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En la calle hay muchas dudas. Tantas que algún vecino reconoce no seguir ya las noticias ni poner especial atención en los mensajes que lanza el Gobierno de Cantabria sobre las recomendaciones más allá de cumplir con la obligación de llevar mascarilla y mantener las distancias para luchar contra la expansión del covid-19. Los diferentes discursos del Ejecutivo generan desconcierto entre la población y ya «no sabes ni a qué atenerte», decía ayer Antonio Sainz que, sentado en uno de los bancos de la Plaza del Ayuntamiento de Santander, reconocía la urgencia de, como ciudadano, recibir «un mensaje claro» por parte de las autoridades responsables a quienes les pide «unidad y más acuerdos».
Este vecino se refiere a las «contradicciones» de los últimos días. El sábado Sanidad recomendaba a la población autoconfinarse para intentar frenar la escalada de contagios por coronavirus de la comunidad autónoma, a la par que, un día antes, se realizaba un cambio normativo para ampliar de 1.000 a 6.600 espectadores el máximo permitido en el partido del Racing. Eso genera «inseguridad», opina también Lidia Gómez que, junto a su abuela, coincidía en subrayar que echa en falta «un mensaje serio». Y, sobre todo, «claro». Por eso ellas ya casi no hacen caso de lo que pasa: «Cada día es una cosa, mezclan las medidas y al final termina siendo contradictorio».
Raquel García es hostelera. Regenta un hotel en Santillana del Mar y por eso comprende la preocupación del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, por salvar la economía. Aun así coincide con la mayoría de los vecinos consultados por este periódico en que «el mensaje debe ir en una dirección. Hace unos días invitábamos a los madrileños a venir y dijeron (Revilla y el consejero de Sanidad) que la situación no era preocupante y ahora han subido mucho los casos», resumía. Hace falta un equilibrio.
A su lado Mari Carmen Sánchez decía estar «descontenta con los políticos» porque, en su opinión, el mensaje que envían a la sociedad «cambia cada día» y eso genera «más inseguridad» de la que da ya de por sí estar en una pandemia. Lo cierto es que la gente es consciente de lo complicado que resulta predecir cómo se va a comportar el bicho, pero es que a veces «parece que vayamos a la deriva», resume Francisco Bravo. El vecino de Parbayón admite que le cuesta recordar cuándo fue la última vez que percibió un «mensaje claro del Gobierno de Cantabria». Para él, tanto la comunidad autónoma como España urgen «una persona coherente, una autoridad» que se encargue de marcar «directrices concretas».
«Lo del Racing no tiene sentido», opinaba Juan Alonso desde su puesto en la Plaza de la Esperanza. Se refiere a que aumentaran el número de aficionados que pudieron entrar al estadio. Él está preocupado por si le cierran el puesto debido a la escalada de contagios. En cualquier caso, su comentario es parecido al de los demás. «A veces el mensaje es contradictorio y en un tema tan importante como este el debe ser sólo uno y más claro».
Lo mismo que comentaba Ramón Mancebo. «Estoy un poco perdido porque un día dicen una cosa y al siguiente otra». Y eso «aumenta el miedo». El vecino de Muriedas entiende que la «economía pueda resentirse» con algunas medidas y haya que pensar bien qué hacer, pero echa en falta «un plan claro». Y que las autoridades se reúnan más para ordenar las ideas. Justo lo que reclama también Jesús Bajo, vecino de Santander. «Debe haber más unidad porque no es un asunto político». Y esa falta de unión da la sensación de que no saben «cómo llevar la situación» y eso aumenta «la inseguridad».
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