Secciones
Servicios
Destacamos
Fue el jueves 29 de julio. La plana mayor de Sanidad reunió a los alcaldes de los 19 municipios afectados por la orden de cierre de interiores para explicarles la situación. Miguel Rodríguez salió a recibir a los ediles. Uno a uno. Con cordialidad -Gema ... Igual (PP) dijo, incluso, que no había ninguna «queja personal» del trato dispensado por el consejero, todo lo contrario-. Pero en el saludo con algunos de los compañeros del PSOE, sobre todo con Esther Bolado (Camargo), se palpó -hasta donde se puede con las medidas para protegerse- la efusividad para con el amigo tocado. Como si sonara 'Resistiré' de fondo. «¿Va a dimitir?», le preguntaron después los periodistas. Dijo que no. Ayer esa era una de las preguntas para el consejero, que ha hablado casi a diario. Pero prefirió no hablar.
Tras esa reunión las preguntas vinieron por la petición de los hosteleros -que dimitiera- y, sobre todo, por las frases de Revilla. Lo de que tenía dudas sobre que el cierre sirviese para algo, pero que él no tomaba las decisiones. «¿Desautorizado? No. No me puedo sentir desautorizado y lo siento, pero lo tengo que decir: la única autoridad sanitaria de esta región es el consejero de Sanidad y, con sus aciertos o sus errores, el consejero es el que toma las decisiones», respondió Rodríguez, que aseguró sentirse «apoyado por el Gobierno».
El problema es que poco tiempo después llegó el varapalo judicial y, desde entonces, los jueces han echado por tierra prácticamente todas sus decisiones. Eso parece haber abierto una veda, en el sentido político, contra el consejero. Revilla, que sabe del desgaste que sobre su propia figura provocan las decisiones sanitarias, ha pasado de gritar a los cuatro vientos que él no decide a coger una distancia cada vez más grande con un consejero de su gobierno. «No se me ha pasado por la cabeza dimitirle. Imagino que, como ciudadano, esto le servirá para saber que por esta línea va a topar con los que tienen la última palabra, que son los jueces», dijo el martes antes de posicionarse claramente a favor del criterio del TSJC -o sea, en contra de su consejero-. La oposición, evidentemente, huele sangre y se ha lanzado a pedir ceses o dimisiones. Y los hosteleros ven en el titular de la Consejería el origen de todos sus males y la acusan de «estar obsesionado» con ellos.
Noticia Relacionada
Le queda, por tanto, su partido. Pero tampoco desde el PSOE salen 'con todo' en su defensa públicamente. O, al menos, esa es la sensación. Rodríguez salió solo a dar la rueda de prensa de los acuerdos del Consejo de Gobierno la pasada semana. En el peor momento. Cuenta, y es del mismo modo evidente, con un fuerte apoyo personal -los alcaldes, la consejera de Economía...-, pero en una defensa a ultranza de cara a la opinión pública, hay que poner al otro lado de la balanza los riesgos: decisiones judiciales en contra, que la hostelería se fije en otro rostro, avivar el enfrentamiento con el socio de gobierno e, incluso, atraer el desgaste que hasta ahora ha ido para otra parte.
Rodríguez, entre tanto, medita qué hacer con el semáforo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.