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Abel Verano
Santander
Domingo, 23 de mayo 2021, 07:56
Hoy se cumple un año de la desaparición de Alejandro Mencía, el joven de 30 años, vecino de Soto (Hermandad de Campoo de Suso), cuyo rastro se perdió la tarde del 23 de mayo de 2020 en el entorno de la cabaña del Teju ( ... zona de Fuentes) cuando disfrutaba de un día de ocio con sus amigos, y sus familiares siguen sin tener noticias de él y sin respuesta a una serie de cuestiones: «Hay muchas preguntas sin resolver y mucho silencio».
Aunque la Policía Judicial asegura que todos los indicios apuntan a que la desaparición de Alejandro fue «voluntaria», los familiares creen que no tiene sentido este extremo, teniendo en cuenta que el joven no tenía en su poder su documentación, ni el móvil y tampoco sacó dinero de su cuenta bancaria, «con el que podría haber vivido hasta un año sin trabajar», según apunta su prima, Belén Cuesta, que es quien ejerce de portavoz de la familia. «Lo amigos que estaban con él han declarado que se marchó. Pero, ¿a dónde iba a ir descalzo y sin camiseta ni documentación? ¿A una secta?».
La familia, que ha seguido buscando semana tras semana en toda la zona, ha pedido al juzgado una reconstrucción de los hechos y el interrogatorio de los once amigos que estaban con Alejandro de fiesta en una cabaña ese día (sólo se les ha tomado declaración). «¿Por qué los amigos no han vuelto a buscarle como hemos hecho nosotros?», cuestiona Belén, que asegura que la familia está «muy afectada» por el hecho de que no aparezca Alejandro después de un año. «No entendemos nada y no queremos acusar a nadie, pero tenemos muchas dudas», expresa.
Según cuenta la portavoz de la familia, fue a las cinco de la tarde de ese 23 de mayo de 2020 cuando desapareció Alejandro, que se encontraba celebrando un cumpleaños con sus amigos. «Ellos dicen que tenía comportamientos extraños cuando salía de fiesta y que solía irse, pero la realidad es que siempre volvía a casa. Además, en el trabajo (tenía un puesto en Sidenor) nos comentaron que no habían notado ningún comportamiento extraño».
Según señalaron los amigos el día de su desaparición, Alejandro se dirigió al río con un compañero en la noche de ese 23 de mayo para limpiar unas prendas de ropa y la niebla los sorprendió. Su compañero logró regresar a la cabaña pero él se desorientó. Los amigos anduvieron buscándolo un tiempo pero, al ver que no regresaba, decidieron llamar al servicio de emergencias pasada la una y cuarto de la madrugada del sábado al domingo.
«Si estaban acostumbrados a que se fuera cuando iba de fiesta, ¿por qué ese día fueron a buscarle tres horas después de su desaparición, si otras veces no lo hicieron?», comenta Belén, que no entiende por qué los jóvenes tardaron tanto (cinco horas más o menos) en alertar al 112 de la desaparición.
«No entendemos ni sabemos por qué el móvil de mi primo (que estaba en la cabaña donde se alojaban todos) lo entregaron a las cinco de la mañana y se manipuló por última vez a las cuatro y media. Y por qué entregaron su camiseta para el rastreo, por un lado, y el resto de su ropa al día siguiente, con cosas que no eran de él, por otro lado. Tampoco entendemos por qué aparecieron las botas en otro lugar, ni el sentido que tenía que hubiera bajado a lavarse a un riachuelo de la zona, si no llevaba agua», afirma contrariada.
El pasado jueves, la Policía Judicial se puso en contacto con la familia de Alejandro para informar de que siguen investigando, pero que no tienen ninguna novedad. «Nos dicen que no hay ninguna prueba que demuestre que no sea una desaparición fortuita. Y la familia no dudamos de ese trabajo, pero hay muchas cosas que seguimos sin entender y que salen del sentido común. Nos comentaron que había un vídeo en el que se veía al grupo de amigos jugando a kickboxing ese día. ¿Por qué no hemos tenido conocimiento de ello hasta tres meses después de la desaparición?».
Belén tiene la sensación de que para los investigadores la desaparición de Alejandro fue «una cosa normal». «Con todo lo que se buscó, si hubiese sido una fuga voluntaria le habrían encontrado. Y si hubiese tenido un accidente, también», asevera. «Puede que se marchase, se quitase las botas y que esté en algún sitio de allí. O puede ser que pasó algo, pero no sabemos el qué ni por qué no aparece. Pero lo cierto es que nunca tuvo un comportamiento extraño. Lo único que sabemos es que ha pasado un año y Alejandro no está ni aparece».
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