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El primer trabajo que tuvo Mónica Rodero (Madrid, 1973) fue en un centro de grandes dependientes del Imserso en Madrid. Tenía 19 años, la fuerza para levantar a un adulto para bañarle, la voluntad de remangarse a las cinco de la mañana. Algo de aquella ... experiencia se le quedó, ese algo que aspira a inocular en el Parlamento de Cantabria tras las elecciones del día 26 en las que debuta como candidata de Unidas Podemos. «Vengo a cumplir con la responsabilidad que llevo sintiendo desde que era una cría, cuidar a los que más lo necesitan». ¿Cómo? «Dándoles voz desde un asiento en el hemiciclo», dice, y en la forma de pronunciar la frase es fácil comprobar que la voz de esta candidata es diferente; no sólo más pausada, sino carente de esadicción entrenada de discursos electorales y en tribunas.
¿Quién es Mónica Rodero? ¿Qué hay detrás de una madrileña que lleva 23 años residiendo en Cantabria, donde vino tras aprobar una oposición como auxiliar sanitaria en Sierrallana? Es debutante y no lo disimula, de hecho se toma tiempo para pensar antes de encarar las respuestas de esta entrevista: sabe que se expone a la visibilidad y al escrutinio, pero también que tiene la oportunidad de dirigirse a un electorado que ha visto a su partido deshacerse en cuitas hasta acabar en los tribunales, ¿qué les diría? «Qué pongan el valor en el trabajo parlamentario de estos cuatro años, que vean cómo ha cambiado el Parlamento cántabro desde nuestra irrupción en él, cómo se han cambiado cosas, aunque sean pocas, y cómo se han puesto a las personas en el foco de las políticas».
«Queremos poner un banco de vivienda pública para que el Estado facilite el acceso a esa vivienda a esa parte de la sociedad que no puede ante el coste de las hipotecas o los alquileres tan altos», dice Rodero en alusión a su propuesta sobre vivienda. «Hay muchísimas viviendas vacías que pertenecen a bancos y a fondos buitres; ese es el problema y no que un ciudadano tenga dos casas en propiedad». A su juicio, «esta situación es fruto de la especulación que se hace con la vivienda, cuando es un derecho de la ciudadanía».
Al comienzo de la entrevista hay carpetas gruesas que se presupone llenas de datos; información, dosieres y un cansancio acumulado en el trabajo de campaña electoral. No las mirará en ningún momento.
¿Qué teme de estas elecciones? «¿Temer?», pregunta a su vez con un gesto como si hubiera pasado por alto algo importante. Enseguida afloja la cara al darse cuenta de que la pregunta forma parte de una jerga con la que tendrá que convivir si sale elegida diputada: «No temo nada», dice, «de hecho, confío de que vamos a sacar representación y que vamos a estar ahí bien pendientes de que los gobiernos se preocupen y se interesen por las personas». Habla de los gobiernos en tercera persona asumiendo el papel de oposición, de zumbido en el hemiciclo que se presupone liderarán otras fuerzas políticas, según advierten las encuestas, con el PRC a la cabeza y la posibilidad de un pacto de gobierno en función de los votos logrados. En este escenario, ¿cómo se ve a Podemos? «Me da pena y rabia que un proyecto que había tenido tanta ilusión, la sociedad haya puesto el foco en los problemas internos y no en el trabajo que ha hecho». ¿Y qué ha cambiado la formación morada en la política de Cantabria? «Ahora se tiene en cuenta a las personas a la hora de hacer leyes», explica la candidata. Las carpetas siguen a un lado, con su promesa de datos e informes que avalan lo que está a punto de decir: «Estamos en una sociedad tremendamente injusta», dice, «soy madre y no quiero esa forma de sociedad a la que vamos evolucionando y que posiblemente tiene todas las perspectivas de ser peores».
¿Injusticia? Y es ahí cuando empieza su despliegue de mensajes, cuando el verbo inocular sobrevuela la entrevista, la política como vacuna contra esos virus que observa a través de los microscopios del CIMA de Torrelavega donde trabaja, virus y dolencias que afectan «a la mitad de la población de Cantabria» con el mal de no llegar a fin de mes: «Hasta que no haya unos contratos de trabajo que sean decentes y sueldos que faciliten que lleguen a fin de mes, hasta que las familias de Cantabria no tengan que escoger entre pagar el recibo de la luz y poder comer un filete de ternera, seguimos en crisis por mucho que digan que ya pasó lo peor». ¿Cuánta gente hay en esa situación? «La mitad de la población de Cantabria».
