La mortalidad por covid se reduce un 72,3% en las residencias respecto a la primera ola
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De marzo a junio del año pasado murieron 141 personas en centros de mayores y de dependencia, por las 39 que lo han hecho tras la vacunaEl 17 de marzo del año pasado se detectó el primer positivo en una residencia. Diez días después, eran 142 los usuarios infectados. No tardaron en llegar las muertes. Los centros de mayores han sido el eslabón más frágil de la pandemia. Han ... sufrido las consecuencias más duras de un virus desconocido por entonces, al que las autoridades sanitarias nacionales restaron importancia en un primer momento. Por fortuna, la situación ha cambiado y, lo más importante, la mortalidad se ha reducido considerablemente. La bajada es de un 72,3% con respecto a la primera ola, y de un 64,2% con la segunda. Aún así, hasta ayer –según los datos facilitados por la Dirección General de Políticas Sociales– se habían registrado 39 muertos en la tercera oleada, ya con la vacunación prácticamente concluida por completo.
Las cifras son esperanzadoras, mucho más si se comparan con las de los primeros meses. Servicios Sociales delimita la primera ola entre el 14 de marzo y el 22 de junio. En este tiempo murieron 131 mayores en residencias y otros 10 en centros de dependencia. En total, 141. Un guarismo elevado, sobre todo si se compara con el número de fallecidos totales por covid que había por entonces en la región: 209. En términos porcentuales, el 67,46%. «La primera ola nos atropelló, no sabíamos a qué nos enfrentamos ni qué teníamos que hacer. Fue un drama. Muchos profesionales cayeron de baja y otros directamente la pidieron e incluso abandonaron las empresas por miedo a contagiarse», explica Rubén Otero, presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia en Cantabria.
La situación se normalizó a partir de mediados de mayo y fue tranquila durante todo el verano, ya que las residencias consiguieron mantener a raya el virus. Esperaban la llegada de la segunda ola para el invierno, pero se adelantó. A partir de octubre comenzaron a brotar nuevos positivos y con ellos regresaron las muertes. En este segundo envite, que Servicios Sociales contabiliza hasta el pasado 3 de enero, 109 mayores murieron en una residencia. Una cifra que representa el 56,7% de los 192 fallecidos registrados en la región en ese periodo. La cifra global de decesos hasta el momento, sumados la primera ola y la segunda, ya era de 401.
Todo cambió cuando llegó la vacuna. El 27 de diciembre comenzó a administrarse la primera dosis y la semana pasada ya estaban la mayoría de centros vacunados. Sólo faltaban «algunos flecos» en los que habían sufrido brotes entre el primer pinchazo y el segundo, y en los profesionales que se arrepintieron y rehusaron en un primer momento ser inmunizados. «Desde que comenzó la campaña, la tasa de fallecimientos ha bajado de manera radical. Somos optimistas. Salvo que venga un cepa especialmente dura, la situación está controlada», afirma Julio Soto, director general de Políticas Sociales.
Aun así, se han seguido registrando muertes por covid. En concreto, 36 en residencias y 3 en centros de dependencia. La primera semana de comenzar a administrarse los viales hubo una, cinco la segunda, seis la tercera, trece la cuarta –la más letal, entre 25 y el 31 de enero–, cinco la quinta, cuatro la sexta y la séptima y uno la octava. Puesto en perspectiva, estos 39 fallecimientos suponen el 34,7% de los registrados en la región en lo que va de tercera ola.
Lo más positivo es que el descenso de la mortalidad en cada una de las tres olas es exponencial. Sin embargo, más de la mitad de los muertos por covid, que hace un año desembarcó en la región –el primer caso se detectó el 29 de febrero de 2020–, fallecieron en residencias o centros de dependencia. De los 519 decesos actuales, 289: el 55,6%.
«El motivo del descenso es claro: mejor asistencia sanitaria, mejor conocimiento de la enfermedad y, sobre todo, que el virus en esta tercera ola ha sido muchísimo menos letal», afirma Gema de la Concha, presidenta de Lares Cantabria y gerente de la Residencia San Cándido de Santander. «También añadiría que, de julio a septiembre, las residencias hemos trabajado en la creación de un protocolo exhaustivo de atención sociosanitaria con Salud Pública, el Servicio Cántabro de Salud y la Consejería de Políticas Sociales», apostilla. «Y hay que reconocer que se han hecho barridos sistemáticos de PCR en esta última ola, unas pruebas que durante las anteriores fueron más escasas, especialmente en la primera», recalca Julia Gurruchaga, directora Ejecutiva de Grupo Pro Maiorem, que integra en Cantabria a cuatro residencias y tres centros de día.
Hay dos datos que llaman la atención por encima del resto en las residencias y centros de dependencia: el 13,8% de los usuarios que desarrollaron la enfermedad, acabaron muriendo. En cifras, 289 personas de las 2.080 a las que han diagnosticado covid hasta ahora. Las estadísticas que cada día actualiza el Instituto Cántabro de Asuntos Sociales (Icass) revelan otro crudo número. La tasa de mortalidad, es decir la relación entre el número de decesos y el de personas usuarias de residencias de y centros de atención a la dependencia –en 2020 había en Cantabria 6.187–, se situó en el 4,67%.
El Gobierno, además de la vacunación, con la que está especialmente «esperanzado», cita otros factores. «Hay muchos, pero creo que los dos centros covid han sido determinantes, el de Meruelo y el de Suances. Gracias a ellos pudimos sacar de las residencias a los usuarios y trabajadores positivos y así evitar en mayor medida los brotes», considera Soto. «También querría destacar el trabajo riguroso que han hecho los propios centros asistenciales. Los protocolos de actuación han ayudado y ha sido primordial la concienciación de todos los trabajadores a la hora de extremar las precauciones para no contagiarse», recalca.
El objetivo es recobrar cuanto antes la normalidad y no repetir los trágicos números del año pasado. De las 396 personas mayores que murieron de covid en 2020, 248 tenían por domicilio una residencia. Esto es un 62,63%. O, lo que es lo mismo, dos de cada tres, según el último informe de 'Mortalidad de Personas Dependientes' publicado por la Dirección General de Políticas Sociales.
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