Secciones
Servicios
Destacamos
Nadie puede decir que Cantabria no haya recibido este verano la visita de turistas. Aunque el ritmo de llegadas no es comparable con el de otros años, lo cierto es que enseguida se llenaron las calles. Eso sí, todo de visitantes nacionales. Salir a dar una vuelta e intentar localizar a un grupo de amigos o una familia extranjera es casi imposible.
En algunos establecimientos bromean sobre lo oxidado que tienen ya el inglés porque este verano no ha hecho falta ni decir 'hello'. No obstante, aunque son pocos, si uno agudiza el oído y tiene paciencia, acaba escuchando algún idioma extranjero. Sobre todo en los municipios que más se llenan durante la temporada estival.
Entre el goteo de turistas internacionales llegó Didier Foerstner. Para este vecino de Burdeos la visita a Cantabria de este verano no es la primera, ha venido muchas veces. ¿Hace cuántos años? El calculo lo hace rápido: «Vengo desde que tengo dos meses así que hace unos 50», comenta entre risas. Son tantas visitas que en el camping donde se hospeda y pasa largas temporadas junto a su familia, en El Helguero de Ruiloba, son viejos conocidos. Allí ya tiene amigos y también en San Vicente de la Barquera. Es algo parecido a estar en familia.
De la región le gusta «todo porque es muy bonito». Las montañas, la playa y la comida. De pequeño recorrió gran parte de España con sus padres y ahora es él quien repite en la comunidad autónoma acompañado de su mujer y de su hija. Lo cierto es que llevaban varios años sin dejarse caer por Cantabria y este año el covid-19 fastidió sus planes de venir en Semana Santa, pero no querían esperar al próximo verano así que en julio cogieron los bártulos y se acercaron cuatro días. Ahora en agosto repiten una semana. La situación sanitaria les preocupa, como a la mayoría. Sobre todo no poder volver a casa. «Solo me preocupaba que cerraran las fronteras», admite. En su opinión esa será una medida que «igual llega más adelante». Las dudas les han obligado a reducir sus vacaciones a apenas semana y media.
Durante el año, tienen la caravana en el camping. Y en torno a marzo «venimos y lo montamos todo», cuenta. Para así dejarlo preparado porque «siempre que podemos, viajamos en abril y agosto» y se quedan hasta finales de septiembre. Al vivir cerca, suelen aprovechar cualquier fiesta en Francia para viajar hasta Cantabria. Unos planes que este año han tenido que cambiar. Lo cierto es que esa falta de turistas que tanto subrayan los hosteleros, también la nota él. «No hay tantas personas como otros años», habla de turistas extranjeros, «la gente tiene miedo y no ha venido». A pesar de eso, sí percibe movimiento y las calles llenas. Por ejemplo en Comillas, uno de los municipios que visitaron durante la semana, allí «se veía bastante gente», reconoce.
Este verano Didier destaca una cosa: el cumplimiento de las medidas. «Por la calle todo el mundo va con mascarilla siempre, se usa el gel...». Algo que da cierta tranquilidad. De ahí que la sensación sea la de que en Cantabria «no hay tanto virus», dice. Aunque es consciente de que en comunidades vecinas como el País Vasco, parece que la situación «empeora». Por si acaso ellos regresaron ayer mismo a su país. Y, a partir de ahora, «no sabemos qué pasará». La incertidumbre sigue sobre la mesa.
También han elegido este verano Cantabria como destino de sus vacaciones Kimberly Van den Berge, su marido, Michiel y su hijo Otis. Esta familia holandesa descansaba el viernes en uno de los bancos del Paseo de Pereda de Santander, antes de volver a subirse a la bicicleta y continuar con el recorrido por la capital cántabra. Para ellos esta tampoco es su primera vez en la región, aunque sí la primera en «temporada alta», señala Kimberly. Por eso reconoce que le resultaba «difícil» comparar la afluencia de gente por la zona del centro con respecto a otros veranos, dice. Si algo tienen en común todos los países este 2020 es la crisis sanitaria del coronavirus. ¿Y cuál es su sensación en Cantabria? «La situación está bien, lo veo controlado». En Holanda, de momento, no es obligatorio llevar mascarilla y por eso admitía que le llama la atención ver cómo aquí «todo el mundo la lleva».
Y le parece bien la medida, aunque cuesta acostumbrarse. «Hay que pensarlo y estar pendiente para que no se te olvide». Seguro que más de uno se ha despistado alguna vez y ha tenido que volver a casa a por ella. Con un hijo pequeño, «no sabemos como está el ocio nocturno», reconoce Kimberly. Pero, al menos por la mañana, la percepción es de seguridad, de que la gente «se lava mucho las manos» y mantiene la distancia. Su idea es quedarse unos días y disfrutar de la playa de Somo, «nos gusta mucho».
Por la zona de la catedral de Santander paseaba Aurellie Palengat, francesa, acompañada de su marido, Benjamín, y de sus dos hijas pequeñas, de dos y seis años. Sobre las medidas, lo tiene claro: «Las vemos bien, aquí hay más que en Francia, por ejemplo la gente lleva mascarilla», comentaba Aurellie. En este punto se mostró más crítico su marido que, a su modo de ver, «si la gente la utiliza es sólo porque es obligatoria» y no tanto por responsabilidad. Eso sí, los dos coincidían en una cosa: «No vemos ningún problema con viajar». Y por eso, en su caso, la crisis sanitaria nunca hizo tambalear los planes. «En ningún momento nos planteamos no viajar», reconoce la turista francesa. Al vivir cerca de Bayona y de la región, «y poder desplazarnos en coche, nos parecía seguro y aquí también lo estamos». Además, el acento del norte «lo entiendo mejor», añade entre risas Aurellie. De Cantabria se quedan con el mar, la costa y «la comida».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.