
Del miedo y la «hipervigilancia» a la euforia de un contexto de libertad
Así lo vivimos ·
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El psicólogo Baltasar Rodero explica los motivos para la sensación generalizada de que hay muchas ganas de pasarlo bien tras dos años durosHay una frase que el psicólogo Baltasar Rodero utiliza varias veces a diario en su consulta. Esa de José Ortega y Gasset de «yo soy ... yo y mis circunstancias». «Cualquier persona que viva en Ucrania, aunque sea experta en yoga, tai-chi, reiki o chi kung, no estará bien ahora mismo», pone como ejemplo para darle sentido a la idea. Pues bien, los ciudadanos «hemos vivido sometidos a un contexto de amenaza». «De muertes, de enfermedad, de ingresos, de confinamiento... Que nos podía afectar a nosotros o a nuestros seres queridos. Un estado de 'hípervigilancia' y de alerta». Frente a eso, «y aunque sigue habiendo muertes», el contexto habitual «no tiene nada que ver». «Puedes ir a todas partes sin mascarilla, sin restricciones». Eso explica la sensación generalizada de que «hay ganas de pasarlo bien». Algo que se palpa en las agencias de viajes, en los conciertos, en las celebraciones de las bodas que quedaron pendientes... Incluso venciendo a problemas como los derivados por un aumento de precios generalizado. Se nota.
Para Rodero, el contexto de estos dos últimos años largos ha sido el de «sentirse prisioneros del miedo a caer en la prisión que significaba la enfermedad o un nuevo encierro». Frente a eso, el de ahora es «un contexto de libertad». Por contraponer sensaciones, «del miedo, la incertidumbre, la angustia o la tristeza» se ha pasado a la «ilusión, la esperanza». A las ganas de hacer cosas. Por eso, «empezamos a hacer planes y a recobrar la vida que teníamos».
Entiende que, en algunos casos, esta etapa marcada por el covid ha servido para una reflexión vital. La compara con la que se hace ante la pérdida de un ser querido o ante una estancia en el hospital. Esa de que «hay que aprovechar más la vida», «ser conscientes de que estamos aquí por un tiempo, no permanentemente, y de la necesidad de aprovechar las oportunidades». Otro factor más para explicar la situación que se plantea de cara a este verano.
Y queda otro. Importante. El que serviría para explicar la intensidad de las ganas de evasión, de euforia. Para medirlo. «El tiempo de malestar. No es lo mismo que el malestar dure una semana o un mes que dos años». Habituado a los ejemplos, compara lo que ocurre después de acabar un examen «que has tardado una semana en preparar» o «unas oposiciones que han supuesto tres años de estudio». Pues parecido. «Cuanto más tiempo sometidos al elemento que estresa, más ganas después. Si la pandemia hubiese durado un mes, la euforia de la que estamos hablando no sería la misma. Tiene que ver con el tiempo que hemos pasado restringidos».
Rodero explica que, en la actualidad, a la consulta acuden en menor medida «pacientes con temores hipocondríacos», algunos de los que estaban vinculados «al miedo a la enfermedad».
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