse desde múltiples ámbitos (prevención, extinción, educación, persecución de los causantes, etc). No pueden valorarse los resultados en un solo año. Estamos solo en el principio de un camino que será largo y complejo. No se puede pretender que dinámicas ancestrales se reviertan en tres años.
–El Plan preveía destinar casi 26 millones de euros hasta 2020. ¿Cuánto dinero llevan gastado a día de hoy y en qué?
–El coste anual se sitúa en el entorno de los 10 millones de euros, teniendo en cuenta el coste del conjunto del operativo de prevención y lucha contra los incendios forestales dependiente de la Dirección General del Medio Natural, y las subvenciones que concede la Consejería a las entidades locales o las ayudas para la retirada de la biomasa forestal.
–¿Por qué se producen tantos incendios?
–La respuesta es aparentemente sencilla: porque hay personas interesadas en provocarlos. Más complejo es dilucidar cuáles son esos intereses y conviene no caer en la simplificación y en las generalizaciones. No es lo mismo cuando se prende fuego a unas zonas de matorral en un área pastoreada, que cuando se hace en mitad de un robledal. Pero ningún monte arde solo por muy 'sucio' que esté.
–¿Qué porcentaje de incendios forestales son intencionados y atribuibles a los ganaderos?
–Los incendios no los provocan los colectivos, sino personas concretas. Dicho esto, el diagnóstico del problema que realiza el Plan, analizando más de 12.000 incendios producidos en Cantabria desde 1985, es claro: el 80% de los incendios son intencionados, y un 9% más son el resultado de negligencias. Del porcentaje de incendios intencionados, el 92% tiene que ver con la eliminación de matorral para generar zonas de pastos.
–¿En el siglo XXI la gestión del territorio tiene que seguir haciéndose como hace 100 años?
–Podemos hacerlo de otra forma, usando también las quemas controladas como herramientas de gestión, tal y como venimos haciendo en algunas zonas de Cantabria y queremos extender al resto.
–Los ganaderos se quejan de que se les criminalice.
–Jamás desde la Consejería de Medio Rural hemos criminalizado a nadie. Los incendios los provocan personas, no colectivos. Simplificar un problema complejo es la peor forma de abordarlo.
–¿Qué influencia tiene el cambio climático en los incendios?
–Según los modelos que se están manejando a escala global, el incremento de la temperatura media en países como España incrementa de forma muy significativa el riesgo de grandes incendios forestales que ponen en riesgo la vida de las personas y de infraestructuras clave.
–¿Y la despoblación de las zonas rurales?
–El despoblamiento de las zonas rurales es un riesgo muy importante también desde el punto de vista de los incendios forestales. Un territorio vivo, con actividad económica ligada al sector primario y las industrias asociadas al mismo, es mucho más sostenible ambientalmente que los desiertos demográficos.
–Cuando hay fuego, los políticos enseguida ven pirómanos por todas partes. ¿Cuántos expedientes han abierto y con qué resultado?
–Provocar un incendio es muy sencillo y hacerlo sin ser identificado también, por lo que en una mayoría de los casos no es posible encontrar al autor. No obstante, siempre se mantienen líneas de investigación abiertas. Sería deseable que la frase 'todo el mundo sabe quién quema', se transformase en una mayor colaboración ciudadana, porque estamos convencidos de que el número de personas que habitualmente queman los montes es limitado.
–La solución del conflicto generado por la Ley de Montes no llega.
–Hemos reconstruido equipos de trabajo y establecido un procedimiento interno para evaluar caso por caso. Apenas llevamos 10 meses trabajando con todos los expedientes pendientes desde 2011 y también con aquellos que fueron resueltos negativamente en la legislatura anterior.
–La aprobación del Plan del Lobo fue un objetivo de la Consejería de Medio Rural para esta legislatura, pero no ha visto la luz. ¿Lo considera un fracaso?
–El fracaso hubiera sido haber dejado pasar la legislatura sin abrir un foro de debate sobre este asunto. Hemos impulsado una modificación legal que ya ha sido aprobada por el Parlamento dentro de la Ley de Medidas Fiscales y Administrativas para 2019, que entrará en vigor el 1 de enero, y el Plan de Gestión saldrá a información pública en la primera semana del año.
–¿Qué obstáculos han encontrado para no aprobarlo ya?
–La gestión del lobo es compleja porque intervienen tanto cuestiones técnicas como, y sobre todo, emocionales. Las primeras son abordables y resolubles. Pero el lobo genera muchos más conflictos que otras especies de fauna por los componentes emocionales que intervienen.
–¿A qué componentes se refiere?
–Los daños que produce en la ganadería afectan a las personas que tienen en esa actividad su soporte económico. Por otro lado, para otra parte de la sociedad, el lobo es un símbolo de la naturaleza y rechaza cualquier actuación de control de ejemplares. En el caso del lobo, en Cantabria y en el resto del mundo donde la especie vive en zonas con ganadería, los obstáculos para la gestión vienen del contexto social, no de cuestiones técnicas. En el caso concreto del Plan de Gestión del Lobo en nuestra región, su aprobación se ha demorado porque teníamos que encontrar una fórmula legal para que la Administración pague los daños del lobo en toda la región, manteniendo a la especie como especie de caza, que es como ha estado clasificada siempre en Cantabria.
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