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Los efectos de la pandemia en la salud de los jóvenes empiezan a tener su constatación en datos de ingresos hospitalarios y en estudios que evidencian trastornos de conducta, alimenticios, de ansiedad; después de haber sido duramente señalados durante la última ola de contagios, la ... consecuencia del encierro y las redes sociales como una nueva forma de socialización, con el peso específico que adquiere la imagen en ese contexto, han dado lugar a nuevas demandas sanitarias que los profesionales observan y nombran en voz alta con el fin de advertir sobre sus daños. Y entre esos daños, se suma ahora el del alcohol y el formato de «atracón» que parece imperar en tiempos de restricciones.
¿Beben los jóvenes más o beben distinto? Bajo el foco covid, el botellón se convirtió en noticia este verano, y, tras los altercados en Noja, y las convocatorias en las playas y parques que se han sucedido en las vacaciones, cabe preguntarse si las restricciones han influido en el consumo de alcohol, una práctica ligada al ocio desde hace años, pero que a estas alturas de la pandemia aflora en «una tendencia ascendente». Las cifras evidencian un cambio a peor en la ingesta de alcohol entre menores, y este verano los ingresos en urgencias por tomar alcohol han aumentado un 39% con respecto al verano anterior, según los datos facilitados por el servicio de Pediatría del Hospital Valdecilla. «Creemos que ha aumentado el consumo, se bebe de una forma más compulsiva y en atracones», dice la jefa de servicio, María Cabero. «Si bien es verdad que el consumo tipo botellón tiene un mayor foco de atención porque a los efectos del consumo se suma el efecto de mayor riesgo de propagación del virus, sí se han atendido más casos en urgencias». ¿Cuánto más? Según sus datos, el verano de 2020 se atendieron en urgencias a 27 menores, frente a los 44 que ya llevaban contabilizados solo hasta el 30 de agosto.
Ambos veranos han sido atípicos, en tanto que la pandemia y sus restricciones han distorsionado toda normalidad. De hecho, el servicio de emergencias del 061 ha visto reducidas sus salidas: «Hemos tenido casos puntuales y más demanda de lo habitual en la zona de Castro Urdiales y Noja, pero, en general, este verano la movilización de ambulancias para asistir intoxicaciones étilicas, agresiones o accidentes fortuitos ha bajado en torno a un 20%», explica el coordinador médico, Fernando Bárcena: «No ha habido –añade– que recoger a más personas en la vía pública que otros años, ni a jóvenes o adolescentes, sobre todo cuando había toque de queda», y advierte de que han sido menos que otros años: «En San Juan o en los fuegos artificiales, reforzábamos el centro de coordinación y las ambulancias, y este año fue un San Juan mejor que cualquiera».
Entonces, ¿de dónde surge el incremento de urgencias en un calendario sin fiestas? «Las encuestas a nivel nacional durante la pandemia muestran que la población más joven presentó una mayor tasa de reducción del consumo y una menor prevalencia de borracheras, mi impresión es que puede haber un efecto 'postpandemia'», argumenta la psiquiatra de Infantil y Juvenil del Hospital Valdecilla, Beatriz Payá: «Llevaban mucho tiempo sin sair y socializar, y tienen interiorizado el consumo de alcohol como algo recreativo». Sin embargo, el componente lúdico puede esconder algo más: «La mayoría bebe porque es divertido y anima las fiestas, porque les gusta cómo se sienten después de beber, pero en algunos jóvenes, el consumo abusivo de alcohol y otras sustancias puede enmascarar trastornos depresivos o de ansiedad subyacentes. En estos casos los adolescentes usan el alcohol para amortiguar el malestar, se incrementa la frecuencia y los patrones de riesgo en cuanto al consumo, con cambios de carácter y de comportamiento que deberían alertarnos».
Según la Consejería de Sanidad, los indicadores que conforman el Sistema de Información de Adicciones de 2020 revelan que el alcohol es la sustancia que más consume la población cántabra y que sigue en aumento. Además, de las urgencias por alcohol, un 47% son intoxicaciones etílicas, 33% traumatismos y un 15,5% presenta trastornos digestivos. Del total, un 10,5% acaba ingresado. ç
«Se consume de otra manera», advierte Cabero. «La cancelación de eventos, conciertos, champanadas, hogueras ha hecho disminuir el consumo en esos días pico», y, tras contabilizar mes a mes los ingresos por ingesta de alcohol de menores que ha recibido Urgencias de Valdecilla, advierte además de otro dato preocupante: «El aumento de los ingresos de origen psicológico, enfermedades psicosomáticas o de origen psiquiátrico, con trastornos del comportamiento alimentario graves o intentos autolíticos».
