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Vídeo: Pablo Bermúdez | Fotos: Javier Cotera

El modelo Atapuerca consolida el patrimonio como «motor de cambio» de la economía regional

El Museo de la Evolución Humana en Burgos, junto con los yacimientos y el parque arqueológico en la sierra de Atapuerca, han colocado esa región a la cabeza de Castilla y León como destino turístico

Marta San Miguel

Santander

Sábado, 16 de junio 2018

Como sucedió con María Sanz de Sautuola cuando entró por casualidad en la cueva que hoy es Altamira, el azar también llegó primero que la ciencia a la sierra de Atapuerca. Fue una compañía de tren británica la que partió en dos el paisaje ... con unas vías que dejaron al aire los yacimientos en el siglo XIX. Aún no sabían que allí se conservaban restos de nuestros predecesores, fósiles humanos de los primeros habitantes de Europa en torno a un millón de años. Cuando en 1917 la compañía quebró y abandonó la sierra, hubo que esperar hasta 1976 para que el azar hiciera su trabajo. El grupo de espeleología Edelweiss encontró unos restos humanos en la Sima de los Huesos, a unos metros de la trinchera abierta por el tren minero, y ahí empezó todo, al poner esos restos en manos del paleontólogo Emiliano Aguirre. Comenzó la investigación científica, y hurgando con pinceles entre capas amontonadas de tierra, el equipo inició lo que hoy en día se llama Evolución Humana, es decir, la narración de nuestros orígenes en forma de Museo, pero también la evolución de esa región castellano leonesa que se atrevió a vincular la ciencia a su patrimonio hasta hacer de la arqueología su «motor de desarrollo» económico y cultural.

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