«Hay que cambiar el modelo laboral de alguna manera, para que los hombres y mujeres no estén tanto tiempo fuera de casa para poder vivir», dice la candidata de Unidas Podemos. Para ello, Rodero aboga por «reducir la jornada laboral a 34 horas semanales y la puesta en marcha de la renta básica», algo «fundamental» para que esas familias que «no llegan a ingresos adecuados a fin de semana puedan complementar con esa garantía de renta que el estado está abogado a facilitar a las personas. Es una medida que implementaría en Cantabria».
Se metió en política para enfrentarse a una «sociedad injusta», la de la «precariedad laboral, la temporalidad de los contratos», pero también esa sociedad «que ha mirado hacia otro lado ante el reparto injusto de las tareas cuando la mujer ha salido al mercado laboral a los trabajos más precarios y seguía haciéndose cargo del cuidado de los familiares». Entonces toca la conciliación, y antes de hablar de la política que implementará, identifica el problema: «Me preocupan mucho las actitudes de jóvenes y niños porque están creciendo muy solos y muy alejados de sus padres», dice. «Vamos a un modelo de sociedad en la que dejamos a los niños a las ocho de la mañana en el colegio, comen allí y después se les apunta a extraescolares, y cuando los quieres recoger, lo que tienes es un niño que está agotado». ¿Y cree que ahí debe de entrar la política a legislar, en un ámbito tan privado? «Yo creo que sí». ¿Cómo? «Haciendo que esos hombres y mujeres no estén tanto tiempo fuera de casa para poder vivir, ese modelo hay que cambiarlo de alguna manera: hay que trabajar, sí, pero ahora mismo se trabaja mucho y encima no tienes dinero suficiente para cubrir tus necesidades». Por eso llevan la propuesta de «reducir la jornada laboral a 34 horas semanales y también la de implantar la renta básica», algo que consideran «fundamental para que esas familias que no llegan a ingresos adecuados a fin de mes puedan completarlo con esa garantía de renta».
Una de las acusaciones que ha recibido la formación es que no defienden España o sus símbolos, ¿tiene algún problema con la bandera de España? Rodero niega con la cabeza y algo tintinea, una pulsera, los colgantes que recuerdan a un mercadillo artesanal. «No, para nada, soy española, pero lo que no puedo hacer es escudarme en una bandera diciendo que soy la que más defiende a este país sólo por llevar un trozo de tela». Y añade: «A mí me representa una tierra que se preocupa porque todos podamos acceder a la educación, que podamos tener una sanidad pública. Aquí tenemos Valdecilla, que debemos llevar con orgullo, como la educación, que tenemos un gran sistema pese a las diferencias de calendario. Por ejemplo en Cantabria, los centros con niños de necesidades especiales; creo que somos la única comunidad con auxiliares que cubren las necesidades de estos niños. Somos abanderados en muchas cosas y eso es lo que a mí me identifica, no solo colgar la bandera del balcón y luego cerrar los ojos cuando a tu vecino le han cortado la luz».
«Europa ya exige que el 3% del PIB se invierta en desarrollo y tecnología sostenible, y vamos tarde», dice Rodero. «Hay que generar una industria verde inyectando conocimiento y tecnología», dice en alusión a una industria verde en la que la movilidad tiene un papel crucial. Hace falta «invertir en una red de transporte público y lograr una buena comunicación por la comarca», dice. «Estamos vendiendo trenes de altas capacidades, y está muy bien, pero el día a día de las personas que trabajamos en Cantabria es que no tenemos una buena red de transporte».
La Educación ha sido uno de los puntos más polémicos de la legislatura, y Rodero duda entre mantener o no el calendario escolar. ¿El actual sistema piensa más en los niños, en los padres o en los profesores? «Creo que tendría que pensar más en los niños. Me preocupa el abandono escolar y la desmotivación que tienen los niños a edades muy tempranas con la escuela; eso nos da una pista de que algo no se está haciendo bien y como sociedad debemos preguntarnos por qué», dice. ¿Y en cuanto al calendario? «Hay que darle una vuelta y estudiar si les viene bien parar cada cierto tiempo», dice: «Vamos a ver estudios, analizarlo, y si es que sí, hay que facilitar que esos padres y profesores estén de acuerdo».
