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La relación de los cántabros con el tabaco está repleta de claroscuros, como en el resto de España. En el lado positivo: el número de personas que fuma todos los días va hacia abajo en la última década según los porcentajes que recogen las Encuestas ... Sociales del Icane (2011-2022). Ahora son más de 80.000 (casi el 16% de la población mayor de 16 años) frente a los 124.000 de hace 10 años (un 24%, ocho puntos más).
Y también, y este dato es muy importante para los expertos, se contiene el número de fumadores de entre 16 y 24 años, edades consideradas críticas para engancharse al humo. En 2011, la estadística registraba un 21,5% de jóvenes que fumaban a diario y, para 2022, el porcentaje había caído hasta el 14,4%. Siete puntos menos.
Aunque al epígrafe 'fuma a diario' hay que añadir otro, el de fumadores ocasionales, que engrosan las cifras globales hasta el 21% en 2022 (seis puntos menos que hace diez años, que subía hasta el 30%). Otro dato valorable: actualmente el 48% de los encuestados afirma que nunca han fumado. Aquí sobresalen las cántabras. Justo la mitad de ellas asegura que nunca han fumado si bien este dato tiene reverso, porque hace diez años este porcentaje ascendía al 55%.
En esta Comunidad, el mayor número de adictos al tabaco se ubica entre los 35 y los 54 años. Era así hace una década y la estadística no ha variado. Eso sí, el número de fumadores habituales ha caído de forma sensible: en 2011, estos dos tramos de edad sumaban casi 63.000 fumadores. En la actualidad no llegan a los 40.000.
En comparativa con otras autonomías, la información del Ministerio de Sanidad revela que Cantabria estaría por debajo de la media nacional en cuanto a número de adictos. En el conjunto del país se estima que un 33% de la población fuma, cifra que en esta región se queda por debajo, en el 31,5%.
El gran reto para los profesionales de la salud pública en la órbita del tabaco está en conseguir que los jóvenes no unan su vida a la nicotina, a la que ahora no se suele llegar por la vía directa de un cigarrillo clásico, sino por medio de un vapeador o un cigarro electrónico. Lo señala el doctor Luis Gutiérrez Bardeci, experto en tabaquismo, quien pone el acento en la paradoja de que «la prevalencia del tabaco decrece entre la población adulta (y dejan de fumar más los hombres que las mujeres), pero las cifras de prevalencia generales se resisten a caer porque se incorporan fumadores jóvenes».
Para este experto, aquí está el quid de la cuestión. En evitar las incorporaciones «porque es rarísimo que una persona empiece a fumar después de los 25 años. El inicio está en la horquilla entre los 14 y los 18 años, cuando los adolescentes perseveran en iniciarse porque lo asocian a situaciones agradables, como amigos y fiesta. Después empiezan a comprar sin darse cuenta y, dos años después, ya no pueden dejarlo».
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