Una misión para formar formadores

La idea del reciclaje, de aprovechar lo ya hecho para otras cosas, está muy presente. Desde Cantabria, por ejemplo, se ayudó durante años a mantener un internado para que los jóvenes de distintos puntos del país pudieran acudir al instituto. Ahora -que hay más institutos- ese centro se transformará (con ayuda desde Cantabria) en una escuela para niños ciegos. Y lo mismo ocurre con una sala polivalente que se inauguró en la localidad de Ouenoú hace once años. Ese lugar se transformará ahora en centro de acogida y formación para chavales en situación de precariedad. Allí justamente estará el taller de formación en soldadura, que se sumará a la escuela de electricidad que la Fundación 'Vie pour tous' ya ha puesto en marcha.

«Con esta iniciativa queremos fomentar la cooperación técnica», apunta Silvia Abascal, directora general de Cooperación. Habla de una «perspectiva transversal, donde se trabaje desde distintos departamentos de la Administración para optimizar los recursos de los que disponemos». De hecho, en el proyecto están implicadas las direcciones generales de Formación Profesional y de Innovación e Inspección Educativa. «Será enriquecedor para nuestros docentes y beneficioso para Benin», asegura Ricardo Lombera, director general de FP.

¿Y qué dicen en el centro? Allí andan como locos con los preparativos. Se van el día 4. Una toma de contacto. Será un viaje para evaluar sobre el terreno los medios y recibir todas las demandas de los formadores con los que trabajarán en un segundo viaje -previsto hacia abril-, ya centrado en la propia formación. «Nos gustó mucho poder encajar en un proyecto que encaja con nuestro perfil de educadores. Aportar en lo que aportamos cada día», apunta Mar Espeso, jefa de estudios y una de las coordinadoras del proyecto. Manuel Hoz, el director de 'Los Remedios', quiere aprovechar «todo lo que se pueda sacar y sea enriquecedor para el propio alumnado». El suyo. Que los chicos en Guarnizo conozcan de primera mano «otras realidades». Y pone un ejemplo. «Ahora aquí estamos en la pelea de no utilizar el móvil en los pasillos. Queremos hacerles ver que en un mundo no tan lejano las cosas son muy diferentes».

A ellos, a Mar y a Manuel, les tocará trabajar desde aquí y apoyar a los cuatro compañeros que ya están con maletas y vacunas. «Es una oportunidad para trasladar lo que hacemos día a día en el taller mucho más lejos y con un alcance mayor», señala Alfredo Quintana, otro de los coordinadores y jefe de estudios. ¿Nervioso? «Sí». «Ya tenemos el 'Malerone'» (el medicamento típico para la malaria), cuenta Mónica Alonso, responsable del departamento de Tecnología. «Me servirá para ver que la tecnología cotidiana que tenemos nosotros no es la misma que en otros países y podré trasladar también a mis alumnos que lo que aquí es cotidiano allí no lo es» -la idea, además, es que desde Cantabria se pueda aportar material para la formación, algo para lo que ya cuentan con algunas empresas-. Lorena González, profesora de soldadura, destaca el «intercambio cultural», lo que ellos también van a aprender, junto al hecho de poder colaborar «en que en el futuro estos chavales tengan una profesión». «Un granito de arena», añade a su lado su compañera Patricia Barroso. Con la sonrisa nerviosa -y la ilusión- de quien no sabe lo que va a encontrarse en Benin.