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El Hospital Militar de El-Bolla está oculto tras las dunas. Alejado de las zonas habitadas, a unos 15 kilómetros de Rabuni (Argelia). Aunque hace años estaba destinado exclusivamente a víctimas de guerra, hoy en día es un hospital para civiles.
El pasado octubre una comisión sanitaria cántabra -con el cirujano Fernando de la Torre a la cabeza-, se desplazó hasta Tindouf y en dos semanas pasaron revisión a cerca de 200 personas e intervinieron quirúrgicamente a 75 en El-Bolla.
El plan para la próxima expedición cántabra, que viajará del 27 de marzo al 7 de abril, es parecido. Un total de ocho personas, entre médicos y enfermeras de quirófano, se desplazarán hasta Argelia para operar a «todos los que podamos». Se trata de intervenciones de cirugía general, tales como hernias, mama, tiroides y colecistectomias (vesículas) a enfermos de los cinco campamentos de refugiados de Tindouf.
El equipo médico está compuesto por siete sanitarios cántabros y una cirujana sevillana: Tomás Cobo, anestesista de Sierrallana y Mompía y vicepresidente de la Organización Médica Colegial; José Manuel Gutiérrez Cabezas, cirujano digestivo; Virgina Duran, cirujana de urgencias en el Hospital Virgen del Rocío; Eloy Gutiérrez Cantero, residente de cirugía de quinto año; Rubén Cebrecos, médico de atención primaria; y tres enfermeras de quirófano, María Pastrana, Pilar Briz y Marisa Merino. Por primera vez en 20 años, De la Torre no viajará hasta Argelia, pero coordina todo el operativo desde Santander.
Marisa Merino lleva viajando al Sáhara desde 2009. Es conocedora de lo que se va a encontrar allí: «Coopero desde el año 81, que estuve en Togo. Parece que vas a ayudar, y lo haces, pero es inmenso lo que ellos te dan. Es tanto cariño el que recibes que te sientes un poco egoísta», apunta. Para María Pastrana sin embargo es el primer viaje a Tindouf. Siente la incertidumbre de quien se enfrenta a algo nuevo, pero siempre ha querido cooperar. «Cuando me lo dijo Tomás (al frente de este viaje) no me lo pensé. Voy a ayudar en todo lo que pueda».
Para el Gobierno de Cantabria estos viajes de ayuda humanitaria se han convertido en una misión prioritaria, por eso se encarga de sufragar el coste de todos los billetes desde Madrid a Argel y desde Argel a Tindouf. El traslado en avión hasta la capital de España corre a cargo de cada sanitario.
Por su parte, la Clínica Mompía se hace cargo de la financiación de material donando 39 cajas que ascienden a 6.000 euros.
«Queremos dar las gracias al Colegio de Farmacéuticos de Cantabria, al Servicio Cántabro de Salud, al Colegio de Médicos, la Clínica Mompia y la Direccion General de Cooperación. Todos ellos hacen posible esta misión. Sin ellos no podríamos ir», apunta la comisión sanitaria.
Los dos primeros días en Rabuni los médicos se ocupan de pasar consulta y elaborar una lista de espera dependiendo de la gravedad de cada patología. Una parte importante de la labor que desarrolla el comité médico es la docencia, enseñar y mostrar el camino a otros médicos de allí para hacer cirugías leves.
Fernando de la Torre y compañía consideran que ayudar es una «obligación». Allí los civiles viven en jaimas instaladas en medio de la nada, rodeados de arena: «Estamos todos muy impactados por la situación que se vive allí».
La actividad en El-Bolla comienza con el primer rayo de sol del día. «A las 7 de la mañana ya estamos en pie tomando el café -que nos llevamos de España-. Nos ponemos el 'pijama' (se refiere al mono de quirófano) y nos vamos para el hospital, al lado de donde nos quedamos a dormir. Allí el ambiente está sano por el sol del desierto. Es imposible coger un virus. Puedes salir de casa con el uniforme puesto», apuntan. A las 8 ya están los quirófanos preparados y los enfermos en preoperatorios. «Operamos hasta las 18.00 horas, después comemos como podemos, nos echamos a descansar y al poco pasamos consulta. Se trata de solucionar el máximo de problemas en un mínimo de días», explica De la Torre.
fernando de la torre | cirujano
Al final del día cogen la bolsa de cacahuetes que han llevado también desde España, eligen una duna y se tumban a ver la puesta de sol. «Es una auténtica maravilla», dicen al unísono. «Eso sí, nos tienen constantemente vigilados. Hay hombres en otras dunas con armas. Por el peligro de secuestro...», aclara Merino. «Aunque allí somos sagrados. Se dejarían cortar una mano con tal de que no nos pase nada», añade De la Torre.
Este lunes, 19 de marzo, en la facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria (UC), a las 16.00 horas, Fernando de la Torre y Tomás Cobo impartirán la primera Jornada de Cooperación Internacional al Desarrollo «para enseñar a los estudiantes a involucrarse y concienciar a todos esos estudiantes de Medicina de que nuestra labor como médicos es ayudar».
El último día en Tindouf lo destinan a pasar consulta a los pacientes y a recoger. Sin embargo, el pasado octubre un contratiempo se cruzó en su camino: una joven con un tumor en una mama «del tamaño de una naranja». Apareció cuando ya tenían todo empaquetado para marcharse. «De primeras le dijimos que ya teníamos todo recogido y que nos teníamos que marchar, pero no fuimos capaces. Así que nos volvimos a vestir, a montar el quirófano y la operamos. No paraba de llorar y de darnos las gracias. Si la llegamos a dejar sin operar se muere».
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Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Álvaro Machín | Santander
Guillermo Balbona | Santander
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