La mitad de la población de Cantabria ha recibido al menos una dosis de la vacuna

La página del Servicio Cántabro de Salud que da cuenta diaria de la evolución de la campaña ya empezó la semana con un 48% vacunado (42,2% si se hace el cálculo sobre el censo total). Con las neveras llenas -el lunes se informó de la llegada de envíos de todos los laboratorios hasta las 58.330 unidades (la mayor parte, casi 34.000, de Pfizer)- y el personal preparado, parecía claro que el hito de alcanzar la mitad de la población con una vacuna puesta iba a ser cuestión de días. Y más de la mitad de ellos (un 26,5%) ya puede decir que está inmunizado y con menor riesgo de sufrir las graves complicaciones de la infección por SARS-CoV-2.

En esa situación se encuentra ya toda la población cántabra mayor de 70 años. Y sin tardar, se sumarán los sexagenarios. Al menos ese es el objetivo más inmediato del SCS: acabar la ronda de pinchazos en el grupo de 60 a 69 años -ayer la tasa de cobertura llegaba al 89,8%, con un 19,9% con las dos dosis puestas-. La razón de que este grupo de edad vaya más lento que los anteriores tiene su explicación en la vacuna que han recibido. La mayoría han sido diana de AstraZeneca (sólo a última hora se empezó a poner también Pfizer), lo que implica que el margen para la segunda dosis es cuatro veces mayor que con las de ARN mensajero (Pfizer o Moderna): doce semanas, frente a los 21 o 28 días de estas últimas.

Así que el grueso de las personas incluidas en la década de los sesenta completará la pauta a lo largo de los meses de julio y agosto si se les ha pinchazo el suero inglés. Además del mayor plazo entre dosis, hay que añadir otros dos condicionantes que han ralentizado el proceso. De un lado, los envíos de la fórmula de la Universidad de Oxford han sido inferiores a lo previsto inicialmente, lo que ha obligado a las autoridades sanitarias a hacer una mayor reserva en los almacenes para no arriesgar a que no hubiera suficientes viales llegado el momento de las segundas dosis. Y el otro factor tiene que ver con las más de 17.000 personas de colectivos esenciales y sanitarios privados menores de 60 años que habían recibido el primer pinchazo de AstraZeneca antes de que se suspendiera su administración a esas edades por los episodios trombóticos detectados entre vacunados. Siendo, además, los primeros en cumplir ese margen entre dosis, que se llegó a ampliar a 16 semanas para dar tiempo a tener los resultados del ensayo del 'cóctel de vacunas' del Instituto de Salud Carlos III, el SCS se ha cuidado de tener un stock mínimo para cuando el Ministerio esclareciera qué hacer con ellos. Finalmente, aunque recomienda Pfizer, dejó abierta la posibilidad de completar la pauta con AstraZeneca, la opción hasta ahora más demandada.

En paralelo, la campaña se ha centrado esta semana en la población de 50 a 59 años, cubierta con una primera dosis al 53%, de los cuales un 9,3% está inmunizado. Sin embargo, la distribución por áreas de salud es desigual. Más avanzada en los núcleos pequeños, donde se han puesto los primeros pinchazos en personas menores de 50, dando el salto al siguiente segmento poblacional. Sin embargo, aunque desde el Gobierno se había anunciado el despliegue para esta semana de la campaña entre los habitantes de 40 a 49 años, desde el SCS reconocen que la vacunación en esas edades está siendo «simbólica aún». Las comarcas del Nansa y Campoo son de las pocas que ya han empezado a citar a este grupo. A lo largo de la próxima semana se sumarán más centros de salud, a medida que se vaya completando el grupo de los 50 a 59 años. Aunque los grandes núcleos de población, sobre todo Santander, aún tendrá que esperar un poco más para poder dar ese paso, según avanzan desde la Dirección de Enfermería.