El mejor aliado contra el lobo

El mastín -que tiene una esperanza de vida de 10 a 12 años, pesa entre 65 y 90 kilos (aunque algunos los superan) y suele alcanzar una altura de entre 75 y 85 centímetros- tiene sus raíces en el mundo rural, ese es su principal entorno, aunque hay quien también lo tiene como animal de compañía o incluso para exposición. Pero si por algo se ha caracterizado siempre es por ser el principal compañero del pastor y encargado del bienestar de vacas, cabras y ovejas.

Emilio Ruiz Revuelta, ganadero de Santa María de Cayón y que cuenta con un centenar de ovejas carranzanas, tuvo que recurrir a esta raza de perro hace cinco años cuando su ganado empezó a sucumbir a los ataques del lobo. Ahora tiene cinco mastines. «Es un animal que se tiene que criar con las ovejas desde pequeño», cuenta. Justo la semana pasada sus perros mataron a un jabalí de 30 kilos. «Los lobos si están solos no se atreven a entrar, pero si van unos cuantos en manada sí acceden a la finca», relata.

Emilio asegura que sus cinco mastines comen cada semana un saco de pienso que le cuesta unos 20 euros y un saco de pan que compra por 5 euros, con lo que el gasto mensual en su alimentación asciende a unos 125 euros. Sobre la relación de este animal con la gente, este ganadero advierte que hay mastines que son «agresivos», «pero esos no se pueden tener». Los suyos, en cambio, «simplemente defienden la finca y no se salen de ella». «Cuando la gente pasa por delante, a la orilla de la carretera, se acercan al límite del vallado y ladran, pero no son villanos». De hecho, cuenta que cuando han venido los veterinarios a hacer la campaña sanitaria de sus ovejas «siempre les digo que no tengan miedo mientras yo esté con ellos». «Y cuando ha venido gente a comprar ovejas tampoco han tenido ningún problema», añade.

Emilio afirma que estos perros tienen diferentes carácteres, «igual que las personas». «Los que he tenido hasta ahora son perros nobles, pero el problema es que hay algunos que tienen algún cruce y son más agresivos». También asegura que hay mastines que pesan más de cien kilos, pero «esos no valen porque no tienen la agilidad suficiente para levantarse, correr y proteger al ganado del lobo». «No pueden andar casi, son mastines de exposición». En cambio, los suyos dice que donde van las ovejas ahí están ellos protegiéndolas. «Aquí hay una pista por el monte, donde pasan quads y motos de monte los fines de semana, y el perro está a la expectativa mirando a ver quién pasa».

También Rafael Roiz, ganadero de Bejes (Cillorigo de Liébana), conoce muy bien al mastín español. De hecho, cuenta en estos momentos con trece ejemplares (además de estar criando a algún otro), que se encargan de proteger a las 430 ovejas, 200 cabras, 50 vacas y alguna yegua que tiene.

Fue en el año 2004 cuando recurrió a este can para poner a salvo a su ganado. Con la ampliación del Parque Nacional de Picos de Europa, en 1995, «empezamos a tener al lobo 'desayunando' con nosotros cada mañana». Al principio, los ganaderos de la zona pensaron que intensificando el pastoreo lograrían espantar a estos depredadores. «Estábamos mañana y tarde pendientes del ganado, lo llevábamos a dormir a algún refugio, poníamos la radio por la noche, utilizábamos luces intermitentes, pero tuvimos que desistir porque encima se metía la niebla».

Así que optaron por recurrir a los mastines, que, según señala este ganadero, «son la cura para prolongar la vida de los animales, pero no solucionan la 'enfermedad'». «Disminuyes los ataques, pero al aumentar la población de lobos seguimos teniendo animales muertos. Es un goteo constante. Los lobos se vuelven astutos, aprenden a defenderse y buscan cualquier forma de ataque para burlar la presencia de los mastines».

Como ejemplo, Rafael expone que a veces los lobos atacan en la delantera del rebaño para atraer a los perros ahí y, mientras, otra parte de la manada de lobos ataca por otro flanco. «No está siendo nada fácil, esto no es vida. Al principio tenía más ovejas y cabras, pero luego me fui más al ganado mayor, aunque da igual porque el lobo es carnívoro», apunta este ganadero, que calcula que cuando llegó a tener hasta un millar de ejemplares entre ovejas y cabras, perdió 120 animales anuales durante veinte años.

Para frenar esa sangría, Rafael recurrió a los mastines. «Sin ellos nos tendríamos que haber retirado. Han sido seleccionados por los pastores para contar con una ayuda que con humanos sería imposible. El mastín es un perro fiel, leal, capaz de custodiar lo suyo sin atacarlo. Lo más que puede hacer es separar dos rebaños, que mi ganado no se mezcle con el del vecino». Dice que ha tenido ataques «gordos» en los que los lobos han matado hasta cien ovejas en una noche, cuando no tenía mastines. Y ahora, de no ser por estos perros, «no tendría ni ovejas ni cabras».

«Sin ellos sería impensable. Es el único animal que puede estar las 24 horas del día vigilando. Y aun así, el lobo ha desarrollado más astucia y también le quita ganado. Pero sin los perros es imposible. ¿Con qué dinero le pagas y a quién para que esté 24 horas, seis o siete meses en las fincas, cuidando del rebaño sin librar ningún día?», afirma Rafael, con el convencimiento de que «el mastín es el mejor aliado del pastor».

Juan Luis Gil, constructor de profesión, también conoce a la perfección las características de los mastines, ya que cuenta en la actualidad con 27 ejemplares (alguno ha sido hasta campeón de España), que tiene en una finca de Ampuero, de siete hectáreas, y que se hacen cargo de la custodia de una docena de vacas (de su cuñado) y de cuatro cabras. «Los puse hace trece años como guardas de la finca y fue un acierto total. Es un perro muy noble, muy seguro de sí mismo y muy guardián. No es peligroso. Simplemente cuando él ve cualquier anomalía o cosas extraña ladra y se planta, marca su territorio. Pero no es un perro de ataque. Para los niños tiene un instinto especial. Jamás uno de mis mastines ha hecho nada a un niño y he tenido a los sobrinos montados a lomos y tirándoles de las orejas. Pero no se meten con ellos; ni un mal gesto y nada malo. Y mira que son perros que pesan hasta 100 kilos algunos».

Los perros de Juan Luis son de todo tipo de tonalidades: atigrados, blancos, canela, rojos, negros... «Tengo todos los colores posibles». Y en cuanto a la alimentación, asegura que les da carne un par de días a la semana y el resto pienso, unos 600 gramos al día a cada uno. «No comen demasiado, cuando más se alimentan es durante la fase de crecimiento, en la que pasan de 400 gramos a 80 kilos en un año».

Sobre la relación de este can con la gente, comenta que normalmente ladra y se planta un poco. «Si estoy en casa y ven que me pongo a hablar con alguien que ha venido de visita, automáticamente lo deja. Si no, ahí sigue machacando. No es de ataque, a no ser que se vea necesitado. En cambio por las noches se transforman, se ponen en alerta».