Los mensajes contradictorios del Gobierno descolocan a la hostelería en su reapertura

Los hosteleros llevan dos semanas escuchando anuncios de reapertura del interior de los establecimientos sin saber a ciencia cierta cuándo podrían abrir. Si mañana, si el jueves, si el fin de semana... con su personal pendiente de los ERTE, con los grandes distribuidores esperando los pedidos, con los propios profesionales echando cuentas de si merece la pena abrir o no. La confirmación, junto con las nuevas condiciones, llegó vía Boletín Oficial de Cantabria escasas horas antes de la apertura.

Y la gota que colmó el vaso de la paciencia llegó con el toque de queda. Tan sólo 24 horas después de que el presidente Revilla anunciara que el Gobierno estudiaba retrasarlo a las once de la noche, el mismo portavoz adelantaba que Sanidad «no está por la labor».

Con tanta incertidumbre, ya hay quien ha optado por esperar a la próxima semana para reabrir. «Volver a poner en marcha un negocio que trabaja con productos frescos es muy complicado», explica Juan González, de la Bodega La Conveniente, en Santander. Al no tener terraza, el local lleva con la persiana bajada desde noviembre y ahora les toca empezar con las llamadas a proveedores; es como arrancar de cero. Los cierres anteriores les pillaron con «las neveras llenas». Prefieren no precipitarse y tener las restricciones claras antes de invertir en la compra de materia prima. A estas alturas las pérdidas son tantas que «se acumulan» y se han decantado por «esperar a la semana que viene», comentaba ayer.

Su idea era empezar a andar cuando confirmaran los extremos anunciados a lo largo de estos días por el Gobierno autonómico como, por ejemplo, ver si finalmente se retrasa el toque de queda y pasa de las diez a las once de la noche. Una hora que les daría oxígeno porque abren a las 19.00 horas y sólo con ese tramo de actividad «perdemos más dinero abiertos que cerrados», reconocía el hostelero. Ahora, parece que no será así.

Los hosteleros leen y escuchan las medidas, pero no se fían. El desbarajuste sobre la apertura de interiores arrancó la semana pasada cuando la situación sanitaria de Cantabria mejoró y el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, anunció la medida si la región se afianzaba en el nivel medio de alerta. Todo sin fechas. Eso ya hizo sonar los teléfonos de muchos restaurantes y los hosteleros se encargaron de recordar a sus clientes que aún no era posible reservar. Al día siguiente Rodríguez adelantó que reabriría la hostelería esta semana, pero con un aforo por debajo del 50%, pero continuaba sin haber fecha para retomar la actividad. Hubo que esperar hasta este martes.

En el interior del restaurante Cañadío, en la capital cántabra, se intuía este martes cierto movimiento. ¿Se preparan para abrir? «Sólo estamos colocando algunas mesas y mirando el stock», explicaba Pedro José Román, jefe de cocina del establecimiento. Allí optaron por la «calma» y dar los pasos poco a poco. Sobre las 11.00 horas de la mañana lo que se sabía eran esos anuncios hechos por el Ejecutivo, pero «esperamos al BOC que es lo oficial», añadía. Coincide con el resto de profesionales en que arrancar un restaurante «no es sencillo» por eso es mejor estar seguros de las fechas y las condiciones antes de levantar el teléfono y ponerse en contacto con distribuidores. Y esa será otra parte de la organización, «que los proveedores tengan material y lo puedan traer», comentaba. Lo que querían evitar era adelantarse a los plazos y llenar la nevera antes de tiempo así que este martes sólo revisaron lo que hay almacenado de cierres anteriores y adelantaron una lista de lo que pueden necesitar en unos días. El plan es arrancar «lo antes posible», pero con garantías. Mejor «abrir unos días más tarde», añadía el profesional. Su sensación es de «inseguridad» por esos anuncios del Gobierno que luego tardan en traducirse en medidas publicadas.

La prudencia fue la tónica general entre los hosteleros, incluso entre quienes sí decidieron empezar con los preparativos. En La Bodega del Riojano, en el Río de la Pila, se distinguían dos sonidos. La música de la radio y el ruido que acompaña a la limpieza. En eso andaban algunos de los trabajadores. El jueves pasado bajaron para empezar con la limpieza. «Sabíamos que llegaría la reapertura», comentaba el jefe de sala, Manuel Solórzano, ¿Hay ganas de volver al trabajo? «Todas». En noviembre bajaron la persiana. Desde entonces son ya muchas semanas sin actividad y «necesito recuperar mi rutina», reconocía. La bebida empezarán a reponerla entre hoy y mañana. «Miraremos a ver qué nos puede hacer falta», resumía. Ayer ya hicieron alguna llamada, pero «de forma prudente», reconocía su propietario, Carlos Crespo. Para ellos es como «arrancar de cero» y eso implica volver a contactar con proveedores, sacar a trabajadores del ERTE y organizar el negocio al completo. Eso sí, «si llegamos, abriremos mañana (por hoy)», confirmaba.

Otro restaurante que, si puede, tiene previsto abrir este miércoles sus puertas es el Querida Margarita, en la calle Andrés del Río, en Santander. Su director, Rafael Prieto, explica que «lo más urgente» son los pedidos y poder recibir el producto para empezar con las elaboraciones de los platos que necesitan más tiempo de preparación. Con un cambio de carta previsto, espera tenerlo todo listo. El objetivo es preparar un menú que no resulte «excesivamente complejo» y no requiera tanto tiempo. Aún así el poco margen hace de la reapertura algo «forzada».

El bar Patiochico abrió la terraza de nuevo el viernes y tienen su idea es empezar a servir en interiores. Están preparados. ¿Cómo se organizan? «Con la carta reducida y haciendo pedidos mínimos», explica el encargado, Agustín Revert. Quienes lo tiene más fácil son los locales que, al tener terraza no han dejado de trabajar. Es el caso del Asador Lechazo Aranda. Aún así, una de sus propietarias, Violeta Montes, reconocía que «necesitaríamos más tiempo, pero al menos estamos rodados».