La migración 'artificial' del salmón

Algunos ríos de Cantabria están tan deshidratados que, en ocasiones, hay que sacar a los peces del agua antes de que se queden sin ella, transportarles por carretera y liberarles en otro punto donde puedan nadar sin correr el riesgo de quedar atrapados y morir. Este proceso, que por lo general se efectúa en el mes de junio, cuando los caudales languidecen, evoca un momento apocalíptico, más aún cuando se tiene que realizar en abril, es decir, dos meses antes de lo previsto.

Personal del Gobierno regional –agentes del Medio Natural y bomberos forestales– llevan cuatro semanas extrayendo peces estancados en las pozas de los ríos y soltándolos allá donde puedan continuar su camino hacia el mar, una tarea laboriosa y compleja con la que han podido recuperar –rescatar de una muerte segura, podría decirse– a 2.800 ejemplares contando los capturados este viernes en una operación que querían que vieran los medios para que se hagan eco y cuenten cuál es la situación.

La extracción se llevó a cabo en una poza del río Pas a su paso por Corvera de Toranzo en la que los expertos tenían localizados alrededor de ciento cincuenta peces a los que, de no llover, el agua concedía no más de dos o tres días de vida.

«Nos encontramos en un punto en el que el río se sumerge y desaparece de la superficie impidiendo el tránsito de los peces», juveniles de salmón, truchas y alguna anguila «que quedan atascados aquí sin ninguna posibilidad de avanzar por sí mismos», explica el subdirector general de Medio Natural, Ángel Serdio. «Y esta que van a ver es la mejor manera que tenemos de ayudarles a completar su migración natural al mar».

Para poder llevar a cabo el trasvase de un lugar a otro del río, los agentes de Medio Natural utilizan una técnica muy llamativa; la pesca eléctrica, también conocida como electrotaxia, que consiste en aturdir al pez con una descarga eléctrica de poco voltaje y capturarlo con un redeño aprovechando los diez o quince segundos que queda en estado de semiinconsciencia.

«Una vez que los vamos sacando, los metemos en un caldero y los introducimos en una cuba con oxígeno que se transporta por carretera al punto en el que se va a proceder a la liberación, una zona del río donde sabemos que el caudal está asegurado», dice en la ribera Juan Miguel Gil, miembro de la brigada de agentes de la Comarca Ocho (el Pas), que recuerda que los salmones que acaban de sacar del agua, «que tienen dos años de edad», no deberían estar ahí sino nadando ya en el mar.

Por eso, sin perder más tiempo, los efectivos de la cuadrilla que participa en esta operación, a los que acompañan el consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Me- dio Ambiente, Guillermo Blanco, y los alcaldes de Corvera de Toranzo, Mónica Quevedo, y Puente Viesgo, Óscar Villegas, emprende un fugaz viaje por carretera al punto de destino de los esguines, que media hora después de verse atrapados en una poza seca, ya bajan plenamente libres por las aguas del coto de Dos Ríos, que no se bautizó de ese modo porque sí.

Allí confluyen el Pas y el Pisueña para juntar sus aguas y hacerlas lo suficientemente caudalosas como para que los peces liberados continúen su viaje al mar culminando así un proceso migratorio que debería ser natural pero que a veces, lamentablemente, es artificial.

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