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España deja de inyectar la vacuna de AstraZeneca, que en Cantabria ya han recibido 7.014 personas, de forma «inmediata» y como «medida preventiva», al menos durante las dos próximas semanas, «para estudiar más a fondo algunas notificaciones de trombosis venosa cerebral, ... ya que son muy poco frecuentes en la población general». Una decisión que se precipitó ayer por la tarde, en el seno de un Consejo Interterritorial de Salud convocado de urgencia después de que Alemania, Italia y Francia anunciaron casi de forma simultánea que cancelaban el uso de la fórmula de la farmacéutica británico-sueca y la Universidad de Oxford hasta que no haya atisbo de duda sobre su seguridad. Para ello, tendrán que analizarse las causas de los últimos episodios tromboembólicos ocurridos el fin de semana -«al menos cuatro en Alemania y uno en España», según apuntó el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann- para determinar si hay una relación causal con las inyecciones de AstraZeneca. «Hemos decidido la suspensión cautelar, temporalmente, hasta que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) se pronuncie sobre los temores vinculados a posibles casos de trombosis», indicó la ministra de Sanidad, Carolina Darias. En los días previos, se había notificado una treintena de embolias en la Unión Europea, pero sin confirmación científica de que se desembocaran como consecuencia de la vacuna.
Hasta el fin de semana, eran once los países que se habían descolgado de la inmunización con las dosis británicas. Pese a que la farmacéutica envió incluso un comunicado defendiendo la seguridad de su vacuna, el efecto cascada fue imparable. Y tras la llamada del Ministerio, las comunidades autónomas apoyaron sin ambages la propuesta de la titular de Sanidad de bloquear en sus almacenes las más de 886.000 dosis de los laboratorios británicos que todavía quedaban sin inocular.
En el caso de Cantabria, en las neveras del Servicio Cántabro de Salud aún hay más de 4.000 del primer lote cuestionado, el identificado como ABV5300, que fue retirado la semana pasada incluso en media docena de comunidades por precaución. Apenas unas horas antes de que llegara la orden de Sanidad de no poner ni una dosis más de AstraZeneca, el propio Wallmann restaba importancia a la polémica, convencido de que responde a un «nerviosismo» 'contagioso', que «probablemente quede en nada». E incluso mostraba la disposición de la Consejería de seguir inoculando la vacuna inglesa -las citas del colectivo de profesores y personal no docente de esta semana se anularon sobre la marcha-.
Y dentro de esos planes, que la suspensión nacional echó por tierra, no se descartaba hacer uso del lote en investigación, con el que ya se habían vacunado 899 personas en Cantabria antes de que saltaran las alarmas (principalmente del colectivo sanitario y policías), puesto que se entendía que «no había ninguna evidencia científica que lo impidiera». Así lo había apuntado hasta ese momento la Agencia Europea del Medicamento. No obstante, mientras se mantenían las sospechas sobre ese lote concreto, el SCS había priorizado el uso de otros, quedando en reserva sus 4.000 dosis.
La semana pasada llegaron a la región 6.500 unidades, con las que se inició la inmunización del personal de los centros educativos y del resto de colectivos fijados en la estrategia (bomberos, guardias civiles...) y hoy estaba previsto otro envío de 2.500. Pero toda la planificación con AstraZeneca queda ahora en punto muerto «hasta que el Comité de Farmacovigilancia de la Agencia Europea del Medicamento analice con más detalle algunos efectos adversos que se han producido en personas tras recibir esta vacuna», como subrayó el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, al término del encuentro telemático con el Ministerio.
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«Es cierto que todavía no se puede establecer una relación directa, pero el principio de prudencia hace recomendable que de momento se paralice la vacunación hasta tener más información al respecto», añadió. En concreto, la directora de la Agencia Española del Medicamento, María Jesús Lamas, dijo que «hemos tenido conocimiento de un caso en España de trombosis de seno venosos que cursaba con una disminución de las plaquetas, lo que implica una activación irregular de la coagulación». La ministra Darias insistió en que se va a esperar a la decisión del Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia (PRAC) sobre estos eventos trombóticos «raros» que han hecho saltar la alarma.
