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Santander
Lunes, 15 de julio 2019, 07:39
Con despacho, incluso con asistente, pero sin casa. Casi todo es provisional aún en la vida del parlamentario nacional del PRC, José María Mazón, que en las pasadas elecciones generales firmó un hito en la historia de su partido al ser el primer diputado regionalista en la primera división de la política nacional.
La misma interinidad afecta a los otros cuatro parlamentarios cántabros de esta XIII Legislatura, que comenzó el 21 de mayo de 2019. La incertidumbre del escenario político y posible repetición de las elecciones ha trastocado su desembarco en la Cámara: mes y medio después ninguno se atreve a alquilar una vivienda y viven a caballo entre Cantabria y Madrid. Tienen despacho, pero como todavía no se han constituido las comisiones para empezar a trabajar en la actividad parlamentaria, los debutantes –todos menos Diego Movellán– aprenden su cometido y van aterrizando en un mundo nuevo. Todos asisten estos días a cursos de formación sobre el funcionamiento de la Cámara para desempeñar mejor su trabajo y no perder el tiempo.
Lo primero que suelen hacer los parlamentarios noveles es buscar alojamiento, pero hasta que se despeje la incógnita de la investidura los cinco diputados cántabros (José María Mazón, Luis Santos Clemente, María Jesús Calva, Rubén Gómez y Diego Movellán) son como la barca de Treto, van y vienen a Madrid una, dos o tres veces por semana, se alojan en hoteles u hostales o tiran de la amabilidad de familiares y amigos.
Mazón vivía cómodamente con su esposa Mari Carmen en Santander como consejero del Gobierno de Cantabria cuando el líder del partido, Miguel Ángel Revilla, le mandó encabezar la candidatura regionalista a los comicios generales. Su elección como diputado nacional le llevó a desembarcar en la Corte de Madrid, una plaza dura, y más en verano, donde las temperaturas no bajan de los 40 grados. Pero el regionalista se ha adaptado «perfectamente» al mundo capitalino y lo tiene «todo organizado».
Como la actividad parlamentaria va al ralentí –sólo se han celebrado dos plenos, el de la toma de posesión y otro en homenaje a las víctimas del terrorismo–, el diputado no acude diariamente al Congreso y basta con que se desplace a Madrid una o dos veces por semana, aunque no se aburre. «De momento estamos con asuntos internos del Grupo Mixto (al que pertenece el PRC)», un grupo, con 18 diputados de seis partidos muy distintos, que incluye los parlamentarios presos de Junts per Catalunya. Las discrepancias sobre la presencia de cada partido, ayudas económicas, número de asistentes y minutos de intervención en las sesiones han suscitado en el grupo varias reuniones de urgencia que han requerido la presencia del cántabro.
Parón legislativo
despachos
desplazamientos
teléfono y móvil
«Hay bastantes iniciativas parlamentarias pero, de momento, no exigen presencia continua. Por ahora, mis misiones son más institucionales y protocolarias que estrictamente parlamentarias», admite el regionalista. Hasta que se forme el nuevo Gobierno, el ingeniero cántabro se dedica de lleno a la «actividad social. Aquí hay toda la que quieras y más porque te invitan a muchas cosas». Ha asistido invitado al Día de la Internacional Láctea, a la entrega de premios que concedía la Asociación Española de la Carretera, a la entrega de Medallas de Honor del Colegio de Ingenieros, a foros... «Ahora mismo tengo cola de peticiones de reuniones de todo tipo, con pensionistas, funcionarios de prisiones, de jóvenes por el cambio climático, con Adif, empresarios...», explica.
En esta primera etapa de aclimatación, en la que «no es importante estar en Madrid todos los días» porque no se ha formado el nuevo Gobierno y no se han elegido las comisiones ni las portavocías, Mazón se aloja en hoteles próximos al Congreso, aunque su voluntad es trasladarse con su esposa a vivir a Madrid al piso de su hijo, al que le «pagaré religiosamente mil euros al mes de alquiler», una ganga teniendo en cuenta que en las proximidades de la Carrera de San Jerónimo es difícil encontrar algo, aunque no sea muy grande, por debajo de los 2.000 o 3.000 euros al mes. «La vivienda está a 15 minutos andando del Congreso, un lujo en Madrid, donde la vida es muy cara», apunta.
A la espera de que se aclare el escenario, el socialista Luis Santos Clemente pernocta en algún hostal de los alrededores del Congreso y también «en casa de mi hermano». Pero su idea es «alquilar algo; no soy de hostales. Necesito un sitio en el que sentirme como en casa». La actual situación de interinidad le ha llevado a Madrid «de manera esporádica», principalmente para asistir a jornadas de formación del Grupo Socialista, aunque ya tiene sobre la mesa las iniciativas parlamentarias en las que trabajaron sus predecesores. Austero, viaja en avión («en turista siempre aunque valga lo mismo que en primera»), tren o coche, y en metro, «nunca en taxi», y come el menú del día de 9,22 euros de la cafetería del Congreso. Lo que más le ha sorprendido: «La biblioteca del Congreso, es espectacular, una joya».