En su perfil como candidata en la web de Podemos, Mónica Rodero se define en primer término como madre trabajadora, y detrás de su condición está la argumentación de las propuestas con las que comparece en los comicios: «Ser mujer y madre y trabajadora es muy duro. Me gustaría pasar más tiempo con mi hijo, yo soy privilegiada y puedo conciliar, pero creo que se les exige mucho desde muy pequeñitos». ¿Cómo enfrentar esa triple condición? «Quiero feminizar la política, y voy a hablar en femenino porque es la herramienta que tenemos para lograr una igualdad y una justicia social» ¿Cómo, con qué medidas concretas? «Por un lado ampliando la red de escuelas públicas de 0 a 3 años para que esas madres y padres puedan continuar con su carrera profesional, y equiparando el permiso de paternidad y maternidad».
El edificio de La Lechera tiene 5.000 metros cuadrados «De vez en cuando se abre, se hace algo y se vuelve a cerrar», dice, y su propuesta es «hacer un centro que facilite el acceso a la cultura toda la población, no sólo a espectáculos sino también a actividades culturales sin coste ni trabas como locales de ensayo para bandas, para grupos de teatro, para crear una universidad popular, donde alguien que sabe dar taichi o ganchillo lo imparte», explica. «Es la manera de que toda la gente pueda tener acceso a la cultura de una forma igualitaria».
En el centro de las políticas que propone está su experiencia de trasfondo como madre de un niño de 8 años, en quien proyecta simbólicamente la repercusión de las medidas. Entonces, surge la paradoja de lograr más tiempo para conciliar quitándose tiempo a sí misma para estar con su propio hijo: «No va a ser así, precisamente por eso me meto en política, para cambiarlo», dice: «Es un mundo hasta hace bien poco de hombres. Las que hay lo han pasado mal, se han tenido que masculinizar y renunciar a la crianza de forma impuesta, no deseada, porque las instituciones no facilitaban esa llegada de la mujer a la vida política».
Vive en Torrelavega, y ve lo que sucede en una comarca en la que el paro y el frenazo industrial ha convertido la comarca en un capítulo propio de la política cántabra. «Hemos pedido en el Congreso y en el Parlamento que se nos incluyera en el Plan Reindus (ayudas de 400 millones de euros para la reindustrialización de las comarcas)», dice, y contrapone su respuesta a la actitud de algunos partidos de «darse golpes de pecho diciendo lo que han hecho, y lo único que tenemos es trabajo más precario, gente que lo está pasando peor y sin planes fructíferos de desarrollo». ¿Y qué propone? «Cambiar el modelo de desarrollo, tenemos que avanzar con los tiempos. Europa ya exige que el 3% del PIB se invierta en desarrollo y tecnología sostenible, y vamos tarde». Su apuesta 'verde' la lleva a cabo en su día a día: «Siempre que no llueve, voy en patinete eléctrico a trabajar», dice, y es fácil imaginar sus dos rastas y su 'piercing' avanzando sobre dos pequeñas ruedas, la vida al aire libre que busca al pasear con sus perras; la sencillez del planteamiento frente a la complejidad de defender otra política posible.
A veces pasear es un gesto que no tiene más trascendencia. «Es lo que me gusta hacer», dice como si hacerlo a diario no definiera una forma de vida. Sonríe ante el comentario: «Esta foto es muy representativa de mí, es mi día a día», confiesa, porque cuando tiene «un huequito» coge a sus perras –sus peludas, las llama– y se van a pasear. ¿Por qué? «Porque me encanta», dice. «Vivo en Tanos y aunque es zona urbanita, estoy en Viérnoles y puedo subir hacia el Dobra», espacios abiertos y naturales que permiten encontrar la paz con la golden retriever y una labrador. Los nombres tienen su historia: «'Kala' es sinónimo de Shiba, la diosa hindú, y 'Niobe' es un nombre de la mitología griega», dice. La foto que acompaña este reportaje no está tomada en sus lugares habituales de paseo y evidencia cómo la candidata adecua la agenda política sus costumbres y sus afectos. En esta ocasión, el paseo se da en el parque de Bezana, donde esa tarde tenían un acto del partido y que sirvió de escenario para evidenciar la vida que acompaña a la candidata de Unidas Podemos.
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