Hasta el pasado viernes, dicho comité no tenía ninguna duda de que había que continuar con la vacunación, argumentando que «la información disponible nos dice que el número de casos de trombosis en la población vacunada no es mayor que en la población general, porque se han reportado 22 casos entre las 3 millones de personas que han recibido la vacuna de AstraZeneca en el área económica europea». Una proporción que es, incluso, menor que en las personas sanas. Sin embargo, ayer, el panorama se mostraba más pesimista. «Vamos a esperar a lo que decida porque podremos estar en un escenario u en otro», subrayó Darias. Dicho esto, la ministra destacó que la relación «beneficio-riesgo» de la vacuna con AstraZeneca «está ahí» como prueba el hecho de que en España se han administrado 939.534 dosis de esta vacuna y sólo ha ocurrido un caso. «Suspendemos su administración por un principio de prudencia», insistió.
En la misma línea, el director general de Salud Pública quiso dejar claro que en Cantabria no se ha registrado «ninguna reacción adversa grave» a la vacuna. «Todos los efectos que se han notificado han sido de carácter leve: fiebre, dolor de cabeza y cansancio a las 24-48 horas de la inyección». Aunque la secuencia de noticias negativas con AstraZenaca como protagonista sí se han empezado a notar en la respuesta al llamamiento para inmunizarse. «Por ahora son rechazos anecdóticos y puede que tengan más que ver con la edad de los colectivos a los que estamos vacunando. Los mayores saben que tienen un riesgo más elevado, por eso la participación está por encima del 90%; a medida que las personas llamadas a vacunar sean más jóvenes contamos con que ese porcentaje descenderá», apunta Wallmann.
Y precisamente con la vacuna de AstraZeneca se da la paradoja de que sólo se ha podido administrar hasta ahora a menores de 55 años. Justo la semana pasada la Comisión de Salud Pública iba a abordar su posible ampliación hasta los 65 años cuando se le empezaron a atribuir posibles reacciones adversas graves, lo que hizo que ese asunto pasara a un segundo plano. Es más, esa limitación de edad es lo que ha suscitado buena parte de las críticas a la estrategia del Ministerio, puesto que deja sin protección, en principio hasta que les llegue el turno por edad, a los mayores de 55 años de los diferentes colectivos inmunizados con la fórmula de la Universidad de Oxford.
En ese caso están, además de los médicos privados, que incluso han llevado el asunto a los juzgados, los docentes, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los veterinarios, el personal de protección civil, los bomberos, los protésicos dentales, los podólogos y los ópticos. Entre todos estos grupos se reparten las 7.014 dosis administradas en Cantabria de Astrazeneca. Todas primeras dosis, puesto que para la segunda tienen que pasar doce semanas y aún no ha dado tiempo, ya que se empezó a inocular a principios de febrero.
En la planificación del SCS estaba prevista, además, la vacunación de nutricionistas, alumnos de formación en centros de trabajo, personal sanitario del Gobierno y centros sociosanitarios, además de hacer una segunda vuelta para los fisioterapeutas y profesionales del ámbito de la atención domiciliaria. Se estima que más de 17 millones de personas han recibido la vacuna de AstraZeneca en Reino Unido y la Unión Europea
Después del pilotaje desarrollado la semana pasada en los centros de salud de las calles Isabel II y Vargas de la vacunación de grandes dependientes a domicilio, el plan del Servicio Cántabro de Salud contempla avanzar con la misma estrategia en otras áreas. Aunque aún será un despliegue lento, dada la complicada logística de la vacuna que se emplea para este colectivo, que es la de Pfizer, que implica cuadrar los tiempos y los desplazamientos para aprovechar al máximo los viales (seis dosis cada uno). En paralelo, la campaña continuará con la inmunización de la población mayor de 80 años y los dependientes severos que pueden desplazarse al centro de salud, que mayoritariamente se adentran en la ronda de segundas dosis. Para seguir con este proceso de vacunación, Cantabria recibirá esta semana 8.190 dosis de Pfizer, más otras 2.800 de AstraZeneca que dejará en cuarentena en las neveras.
Según informó ayer la Consejería, la estrategia contempla ahora la reserva de al menos un 15-20% de las vacunas recibidas semanalmente para poder hacer frente a posibles roturas de stock temporales, garantizar la disponibilidad de segundas dosis y mantener de manera continua la administración de primeras dosis.
De otro lado, para procurar la equidad y la accesibilidad como criterios básicos, se ha programado de forma escrupuloso el acceso a los puntos de vacunación de las personas con gran dependencia o mayores de 80 años, en estrecha colaboración con sus centros de salud y sus profesionales sanitarios de referencia.
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