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Dicen que la noche de Reyes es mágica y llena de ilusión. Si a esa combinación se le añade solidaridad, la emoción, la alegría y ... las sorpresas están garantizadas. De esos momentos entrañables, tienen mil y una historia que contar Javier Montes de Neira y su mujer, María Jesús Fernández, quienes cada 5 de enero durante 30 años se encargaban de repartir la magia de la Navidad entre las personas hospitalizadas, primero en la antigua Residencia Cantabria y, desde su cierre, en Valdecilla. Este matrimonio se transformaba, respectivamente, en el rey Baltasar y en la fotógrafa encargada de inmortalizar la visita de sus Majestades desde Oriente para «hacerle ver a los enfermos que no están solos».
Esta tradición, que comenzó sobre el año 1988 y se alargó hasta el 2017, surgió de una manera imprevisible. Anteriormente, los Reyes Magos que participaban todos los años en la cabalgata de Santander visitaban el centro médico la tarde del día de 6 de enero. «Ese año (1988) nos enteramos de que no iban a poder acudir y se me ocurrió la idea de ir nosotros», cuenta María Jesús, que en esos momentos trabajaba como fisioterapeuta del hospital. Javier ya tenía experiencia como rey mago. Solía vestirse todos los años para sorprender a los niños de su familia y amigos, así que no dudó ni un segundo en tomar el relevo de sus majestades. «Me acuerdo que le comenté que los Reyes no iban a ir a Valdecilla y rápido me dijo '¿por qué no vamos nosotros'?», relata su mujer.
A partir de ahí, todo fueron facilidades. El responsable del hospital en aquel momento apoyó la iniciativa y puso en contacto al matrimonio con el servicio de Atención al Paciente para organizar la visita. «Cambiamos la fecha a la noche del día 5 porque nos parecía más mágico», explica Javier. Con la cita marcada en el calendario, Javier se dirigió a un taller de disfraces para crear los trajes de Melchor, Gaspar y Baltasar y comenzó a buscar a dos compañeros de aventura. Los primeros fueron su hermano Fernando y otro amigo suyo. «Aunque los reyes han ido cambiado a lo largo de estos 30 años», apunta Javier. Eso sí. La figura de Baltasar ha permanecido inamovible durante todo ese tiempo. «Siempre me he vestido de él», añadió.
Los primeros años Javier se pintaba la cara de negro con carbón o cartón quemado. «No me maquillaba, me tiznaba y después tardaba en quitarse una barbaridad», recuerda entre risas. Pero todo valía la pena por acompañar a los niños y mayores enfermos durante ese día. Así lo recuerdan ambos, mientras muestran su álbum de recuerdos. María Jesús cuenta que su marido «se metía mucho en el papel» de Baltasar. «Iba llevando ilusión, fuerza, alegría, ánimo a toda la gente del hospital. No te puedes imaginar lo que podía comunicar este hombre visitando a los enfermos. Tiene un don». Para Jesús, esas noches fueron «una pasada». «Te conmueve ver cómo te reciben los enfermos pero también ves mucha emoción en los padres y familiares».
Su recorrido por el hospital y la Residencia comenzaba sobre las ocho de la tarde y visitaban todos los servicios accesibles. «Había gente que estaba aislada y hablábamos con ellos desde la puerta aunque, a veces, nos dejaban entrar con mascarillas», afirma. Llegaban a ver a más de cien enfermos, sin contar con los saludos y fotografías con familiares y personal del hospital. Muchos años la visita finalizaba casi de madrugada. «A las cinco de la mañana», apunta María Jesús. Y es que, como dice Javier, requiere mucho tiempo estar con cada enfermo. «Hay que abrazarles, tocarles, hablarles y darles ánimo. Además, también nos sacábamos la foto».
El propio hospital tenía por regla regalar un juguete a todos los niños ingresados y un obsequio a todas las personas mayores no acompañadas. Una radio, una bufanda, un perfume... «El servicio de Atención al Paciente nos lo daba y nosotros los repartíamos como Reyes Magos», indican. «Una anécdota que nunca olvidaré es cuando le di un paquete a una mujer mayor y me dijo que era la primera vez que le hacían un regalo por Reyes», cuenta emocionado Javier. «Y como esa hay mil historias más», afirma el matrimonio con cierta nostalgia. Y es que sus visitas reales al hospital han terminado (los Reyes Magos de la cabalgata de Santander vuelven a ser los encargados de visitar el hospital desde el año pasado), pero en su memoria permanecen los recuerdos de 30 años de repartir felicidad a muchos enfermos en una noche mágica.
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Ana del Castillo
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