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El último enero fue el segundo más cálido en la serie 1961-2024. Noviembre, el octavo. En octubre, los 37 grados de Treto supusieron un máximo histórico (algo que también pasó con la temperatura del agua). El verano pasado, en Santander, se alcanzaron los 41 ... grados. Otro récord. Y a nivel nacional, más de lo mismo. Cuando la Aemet resumió 2023 lo calificó como el sexto más seco y el segundo más cálido. No sólo eso, «los nueve años más cálidos de la serie –especificaban– pertenecen al siglo XXI». Son datos. Mezclados con alertas por viento, fenómenos costeros, sequías alternadas con lluvias torrenciales... Y todo muy seguido. La máxima del sábado en Cantabria fueron 14,3 grados. Ayer, 23. «Se nota que las anomalías son más altas y los cambios más frecuentes en este siglo XXI que hace sesenta años. Hay una tendencia gradual de eventos extremos. Sobre todo, de temperaturas altas.
Cada vez es más frecuente eso de que 'tal mes es el más cálido (o el segundo o el tercero, que es mucho) de la serie'. Y también, aunque en menor medida, que 'tal mes es el más seco'», confirma el delegado territorial de la Aemet, José Luis Arteche, tirando de los resúmenes mensuales que preparan. Ojo, no es anormal que un día entren fuertes vientos y al día siguiente no, o que cambien las temperaturas. En absoluto. «Inundaciones o sequías ha habido siempre». Pero sí se constata que las anomalías y los cambios son más frecuentes ahora. «Tener temperaturas anómalas en febrero hace que la dinámica de la atmósfera no sea la que debería ser. Se generan situaciones atmosféricas inusuales y eso se traduce en mayor variabilidad», explica José Manuel Gutiérrez, director del Instituto de Física de Cantabria (IFCA).
25,5 grados
Fue la temperatura máxima registrada en enero en la región. Fue el día 28en la localidad de Terán.
2,1 grados
estuvo la temperatura media del pasado mes porencima del promediode un mes de enero.
La fórmula es simple: más calentamiento, más inestabilidad, más cambios. «Esto es lo que nos espera, está en la hoja de ruta», señala desde el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU.
Partimos de una premisa. No es que un episodio concreto de primavera adelantada como el de estos días –o uno de lluvias torrenciales o de vientos– esté directamente ligado al cambio climático. Que no sean fenómenos cíclicos, que no haya otras causas o que no haya pasado otras veces. Pero sucesos así, que tienen consecuencias, son «cada vez más frecuentes» y lo serán más. «El calentamiento es cada vez más intenso y eso hace que todo sea más inestable y más variable». Esa variabilidad es lo que más llama la atención de estos días aquí. Cambios bruscos de temperatura (este fin de semana llamó la atención) o la sucesión de fenómenos muy cambiantes en lo que llevamos de año. Gutiérrez insiste: a más inestabilidad, más cambios.
«La intensidad del calentamiento –explica– va creciendo. El ritmo no es paulatino. Y eso incide en la inestabilidad y en esos cambios. No quiere decir que un escenario concreto se explique sólo por el calentamiento, pero el escenario general es ese. De manera no exacta, estos fenómenos están alineados con lo que se espera que pase. Están en la hoja de ruta que ya está marcada desde hace años».
Gutiérrez se ayuda de ejemplos y de situaciones prácticas para explicarlo. Dice que las suradas de estos días tienen que ver, pongamos, con borrascas, pero que unidas a un fenómeno de temperaturas extremadamente altas en esta época, inciden en que todo sea más variable. Que se produzcan tantos cambios.
«No es que todo se explique por el cambio climático, pero a las variables normales de siempre se suman las que sí se explican por eso, que suman siempre en la misma dirección: la de incrementar. A lo que era habitual debemos sumar esto, que va siempre en el mismo sentido. Ahora tenemos a un nuevo jugador en el campo y es uno que mete goles por la escuadra todo el rato». Insiste: «no todo es cambio climático, pero sí está en todo y empuja siempre en la misma dirección». La conclusión es más fenómenos extremos y, especialmente, el aumento de las temperaturas medias.
«Y esto, a futuro, es lo que nos espera más a menudo, lo que va a pasar todo el rato».
Conviene en este punto recuperar el resumen de enero de la Agencia Estatal de Meteorología en Cantabria. «Resultó –especificaban– un mes muy cálido, con 8,3 grados de temperatura media registrada en la región. Esta cifra está 2,1ºC por encima del promedio de este mes, −anomalía más acusada en comarcas del sur y algún valle interior− y lo sitúa como el segundo enero más cálido de la serie 1961-2024». Calor y también poca lluvia. «Resultó seco en promedio. Se recogieron 79,7 litros por metros cuadrado de lluvia, que equivale al 57% de lo esperado». ¿Y nieve? Prácticamente nada.
Aquí, el director del Instituto de Física recuerda un estudio que hicieron hace ya veinte años (una franja adecuada para analizar tendencias). Ya indicaban que la curva de la nieve (el número de días de nevada) en las altitudes mayores y menores en el norte estaba cayendo. «Hay años que varían. Claro que el año que viene puede nevar más que este y ser un año de nevadas, pero la tendencia es esta. Podemos asegurar que, en un promedio de diez, cada vez habrá menos años en los que haya nieve y más como está siendo este. Va a ser común», Y le sirve el ejemplo de la lotería: «Te puede tocar, pero cada vez va a ser más difícil que toque».
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