Secciones
Servicios
Destacamos
Pilar Ruiz (Bostronizo, 1944) regresó el pasado julio a Cantabria para someterse a una operación de cadera. En este tiempo no ha parado de llamar a puertas para buscar financiación para el dispensario médico «urgente» que están poniendo en marcha desde su comunidad de Carmelitas ... en Kangoya, una aldea muy pobre de Kenia, con 10.000 habitantes, de los que su mayoría vive en casitas de hojalata sin agua corriente ni electricidad.
–¿Cómo avanza el proyecto del nuevo centro médico?
– Estamos construyéndolo de cero y esto es muy costoso: 200.000 euros, incluyendo la equipación. Cuando se formó esta comunidad de Carmelitas, poco antes de la pandemia, mantuvimos reuniones con las familias de la zona para detectar cuál era la mayor necesidad que existía y comprobamos que lo más urgente es un dispensario médico porque el hospital más cercano está a tres kilómetros. Esa distancia en África, a pie y con los críos a la espalda, es demasiado y no llegan a tiempo.
–¿Cuántas personas estáis empujando esta obra?
– La comunidad la formamos cuatro hermanas. Yo soy 'la abuela' de todas, con 77 años y, encima, perdí un brazo en un accidente de coche cuando conducía por estas carreteras y me dormí al volante por un golpe de calor. Estuve 15 días sin conocimiento, pero me repuse y con fuerzas para seguir. Ahora ya no puedo cargar cosas como hacía antes, ni conducir, pero aporto la experiencia de 56 años encomendada a las misiones. Soy la única religiosa española que queda en África. Conmigo están mis hermanas, de 50, 40 y 28 años.
– ¿Cuál será el espíritu del nuevo espacio de salud?
– Una vez que consigamos inaugurarlo, queremos que en este centro médico nadie deje de ser atendido por no poder pagarlo. Ninguna persona que venga buscando asistencia médica saldrá por la puerta sin que le demos lo que aquí podamos ofrecerle: medicinas, cama o cuidados. No es justo que por ser pobres se les niegue los cuidados de salud, así que tiraremos de los fondos de la comunidad y si tenemos que dejar de comer, lo haremos.
–¿Cómo conseguirán la financiación para mantenerlo?
–La colecta del Domund es muy importante porque es la que distribuye el Papa directamente para mantener las misiones. Con estas donaciones conseguiremos dar servicio a todo el que cruce la puerta del centro de salud y pagaremos el salario del médico, del personal contratado y medicinas. Con respecto al edificio y la equipación, estos meses en Cantabria he mantenido reuniones con el Gobierno regional para apoyarnos desde Cooperación al Desarrollo. Otros de nuestros apoyos incondicionales que hacen posible continuar con la misión son Manos Unidas, Cáritas y Delegación de Misiones.
Número de cuento Domund Liberbank ES64 2048 2000 6834 0026 1089BIZUM 02291
– ¿Ha cambiado mucho España desde la última vez que vino?
–Sí, mucho. Lo que más me llama la atención es la cantidad de gente que veo en los bares, consumiendo. Me da coraje pensar que con el euro de un café, en África comerían dos personas. El problema en Kenia es que desde que se levantan están preocupados por cómo dar de comer a sus familias. No hay trabajo, pero lo buscan desesperadamente y las jóvenes no continúan sus estudios para poder llevar un sueldo a casa. La abundancia que veo en el primer mundo y como se cambia de zapatos porque 'ya no están de moda' me asombra por el contraste con Kenia, donde una mayoría de mi entorno no tiene zapatos.
–¿Desde Delegación de Misiones de Santander se destaca el papel de su comunidad con las africanas especialmente?
– La carencia material es tan fuerte que uno de los problemas que existe es que no hay compresas, lo que genera absentismo en la escuela. Las chicas se quedan en casa porque tienen vergüenza de manchar. Para frenarlo, trabajamos en una red de ayuda para fabricar compresas, distribuirlas, llevar ropa interior... facilitar algo que en un país desarrollado es sencillo y, sin embargo, allí todavía es una gran limitación.
–¿Cómo era cuando dejó Bostronizo para partir de misiones?
–Tenía 20 años, era muy alegre, espontánea, sociable y tenía un novio. Por eso, al principio pensaba que no encajaría como monja, pero sí como misionera: quería llevar la voz de Cristo a donde no había llegado. Sin embargo, descubrí que encajaba bien como religiosa y en todos estos años jamás me he arrepentido. De aquella joven que salió de Cantabria queda todo, no he cambiado, aunque ahora soy más reflexiva y tengo más presencia de Iglesia, soy más mística y consciente de vivir y de que cualquier cosa que yo haga tiene repercusiones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.