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El Sindicato Médico y el de Anestesiólogos de Cantabria han firmado un duro escrito que cuestiona la gestión de la Consejería de Sanidad y del Gobierno por la «escasez» de materiales para protegerse del Covid-19. La crítica a la admistración y a sus responsables vertebra el documento que firman los responsables de ambos colectivos, donde además esbozan las condiciones en las que, según denuncian, han tenido que trabajar en los servicios médicos y hospitalarios en las últimas semanas: «Hasta primeros de abril, salvo en unos pocos servicios, no ha habido casi de nada. Nuestros compañeros han tenido que confeccionarse batas con bolsas de basura, poner dinero de sus bolsillos para comprar acetato con el que hacer pantallas protectoras y coser mascarillas de tela en sus casas con lo que tuvieran a mano porque en el trabajo se les daba una quirúrgica para toda la semana», aseguran Jose Antonio Campos y Santiago Raba, presidente y vicepresidente del Sindicato Médico, con cerca de 250 afiliados, y Roberto de la Fuente y Raquel Sánchez de Arriba, responsable y secretaria del de Anestesiólogos. Las donaciones, añaden, han aliviado la situación «aunque [el material] tampoco estuviera homologado».
La idoneidad de los instrumentos de protección es otra de sus críticas. «Podemos hablar de las múltiples quejas y sospechas sobre la calidad del material, puesto de manifiesto en las más de 21.000 mascarillas que hay que retirar porque no cumplen los mínimos de protección exigidos, y que los sanitarios llevan más de una semana usando en Cantabria», denuncian. Un ejemplo: hace días, Jesús Celada, médico de Primaria en Puente Arce, revelaba que esas mascarillas inadecuadas, enviadas por el Ministerio a las comunidades, eran parte del material de protección.
La comparecencia del consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, en la comisión parlamentaria de seguimiendo de las consecuencias del Covid-19 para contar su gestión y los planes de futuro, genera desconfianza en ambos sindicatos: «Mientras el consejero lo calificaba de bulo, se comunicaba a muchos centros que había escasez de batas y que había que reciclarlas y esterilizarlas, a pesar de ser de un solo uso. Esto está pasando ahora mismo».
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Sanitarios
Las críticas sindicales aluden al consejero, pero también al presidente, Miguel Ángel Revilla, y al vicepresidente, Pablo Zuloaga. Al primero le señalan por protagonizar «'performances' populistas» y ofrecer mascarillas FFP2 al «personal de cocina» de Valdecilla, mientras que los anestesistas se habrían negado a entrar en quirófano «si no se les proporcionaban las mismas, imprescindibles para su trabajo y cuya carencia había contribuido a tener 8 compañeros contagiados de una plantilla de 60». Al segundo, le recriminan que los respiradores anunciados para el 5 de abril no hayan llegado. «Todo lo anterior –escasez de material, etc.– ha contribuido a que cerca del 10% (de los profesionales) se hayan contagiado», indican. Los positivos en ese grupo están en 224 (190 de ellos detectados por PCR), de los que el 66% ya se han curados.
Al igual que la Federación Empresarial de la Dependencia y que Lares, patronales de este sector asistencial, los dos sindicatos se suman a las críticas por la gestión de la crisis del Covid-19 en las residencias. Parten de los porcentajes que el consejero ofreció en el Parlamento: se han realizado test al 30,53% de los residentes y al 14,5% de los profesionales. «¿La Consejería sólo ha sido capaz de hacer test a menos de una sexta parte de los profesionales? ¿Cree que así se controla una pandemia?», cuestionan, y también censuran que desde el Gobierno central no se hayan aceptado propuestas para elevar los PCR.
La calidad de los test rápidos también es objeto de crítica. «Ni tenemos suficientes ni son especialmente fiables. Mientras que en sus fichas técnicas dan cifras de sensibilidad/especificidad entre el 85 y el 98%, las reales observadas están siendo muy inferiores, haciéndolos completamente inservibles si no se combinan con otras técnicas, como ya denunciaron las residencias», señalan. Hay que seguir las indicaciones de la OMSsobre la importancia de los test, piden, «pero de una calidad mínima para que cumplan su cometido y con protocolos adecuados».
La situación ha hecho mella en los médicos. Los sindicatos aseguran que «están agotados, tanto física como psicológicamente» a causa de las largas jornadas de trabajo, problemas de conciliación, miedo a contagiar a los suyos, protocolos «cambiantes» e incluso la posibilidad de «hacer frente a responsabilidades penales». Y creen que el cansancio se extenderá: «No sabemos si alguien va a tener el valor de decir que nuestra nuestra sanidad también quedará exhausta», con listas de espera que se doblarán en atención especializada y llegarán a los centros de salud. El confinamiento, añaden, «no deja de ser una medida desesperada para disminuir el contagio a cambio de destruir nuestra economía, solo vale para ganar tiempo hasta que podamos hacer test masivos para que el desconfinamiento no lleve a nuevos rebrotes».
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