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Allí estaban los dos, sentado uno frente al otro, 30 años después de pelear por la Alcaldía de Santander y dos décadas más tarde de enfrentarse en los tribunales. Santiago Pérez Obregón y Juan Hormaechea, dos figuras irrepetibles de la historia política y judicial de la región, distanciadas por el proceso que culminó con la condena de seis años de prisión para el expresidente cántabro, se volvieron a encontrar en 2013 para recordar aquellos primeros años de política municipal en democracia. Y fue entonces cuando Pérez Obregón, con esa personalidad «afable, entrañable y cariñosa», el que derribó ese muro con Hormaechea a golpe de poesía.
Quienes estuvieron allí recuerdan cómo se levantó después de la comida y le dedicó al exalcalde de Santander unos versos de Neruda. Hormaechea, sorprendido, le replicó de memoria con otros y Obregón, entregado ya al duelo poético, abrió su cartapacio, sacó un libro del escritor chileno y encadenó poema tras poema para terminar de enterrar las viejas cuitas entre ambos. «Habían vivido momentos muy tensos entre ambos, pero Hormaechea le tenía un respeto personal brutal, era imposible ser enemigo de Santi», recuerda Antonio Lombardo, compañero suyo en el PSOE y en el Ayuntamiento de Santander.
Pérez Obregón, juez, político, amante enfervorecido del teatro, apasionado de la tauromaquia y abogado, falleció ayer en su residencia de Santander a los 77 años tras una larga enfermedad. Su funeral se celebrará esta tarde (18.30 horas) en la iglesia de los Redentoristas, de Santander. Una pérdida que deja huérfana a la judicatura de Cantabria y resucita recuerdos en la vieja guardia de aquel PSOE que luchaba de tú a tú con Alianza Popular por gobernar en la capital y en la región en la década de los 80. Los libros de historia también le recordarán por formar parte del primer Gobierno autónomo de Cantabria (1982-1983), presidido por José Antonio Rodríguez, como consejero de Trabajo y Sanidad.
También le echarán de menos en los grandes y pequeños escenarios teatrales de la región. Como recuerda la productora y actriz Sandra Bedia, su afición le llevó a ser uno de los espectadores de la primera obra representada en la sala independiente El Principal, hace ya cuatro años. «Vino a ver la versión de 'El malentendido' de Albert Camus, y luego repitió más veces, se atrevía a probar algo tan distinto y experimental como era aquello entonces», destaca.
El magistrado santanderino, nacido en 1941 y licenciado en Derecho en la Universidad de Salamanca, participó en los capítulos icónicos de la historia jurídica de la región. Durante los treinta años que ejerció como abogado –profesión que no dejó de lado incluso en su etapa de concejal en el Ayuntamiento de Santander– defendió los casos que más portadas llenaron en los periódicos. Pérez Obregón fue el abogado del famoso 'mataviejas', José Antonio Rodríguez Vega, que acabó con la vida de 16 mujeres a finales de los años ochenta. «Su defensa era prácticamente imposible porque todo le acusaba. Me enfrenté al proceso como si fuera un caso más; su dificultad jurídica era relativa», recordaba años después.
No fueron pocas veces las que algunos compañeros en el PSOE le preguntaban cómo podía ayudar a ese tipo de personas. «Él siempre buscaba la parte positiva de todo el mundo. Siempre nos decía que cualquiera tiene derecho a una defensa y que todos tenemos algún valor en el interior», recuerdan varios dirigentes socialistas de la época.
También fue protagonista de otro hito en los tribunales de la región. Como abogado del asesino de la calle del Carmen participó en el primer juicio con jurado popular en Cantabria, un sistema que siempre defendió. «Mi experiencia es que los jurados legos se toman muy en serio y con gran responsabilidad la tarea de juzgar y el resultado no difiere mucho del de un tribunal técnico», explicaba años más tarde, recordando asimismo cómo sudó durante aquel juicio por la
falta de ventilación en la sala. El salto a la magistratura lo dio en 1998, cuando el PSOE le propuso en la terna de candidatos que aprueba el Parlamento de Cantabria para entrar en el Tribunal Superior de Justicia. Allí, como presidente de la Sala de lo Civil y Penal, lidió durante trece años con algunos de los asuntos más relevantes de la política de la época, como el proceso contra Francisco Javier López Marcano por El Soplao, o el de Revilla contra Ignacio Diego por el PSIR del Bojar. Y allí también fue donde se reencontró con Hormaechea.
