Meruelo debe reducir en quince años el 90% del residuo que ahora entierra

«Cantabria es parte de Europa y nos piden que nos adaptemos al nuevo marco. Como siempre hemos estado en la vanguardia con esta planta, vamos a trabajar desde hoy mismo para que siga siendo así», remarcó el consejero, que recorrió ayer en la instalación de Meruelo todos los procesos para conocer la realidad de un lugar en el que se reaprovecha el 90% del residuo entrante. En total, hasta 5.000 toneladas de vidrio al año; 2.700 de metales y hasta 35.000 de compost que se destina a diferentes usos. Sin contar los 178.000 megavatios generados, que se ingresan a la red eléctrica tras un complejo proceso de turbinas y que es el equivalente a la energía que consumen 70.000 cántabros en un año.

El cambio inminente, quizá el más importante de cara a estos objetivos demandados desde Bruselas, será la recogida selectiva del residuo orgánico, lo que se traducirá en la existencia de un contenedor más en los barrios, de color marrón, que se unirá a los existentes: amarillo (envases), azul (papel), vidrio, y el gris, que será el heredero del actual verde, al que irá destinado todo lo que no tenga cabida en el resto.

Ni Gobierno regional ni Tircantabria han aventurado plazos, aunque en el horizonte está la fecha límite impuesta por Europa. Tampoco hablaron ayer de presupuestos. «No es el momento aún de tratar esto porque de lo que se trata hoy es de conocernos bien, entender la instalación desde dentro y planificar una estrategia de encuentros, además de un plan de trabajo que vaya llevándonos a conseguir objetivos», detalló el consejero a su salida de la reunión que mantuvo con responsables de la planta de gestión de residuos.

Deberán implantarse tecnologías y procesos para los que, en principio, no estaba diseñada la instalación. «Estamos hablando de que deberemos evolucionar aún más en el separado automático de residuos. Esto es, en que las máquinas sean cada vez más finas a la hora de discernir los diferentes tipos de basura que van en una misma cinta», explicó el director de Tircantabria. «Cómo se vaya a hacer y cuándo, dependerá también del plan con el que se haga. De la previsión con la que se vaya a plantear, si es a largo plazo o a más corto», explicó Joaquín Pérez.

Por lo pronto, debería pensarse con la meta de 2067, que de hecho fue la prórroga de vida útil que se contempló en el mes de mayo del pasado año. Una medida tomada tras dedicar a tal fin una inversión de 2,4 millones provenientes de los 12,4 que pagó el País Vasco para sufragar la llegada de 168.977 toneladas de basura desde Guipúzcoa entre 2016 y 2017.