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En el local de Monerris de la santanderina plaza del Cuadro han puesto unas hace poco. Pero ni siquiera allí lo han hecho motivados por ... la norma. «Lo teníamos ya previsto. Hicimos una reforma reciente y es una de las mejoras que habíamos pensado». Es más, dice Alfredo Mira (el propietario de este popular negocio de turrones y helados), que entiende a los comerciantes que no las han puesto. Pese a que en las medidas de ahorro energético dictadas por el Gobierno del país se especificaba que, básicamente, para poder seguir usando la calefacción o el aire acondicionado, en los locales de uso público tendría que instalarse un sistema de cerrado de puertas automático. Era -en principio- obligatorio hacerlo antes del 30 de septiembre. De este viernes. Con darse una vuelta por el centro de Santander es suficiente para ver que la orden ha pasado de puntillas. Su efecto, entre nada y casi nada.
¿Por qué Mira entiende a los negocios que no han hecho la reforma? Pues porque «es una inversión importante que a veces puede implicar hasta tener que hacer una reforma del local y no sabemos si esta medida -como ha pasado otras veces- será transitoria». De hecho, en su otra tienda en Santander (la de Amós de Escalante), él tampoco tiene puertas automáticas. Lo que hacen allí es abrir las dos puertas del local (da a dos calles) para que haga corriente y, así, evitar encender el aire acondicionado. «Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Están muchos comercios ahora como para meterse en inversiones...», incide.
La norma Las medidas del plan de ahorro energético entraron en vigor a primeros de agosto. Algunas (el límite del aire a 27 grados o el apagón de escaparates), con efecto inmediato. Para la instalación de puertas automáticas en locales de uso público (si se usa el aire acondicionado o la calefacción) se dio de margen hasta el 30 de septiembre.
Sobre el terreno En Juan de Herrera, de más de cuarenta locales comerciales, sólo ocho tienen este sistema. Bancos, supermercados, farmacias o los grandes locales de firmas nacionales son, en general, los pocos que las tienen.
Su caso es un ejemplo. Pero hay muchos. Por citar, dos historias concretas en la misma calle. Juan de Herrera. Céntrica, comercial, de tránsito. Posiblemente, la principal para estos tres conceptos. «Usaba poco el aire acondicionado y, desde que pusieron las nuevas medidas -un tope de 27 grados en verano y de 19 para la calefacción en invierno-, ya no lo uso nada. Decidí no usarlo y lo tengo programado para que esté apagado. Así que nada. No será necesario cambiar la puerta. Además, físicamente tendría un problema para la instalación por la morfología del local», resume Ángel Benito, de Calzados Benito. O sea, que no tiene puertas automáticas y no está en sus planes instalarlas. Forma parte, de hecho, del grupo mayoritario. Un dato: de los más de cuarenta locales comerciales que hay abiertos en Juan de Herrera -alguno está con la persiana bajada- sólo ocho tienen este sistema en la entrada. No llegan ni a un 20%. Y, entre ellos, están Zara Home, Movistar o Sfera (entre otros), grandes firmas y locales de tamaño considerable.
Alfredo Mira | Monerris - Acaba de instalarlas
«La puerta es automática desde que abrimos. Pero siempre las tenemos abiertas, salvo un par de días al año en verano porque hace mucho calor o en invierno porque hace mucho frío. Y más, desde el covid», explica María Santos, de la farmacia que hay en esta calle. Es decir, que su establecimiento -la segunda historia en esta zona- está entre los ocho que sí tienen, pero no por la norma, y están abiertas de par en par con el aire apagado.
El caso de Juan de Herrera se repite. En Lealtad -otra de las arterias céntricas y comerciales de la capital-, de una cuenta rápida de 31 negocios abiertos sólo salen seis con puertas automáticas (Zara, Pandora, Vodafone, Central Óptica, una oficina del Santander...). Y doblando la esquina hasta la plaza del Ayuntamiento, por Calvo Sotelo, de quince en las dos aceras, sólo dos (las tiendas de Intimissimi, inauguradas recientemente y con locales amplios).
Ángel Benito | Calzados Benito - No tiene
En resumen, cuesta encontrar un negocio, salvo oficinas de banco (y no todos), farmacias (y no todas), supermercados o grandes firmas con muchos metros cuadrados abiertos al público, que tenga estas puertas. Y estos, en general, ya las tenían previamente. De hecho, si la estadística se traslada a calles como Marqués de la Hermida, el porcentaje de negocios con el mecanismo ya instalado es todavía más pequeño. Muy reducido.
María Santos | Farmacia - Las tiene
Que las puertas de cierre automático suponen una mejora (de eficiencia energética, de comodidad, de espacio) es un hecho. Que la norma, a pocas horas del plazo fijado, no ha supuesto que haya que hacer cola para instalarlas, también. En Cematic, en Camargo, expertos en cierres y automatismos (ellos han puesto la de Monerris), contaban con una previsión para este año de instalar unas sesenta o setenta. Y no va a variar sustancialmente por los efectos de la normativa. Ahora mismo, tienen en agenda montar «entre seis y ocho para este mes». Y tardan -ellos se encargan del proceso completo porque son fabricantes y cuentan con todos los equipos- unos quince días desde que se acepta el presupuesto hasta que la puerta está lista. No hay que esperar. Confirman que no ha habido un «boom» ni un «aumento considerable del volumen de peticiones de presupuesto». Con «cuentagotas», dicen desde la empresa y lo confirma su gerente, Manuel Quintana.
«Cuando llegaron las noticias de las medidas en un primer momento fueron una sorpresa. Somos conscientes de la necesidad del ahorro energético y de que hay que hacer un esfuerzo, pero nos parecieron extemporáneas. Pero de ese primer momento complicado se pasó a la tranquilidad al escuchar a los políticos competentes en Cantabria decir que, aunque se recomendaba el cumplimiento de aspectos como el de las puertas, no se iba a ejercer presión sobre el sector». Eso lo dice Gonzalo Cayón, de la Federación del Comercio de Cantabria (Coercán). O sea, que «concienciados sí, pero con prisas, no». «Y a expensas de que nos hablen de ayudas, como también se nos comentó».
Gonzalo Cayón | Coercán
Cayón relata que han recibido alguna llamada entre sus asociados preguntando por empresas o tarifas, pero muy pocas. «Hasta que no se vean las orejas al lobo o se tenga conocimiento de que se está sancionando, la mayoría va a continuar como está». Y añade un dato importante: «Estamos acostumbrados a que salgan normas cada dos meses que cambien las anteriores». Nadie quiere tirar el dinero como pasó con las reformas por las normas del tabaco. Aquellas de una zona sí y otra no que cambiaron poco después.
Manuel Quintana | Cematic (cierres y automatismos)
«Mira, cuando salió este asunto (a principios de agosto) hablamos del tema. Y sí que cumplimos con lo de apagar los escaparates. Pero desde entonces, de lo de las puertas, no he hablado con nadie», comentaba ayer a El Diario Montañés un comerciante.
Poca preocupación. ¿Y en el Gobierno cántabro? Pues nadie habla por ahora de sanciones y se centran en los ahorros de energía en los edificios públicos.
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