Pérez Obregón ejerció como abogado de la acusación en el sumario del 'caso Hormaechea', en 1994, en representación del constructor burgalés Méndez Pozo. Por este motivo, cuando el Constitucional ordenó la repetición del juicio en 1999, el magistrado, ya en el TSJC, presentó su abstención para no participar en el juicio. A pesar de su complicado desempeño profesional era «un hombre sin enemigos, y eso en una ciudad como Santander es extraordinario», relata la periodista Olga Agüero, que lo recuerda «regalando sonrisas por el Paseo Pereda».
Incluso, no tenía problemas en conversar con familiares de antiguos condenados a los que había mandado a la cárcel, como aquella vez que iba en el autobús por el centro de Santander y se encontró con el hermano de uno de ellos. «Le preguntó cómo estaba y el chico le reconoció que a su hermano había aprendido mucho de aquello, se preocupó por cómo estaba su madre... era pura bondad y alegría», destaca Agüero.
Cuando se jubiló, en 2011, su amigo y consejero de Presidencia y Justicia, Vicente Mediavilla, optó a su plaza en el TSJC, una decisión que levantó tal polvareda política que echó por tierra las aspiraciones del dirigente regionalista, y finalmente fue Paz Hidalgo, la jueza propuesta por el PP, la que sucedió a Pérez Obregón en el Tribunal Superior.
«Es magnífico haber tenido la oportunidad de haber estado en ambos lados. Como magistrado se gana muchísimo en serenidad, en conocimiento, en reflexión... Es muy bueno primero haber estado a una orilla y después en la otra. La soledad del juez es una realidad, pero como lo es también la del abogado», explicaba ya jubilado.
Tras su paso por aquel primer Gobierno autónomo de Cantabria, Pérez Obregón se presentó como líder del PSOE de Santander a las elecciones municipales de 1983, pero no pudo ganar contra un Hormaechea en estado de gracia y su mayoría absoluta. Toda esa legislatura, hasta 1987, compaginó su trabajo en el despacho de abogados con su labor de oposición en el Ayuntamiento, junto a su íntimo amigo Benito Huerta, fallecido hace doce años. «Cuando llegaba al Consistorio daba los buenos días a los funcionarios con grandes voces. Los que estábamos en la planta de arriba trabajando en los despachos decíamos: 'Ahí llega Santi'. Era entrañable y cariñoso», recuerdan algunos de sus compañeros de partido de aquella época.
Su figura era tan relevante que ayer, a los pocos minutos de conocer su fallecimiento, el Gobierno regional envió un comunicado lamentando la «dolorosa pérdida» para la comunidad jurídica y política de la región. No en vano, como miembro de aquel primer Ejecutivo de transición, Pérez Obregón colaboró en construir la normativa jurídica de la actual Cantabria. El Ejecutivo regional resaltó, además, «la sensibilidad social de la que hizo gala en los diversos ámbitos profesionales en los que desempeñó responsabilidades». También lamentó su muerte la vicepresidenta regional, Eva Díaz Tezanos, quien resaltó de él su «honestidad» en las distintas facetas de su vida. «Era una persona bondadosa», añadió.
El Ayuntamiento de Santander también tuvo un recuerdo para quien fuera concejal de la capital cántabra y los miembros de la Corporación guardaron un minuto de silencio durante el Pleno en su memoria. La alcaldesa, Gema Igual, puso en valor su etapa de edil y su contribución al desarrollo de la ciudad.
Pedro Casares, el portavoz socialista en el Ayuntamiento de la capital, a quien Pérez Obregón apoyó públicamente en las elecciones de mayo de 2015, destacó «su compromiso y su contribución a todas las causas necesarias para mejorar la ciudad». «Un servidor público en mayúsculas, que siempre se puso al servicio de los demás», señaló el secretario general del PSOE de Santander, quien también subrayó su «legado diverso, plural y amplio», como lo fue su trayectoria profesional, pero sobre todo, «como un ser humano excepcional, de una brillantez intelectual y una empatía inigualable».
Pérez Obregón, que fue profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y ocupó diversos cargos en el Colegio de Abogados de Cantabria, también fue recordado ayer en esta institución como «un hombre extraordinario por sus valores, con una sólida formación humanista, comprometido con la sociedad civil y con vocación de servicio allí donde ha estado». De hecho, hace dos años, se le hizo entrega de la distinción concedida por la Junta de Gobierno, nombrándole colegiado de honor tras 50 años de militancia en esta organización.
Pérez Obrador deja, por tanto, no solo una herencia jurídica y política de peso en la región, sino un ejemplo de vida, como relatan todos los que han estado a su lado. Incluso Hormaechea le recordará lanzando versos de Neruda al aire, no sólo como un rival en las urnas y en los tribunales.
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