«Estamos a la expectativa de ver qué pasa con la investidura, pero no estamos parados». A la diputada socialista María Jesús Calva, debutante en esta plaza, lo que más le ha llamado la atención en el Congreso es que «todo funciona como una maquinaria perfectamente sincronizada» y el uso generalizado de las nuevas tecnologías, que «han desterrado el papel. Sólo las iniciativas hay que presentarlas en el registro en papel. Para todo lo demás, está desterrado». Con el despacho al lado de Clemente, de momento se ha llevado «legislación sobre el procedimiento administrativo y ordenador portátil personal». Una foto de familia y otras dos de sus jefes Pablo Zuloaga y Pedro Sánchez son los dos objetos personales que jalonan la estancia. Como su compañero Santos Clemente, de momento se aloja en un hostal «muy familiar».
Otro debutante en la Corte. Rubén Gómez, de Ciudadanos, se forjó en el Parlamentarismo cántabro antes de ir a Madrid. «Lo peor que estoy llevando no son los hoteles, los aviones... lo peor es el calor. Es un sufrimiento, me he querido morir, esto no es sano», se queja el parlamentario. «Ahora está todo bloqueado. No se han repartido las comisiones ni las áreas, la legislatura está bloqueada», asegura, así que cuando acude al Congreso lo hace para asistir a las tareas de formación que organiza el Grupo Ciudadanos. Gómez tiene claro que no alquilará piso, porque su intención es «bajar el lunes o martes a Madrid y regresar el viernes. No me quiero desligar de la política de Cantabria. Así que vivirá en un hotel. «Nos hemos puesto de acuerdo varios diputados de Cs y hemos negociado la reserva desde septiembre a diciembre».
Dicen que la veteranía es un grado, y ese galón lo tiene el popular Diego Movellán prendado en su solapa. El diputado del PP es el único de los cinco parlamentarios cántabros que repite en el Congreso, donde entró la pasada legislatura en sustitución de José María Lassalle. De él heredó el «kit tecnológico» que entrega el Parlamento a los diputados, un teléfono móvil y una tablet. Ante el parón legislativo, a Movellán se le ve poco el pelo por el Congreso, y se dedica a participar en seminarios y foros. «He estado en un curso de formación del Grupo Popular que ha puesto en marcha un nuevo gestor informático de iniciativas parlamentarias para coordinar el Congreso, Senado y parlamentos autonómicos». Movellán tampoco alquilará vivienda en Madrid. «La anterior legislatura me quedé en hoteles y esta creo que también».
No será hasta ese momento cuando Mazón haga su traslado real a la villa y corte. «Tengo 10 cajas de libros y documentos en la sede del PRC, que he ido arrastrando a lo largo de mi vida política y me los llevaré en coche a Madrid». Mientras tanto, Mazón elige habitualmente el avión para desplazarse, y lo hace en clase turista a pesar de que el Congreso tiene un convenio con Iberia por el que sale por el mismo precio viajar en primera que en turista. «No lo sabía», dice sorprendido. «Yo lo hacía por ahorrar dinero al Congreso, pero si no le ahorro nada, ya veré». El viaje en avión dice mucho de la clase política y su preocupación por el qué dirán. «Mi asistente me decía que antes los diputados viajaban en 'bussines' y ahora casi todos lo hacen en turista, yo creo que por imagen», comenta.
Además de su sueldo (2.981,8 euros brutos al mes), los parlamentarios que viven fuera de Madrid tienen una asignación de 1.982,21 euros para afrontar los gastos de su actividad en la Cámara, además de una tarjeta para sus desplazamientos en taxi por Madrid con un límite de 3.000 euros anuales (250 euros al mes). «Por Madrid me desplazo en taxi, pero mi idea es llevar el coche», avanza. Como es nuevo en la plaza, su señoría ha recibido un teléfono móvil (Iphone), «igual que el que tenía siendo consejero», y en septiembre «nos darán una tableta (iPad). Deben de estar esperando a ver si se repiten elecciones, en cuyo caso se lo ahorran», bromea entre risas.
Lo que ya tienen los 350 diputados es despacho propio, y Mazón, un privilegiado, dispone también de asistente, porque el Grupo Mixto, con 19 diputados, tiene 15, casi uno por cabeza. El de Mazón es Santiago Trujillo, «periodista y licenciado en Derecho y muy competente. Este es un mundo complicado y yo no puedo estar a todo, a preguntas, mociones, proposiciones de ley... todas las semanas. Mi asistente controla los plazos y los tiempos y yo iré a lo importante, a lo que interesa a Cantabria». Con Trujillo además come a veces en el restaurante del Congreso, «no se come mal», aunque todavía no ha probado aquellos 'gin tonic' subvencionados a 3,15 euros que tanto revuelo causaron hace seis años. Su despacho, en la séptima planta, le sitúa al lado de Coalición Canaria, UPN y Compromis. ¿Ya se ha introducido en los famosos corrillos que forjan alianzas? «Todavía no, estamos recién colocados. Los de Vox están en el mismo pasillo, pero no me meto en sus corrillos», sentencia.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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