María Jesús Cabero | Jefa de servicio Pediatría del Hospital Valdecilla
Fernando Bárcena | Coordinador médico del 061
Beatriz Payá | Psiquiatra de Infantil y Juvenil del Hospital Valdecilla
Esta realidad también ha llegado al teléfono del 061, como advierte su coordinador médico: «Si bien por etilismo no hemos notado grandes variaciones, sí hemos notado el aumento de trastornos psicológicos o psiquiátricos, o de episodios de ansiedad», un incremento que tiene su reflejo en el hospital, donde la acumulación de este tipo de patologías obliga a cuestionarse el modo de vida al que la pandemia ha abocado a una generación a la que, como advierte Cabero, no se debe demonizar: «Los hábitos saludables y los perniciosos se adquieren en conjunto y se aprenden también en conjunto, hay que hablar en las aulas y en la sociedad, y las autoridades deben reflexionar cómo se puede ser más feliz, más sano, más activo sin correr riesgos, y no demonizar a esta generación porque les ha tocado la pandemia, la suspensión de extraescolares, los problemas familiares, la falta de ejemplos sociales de otros estilos de vida mientras enfrentan el riesgo de adicción de las pantallas y la sobreexposición de redes», dice.
La consecuencia es lo que ven cuando se abre la puerta de Urgencias a los menores: «Un aumento de los ingresos de origen psicológico y enfermedades psicosomáticas y psiquiátricas, trastornos del comportamiento alimentario graves e intentos autolíticos (actos suicidas)». ¿Qué papel juega el alcohol en este cóctel, ya de por sí peligroso? «Con el tiempo, el exceso de alcohol daña las células cerebrales. Esto puede llevar a problemas de comportamiento y daño permanente en la memoria», advierte Payá. Además, dice, consumir alcohol «puede aumentar el riesgo de exposición a situaciones traumáticas con consecuencias emocionales muy negativas, y también crea un mayor riesgo de desarrollar trastornos depresivos, ansiedad y fracaso escolar».
Según el Ministerio de Sanidad, el 75,1% de los adolescentes de 14 a 18 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida. Además, seis de cada diez adolescentes se han emborrachado y uno de cada tres lo ha hecho en los últimos treinta días. El consumo lo analiza el informe citado por la psiquiatra Beatriz Payá, en el que Cantabria se sitúa por encima de la media; si en España, el 63% de los encuestados (de 15 a 64 años) había consumido bebidas alcohólicas en los últimos treinta días, en Cantabria ese valor se sitúa en 67,6%.
Ante el botellón como forma de ocio juvenil, las expertas consultadas por este periódico abogan por hablar del alcohol en las aulas y,sobre todo, por predicar con el ejemplo. «Los menores perciben el alcohol como una sustancia poco peligrosa y desconocen las consecuencias tan graves que puede tener para su salud, por eso la educación es un elemento fundamental», afirma la psiquiatra de Valdecilla, que pide «tomar medidas para evitar la fácil accesibilidad que tienen los menores para obtener bebidas alcohólicas en supermercados, bares, etc.».
«Los jóvenes se han de divertir y socializar, pero no de estas formas», dice la pediatra María Jesús Cabero: «Hay que hablar en las aulas y en la sociedad, porque toda la sociedad se tiene que concienciar y dar ejemplo. Además, hay que recordar que no son solo los jóvenes, que son también muchos adultos los que tienen un consumo excesivo de alcohol, y el ejemplo es básico».
Si bien según el último Informe del Observatorio español de drogas y adicciones de 2021, la prevalencia en menores «se mantiene estable respecto a las cifras ya crecientes de los años previos», Payá sí que advierte «un claro aumento del consumo de alcohol en jóvenes en los últimos diez años», un hecho al que se suma que «la edad de inicio de consumo es cada vez más temprana». Lo evidencia el último Informe del Observatorio español de drogas y adicciones (2021): la prevalencia en menores se mantiene estable respecto a las cifras ya crecientes de los años previos, sin embargo, advierte la psiquiatra de Valdecilla, «las intoxicaciones etílicas agudas están más extendidas en el grupo de menor edad donde se está observando un ligero repunte». ¿Aqué se debe ese repunte? «Principalmente al cambio en el patrón de consumo juvenil de alcohol», responde Payá: «Los adolescentes que beben lo hacen en cantidades cada vez más elevadas, y por tanto son más frecuentes consumos muy elevados de alcohol en cortos períodos de tiempo (el denominado 'binge drinking') con un riesgo mayor de daño y consecuencias negativas para la persona», algo que refrenda Pediatría. «El consumo temprano es un hecho que se viene advirtiendo desde hace años, pero la novedad es que es un consumo en atracones», afirma Cabero: «Hace tiempo los jóvenes salían de vinos, se tomaban pinchos y la ingesta era menor en más tiempo y en más días, pero ahora salen a beber, y pasa un tiempo desde el inicio del consumo hasta el conocimiento de los padres».
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