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Conchita, con mascarilla, en el salón del piso en el que vive en Nueva Ciudad. Luis Palomeque

«No me podía morir porque tengo a mis hijos y nietos repartidos por todo el mundo y me necesitan viva»

RELATO COLECTIVO DE LA PANDEMIA ·

Conchita Roque es vecina de Torrelavega y venció al covid tras ser diagnosticada como irrecuperable | Este reportaje forma parte del suplemento '2020. El año del covid' que se publicará el próximo miércoles, 30 de diciembre, con El Diario Montañés

José Ignacio Arminio

Torrelavega

Viernes, 25 de diciembre 2020, 08:22

Simpática y coqueta, a la par que sencilla. Así es Conchita Roque, de 84 años, vecina del barrio de Nueva Ciudad (Torrelavega), que fue noticia en mayo porque superó el coronavirus después de haber sido diagnosticada como irrecuperable en el Hospital Sierrallana, en el que estuvo ingresada casi un mes. «Yo no me podía morir porque tengo a mis hijos y nietos repartidos por todo el mundo y me necesitan viva», explica esta cubana de padres canarios, que nos recibe en el piso de alquiler en el que vive sola y deseosa de alcanzar su próxima meta: conseguir las ayudas de la Administración que le permitan cubrir las necesidades básicas para seguir en España.

Seis meses después de vencer al covid-19, Conchita se muestra orgullosa de encontrarse tan bien para la edad que tiene. «Tengo la mente clara, todo bien», afirma, aunque reconoce que sufre algunas secuelas de la enfermedad: «Todavía me queda cansancio en las piernas, se me cayó mucho el pelo, he perdido fuerza en las manos y también tengo un poco de insomnio».

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Tiene seis hijos y uno de ellos, Miguel Antonio, que tiene una discapacidad «en el cerebro» tras sufrir una enfermedad de pequeño, es quien mejor la atiende. Él vive con una hermana y todos los días va al piso de su madre a hacer la comida, limpiar... «Es muy dispuesto, me trata como a una reina», asegura Conchita, que pasa muchas horas sentada en el sofá viendo la televisión, aunque también sale a pasear.

Ella dice que es un ejemplo de que «resistir es vencer», por lo que le ocurrió en el hospital, y de que «el hombre propone y Dios dispone», por lo que le está ocurriendo en la vida. «Yo vivía bien en Cuba –explica–, lo tenía todo: mi casa, mi pensión... Vine a Cantabria a ver a mi hija y mis nietos, y cuando iba a regresar, ella me animó a que me hiciese un chequeíto médico. Eso lo cambió todo». La octogenaria indica por qué: «Para mi sorpresa, porque yo me encontraba bien, el doctor me dijo que tenía un tumor junto al corazón y que me tenía que operar de urgencia. Al final me operaron, a corazón abierto, el 12 de marzo de 2017 y no pude regresar a Cuba. La operación fue una maravilla, ni me enteré, pero después tuve tres colapsos y el marcapasos me molestaba».

Conchita quiere dejar claro este asunto, que es el que más le preocupa ahora, dado que está pasando «mucho trabajo» por esta «crisis terrible» que estamos sufriendo. «No pude regresar –añade– porque tenía que seguir el tratamiento médico y se me pasó el tiempo. A los dos años y dos días pierdes todo si no regresas a tu país, así que empecé a solicitar ayudas aquí, porque ya tengo la residencia española, pero no me han concedido ninguna, sobrevivo gracias al apoyo de Cruz Roja y Cáritas».

«Me operaron de corazón y no pude regresar a Cuba. Lo perdí todo y ahora me conformo con que me ayuden a pagarel alquiler del piso»

Tiene un cajón lleno de «papeles» que acreditan esa lucha con la Administración. Incluso contactó con su admirado Miguel Ángel Revilla a través de las redes sociales, pero sin suerte. «Dicen que no tengo derecho porque soy mayor de 65 años y eso es injusto. Yo no pido tanto. Me conformo con que me ayuden a pagar el alquiler del piso. Para lo demás ya me arreglo, llevo una vida muy sencilla», afirma.

Al hecho de no poder regresar a su país se unió el estallido de la pandemia, algo que todos los responsables políticos «sabían en enero», pero «no pensaban que iba a ser tan grave». Ella cree que se contagió en una de sus visitas a la sede de Servicios Sociales, cuando otro usuario estornudó cerca de ella y entonces «ni siquiera teníamos mascarilla». La ingresaron en Valdecilla, con pocas esperanzas por su edad y por sus patologías previas, pero su buen ánimo la ayudó a seguir adelante. «En uno de los cambios de habitación me tocó una compañera con un poco de depresión y yo le daba ánimos. Las enfermeras estaban encantadas conmigo, decían que siempre tenía la sonrisa puesta, tan coqueta y arreglada. Desde aquí le digo a la gente que no deje de luchar, que se puede vencer al coronavirus», resalta.

Del hospital también recuerda la adaptación de la canción 'Resistiré' que le dedicó un consuegro y que hizo que «se les saltaran las lágrimas hasta a los médicos». Es su cantante favorito, junto con su también admirado Nando Agüeros. Del trato recibido en Sierrallana no tiene más que palabras de agradecimiento para médicos, enfermeras, celadores... Tampoco olvida a su doctora de cabecera, que «me vino a visitar a casa, siempre tan cariñosa y amable».

Y es que, si no fuese por su problema económico, en Cantabria vive «como si fuera una divinidad». Conchita presume de buena relación con todos sus vecinos, especialmente «unas señoras que son como hermanas». «Son muy amables, me han ayudado mucho», concluye.

* Este reportaje forma parte del suplemento '2020. El año del covid' que se publicará el próximo miércoles, 30 de diciembre, con El Diario Montañés. Sus páginas recogen las vivencias de cientos de lectores que este año se han asomado a El Diario para contar su experiencia tras la irrupción del coronavirus.

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