Militares en la guerra sanitaria
Santander ·
50 efectivos de la brigada Guzmán el Bueno 10 y del regimiento de infantería Garellano 45 realizaron este lunes labores de control en Santander y TorrelavegaSecciones
Servicios
Destacamos
Santander ·
50 efectivos de la brigada Guzmán el Bueno 10 y del regimiento de infantería Garellano 45 realizaron este lunes labores de control en Santander y TorrelavegaUn chaleco reflectante sobre el uniforme suaviza algo la imagen, pero no llega a ocultar del todo la indumentaria de camuflaje, que deja claro que el ejército vigila las calles. «Estamos aquí para realizar labores disuasorias, para que la gente no se tome a la ligera el estado de alarma», se le escucha hablar a uno de los militares que ayer caminaba frente a la Estación Marítima, en pleno centro de la capital cántabra. Con la economía detenida, sin apenas personas por las aceras, el tráfico reducido a la mínima expresión y el ejército patrullando, algunas imágenes de Santander y Torrelavega evocaron ayer a las de un estado en guerra.
Al fin y al cabo esto también es eso, una guerra, pero sanitaria, contra un enemigo tan pequeño que resulta invisible y que tiene por aliados a los que se saltan las reglas de confinamiento. «Vamos a patrullar en las dos ciudades en torno a lugares concretos que se consideran importantes», avanzaron este lunes los efectivos desplegados en los dos núcleos urbanos más importantes de la región. Treinta uniformados se ocuparon de vigilar Santander y veinte lo hicieron en Torrelavega. En total, cincuenta efectivos de la brigada Guzmán el Bueno 10 y de Garellano 45 llegaron ayer a Cantabria en el marco de la 'Operación Balmis', dedicada más a la labor presencial que a la realmente efectiva.
En un lunes complicado, primer día en el que las medidas de confinamiento se ampliaron a muchos más sectores profesionales, y donde cabía la posibilidad de que los incumplimientos se multiplicaran, la presencia de los militares en las calles tuvo un gran efecto disuasorio.
En grupos de tres, cada uno en un transporte, se establecieron en diferentes puntos considerados estratégicos. En Santander pasaron por el Parque Científico y Tecnológico (Pctcan), por diversos centros comerciales, Mercasantander, la Estación Marítima, Puertochico, el Hospital Valdecilla, el Ayuntamiento y las estaciones de autobuses y de tren. En Torrelavega estuvieron centrados en el Mercado de Ganados, la plaza Roja, en el centro urbano de la ciudad y en el Hospital de Sierrallana.
En la capital, frente a la Estación Marítima y atentos a todo tránsito de personas y coches alrededor, estacionaron su vehículo los tres efectivos ocupados de la seguridad en pleno centro urbano de Santander.
Uno de ellos permaneció en el coche, que movió completando el recorrido del área de actuación que les había sido asignada. Los otros dos pasearon por las calles ejerciendo esa labor de control. Los tres son muy jóvenes, el mayor no supera los 35 años, pero la disciplina y las formas los hace parecer mayores.
«Sobre todo nos dejamos ver. Si nos percatamos de que hay alguien que está dando un paseo y nos parece sospechoso de no tener razón justificada para hacerlo. Podemos solicitarle la documentación para que se identifique», explicaron. Por eso algunas imágenes ayer parecían una irrealidad en pleno centro despoblado de la capital cántabra. Si acaso la ilustración de alguna distopía muy real que nadie pudo anticipar. La de una urbe completamente detenida en el tiempo, parada, donde se comprobaron realmente los efectos de las medidas impuestas desde ayer por el real decreto para prohibir el desarrollo profesional de toda aquella actividad que no fuera esencial.
En Torrelavega las órdenes fueron idénticas. Las patrullas se extendieron a las zonas más transitadas. No hubo identificaciones porque todo aquel que iba por la calle cargaba con un carro de la compra o con bolsas cargadas de alimentos.
Las labores del ejército se suceden a las desarrolladas la pasada semana por la Unidad Militar de Emergencias (UME), que recaló en Santander, procedente de su base en León, para realizar labores de limpieza en diferentes lugares de la región. Se trasladaron hace ya más de una semana a la comunidad para desinfectar lugares con gran afluencia de público y, por tanto, donde era más probable que hubieran transitado los positivos por coronavirus. Fumigaron con lejía los alrededores de los hospitales más importantes: Tres Mares, Sierrallana, Valdecilla y Laredo. También estuvieron presentes en centros comerciales, en las estaciones de autobús y ferrocarril, en lonjas, mercados y plazas.
La pasada semana regresaron a Cantabria para completar esas labores de desinfección en poblaciones de zonas más rurales. Comenzando por San Vicente de la Barquera para llegar hacia el este hasta Castro Urdiales.
Ayer eran los operarios municipales los que continuaban con los trabajos de limpieza y desinfección, centrados en cada detalle de la plaza del Ayuntamiento de Santander, desde las barandillas a las farolas y los bancos.
A estos mismos trabajos se han sumado en los últimos días las brigadas de lucha contra incendios. Después de unas semanas de buen tiempo, en que han tenido que enfrentarse a más de 80 incendios intencionados en los montes cántabros, buena parte de esas cuadrillas están ahora inoperativas por la llegada de los chubascos y el frío, con lo que se han puesto manos a la obra para proseguir con las labores de desinfección iniciadas por la UME, especialmente en aquellos entornos rurales donde los ayuntamientos no cuentan con los recursos suficientes para desarrollar ese trabajo.
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.