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Julia Cuartas, de El Informal, enseña máscaras a un cliente disfrazado de Joker, uno de los personajes estrella de los próximos días. Javier Cotera

Lo que mueve el terror

Halloween, una celebración ya totalmente asentada en Cantabria, es también un importante fenómeno económico

Álvaro Machín

Santander

Domingo, 13 de octubre 2024, 07:44

Ana echa cuentas. Tiene dos críos y vive en una urbanización cerrada en la zona de Peñacastillo, en Santander. En poco más de dos semanas se juntarán unos cien chavales disfrazados e irán de casa en casa pidiendo caramelos. En decoración, 15,67 euros. En disfraces, maquillaje y complementos, unos 55, «tirando por lo bajo». Y eso que en lo uno y en lo otro aprovecharán cosas que compraron otros años. Quedan las «chuches»: otros 30. Halloween le va a salir este año por algo más de 100 euros. La celebración, guste más o menos, ya no admite debates. Está consolidada. Y mueve mucho dinero. En todas partes y también en Cantabria. Por ejemplo, según Ángel Suárez, empresario de hostelería con negocios de ocio nocturno, es «la segunda noche que más se factura del año después de Nochevieja». En una tienda como El Informal, en Santander, lo tienen claro: «Supera a los carnavales». El 35% de su facturación anual en disfraces llega estos días y en lo que se refiere a caracterización, un 80%. «Es una semana, pero es bestial. Y cada año, más», explica entre máscaras y accesorios Julia Cuartas.

Más y antes. Lo notarán en supermercados, bazares, escaparates de todo tipo, anuncios, ofertas de fiestas... En las plataformas de canales de televisión ya tienen sus especiales con películas de terror. Por supuesto, en los cines. Por ahí van los disfraces más populares. Volverá el muñeco Chucky, los payasos diabólicos, Harley Quinn... Pero «el boom» será el de Joker y el de Bitelchús. ¿Precio? En El Informal, entre 19,99 y 29,99 euros cada uno. Para hacerse una idea, el de la versión chico del personaje que interpreta Michael Keaton estaba el jueves agotado en la tienda por los pedidos recibidos a través de internet (no se preocupen, que iban a recibir muchos más).

Para hacerse una idea

35% de la facturación anual

en disfraces supone Halloween para una tienda como El Informal. En lo que se refiere a caracterización, un 80%. Ya supera claramente al carnaval.

30% más de facturación

en lo que se refiere a la venta de caramelos durante la última semana de octubre que la del mes anterior en Dulces Tía María, en Muriedas.

100,67 euros

se gastará este año una familia cántabra con dos niños en decoración, chucherías y disfraces, teniendo en cuenta, además, que aprovechan cosas que compraron otros años.  

Otros ejemplos. Un bote de 25 mililitros de sangre artificial, desde 1,99. Hay calidades. Eso queda claro con las máscaras. Las hay por poco más de un euro. Pero tienen alguna que sobrepasa los 85. Realismo al detalle y cientos de complementos.

Disfrazarse y salir a pedir golosinas. ¿Truco o trato? En Dulces Tía María, en Muriedas, explican el impacto que tiene Halloween para su negocio en tres vertientes. De entrada, su tienda se llena con detalles, regalos o adornos que preparan ellos y con gominolas, pegatinas o chocolates que varían su presentación (con formas de ojos, de monstruos...). Esa fecha específica (de cara a la noche del 31 de octubre) la facturación sube entre un 15 y un 20%. Un día. Pero las bolsas de caramelos que la gente se lleva a su casa para recibir a las cuadrillas o las que compran los negocios de las inmediaciones suponen que la última semana de octubre aumenten sus ventas en este concepto un 30% respecto a la última del mes anterior.

Más datos

Segunda mejor noche

«Es la segunda noche que más se factura del año después de Nochevieja», explica Ángel Suárez, empresario con negocios de ocio nocturno. Organiza una fiesta en sus locales, con 800 entradas a la venta. «Se vende todo. Garantizado».

Bitelchús y Joker

Todo apunta (más allá de que las películas tengan o no éxito) a disfraces estrella de este año. Lo confirman en la tienda El Informal. Los precios allí para vestirse como ambos personajes oscilan entre 19,99 y 29,99 euros por disfraz.

También hay gastos (tercera vertiente). O inversiones. Porque en Tía María regalan entre 15 y 20 kilos de caramelos y otros productos a los chavales ese día (el año pasado pusieron un cartel en la puerta para que tuvieran que pedirlo en inglés). «Da visibilidad, los niños vienen con adultos que así nos conocen y es una forma de participar nosotros también en una actividad con todos».

De fiesta

Siguiendo con las inversiones, Suárez se gastará entre 1.000 y 1.500 euros en decorar el Rocambole, uno de sus negocios (y eso que aprovechan cosas de otros años). Allí y en el Coppola organizará una fiesta. Sacará estos días 800 entradas –a precios de entre 10 y 20 euros–. «Se venderá el 100%. Garantizado», explica. «Se ha invertido la importancia con el carnaval. Esto es una fecha muy señalada, un día concreto y eso ayuda. En Navidad o carnaval son días distintos, más disperso... De hecho, se factura al nivel o más que los días fuertes de Semana Grande. Hay más noches a lo largo del año en las que llenas la sala, pero Halloween la gente lo tiene marcado y hay más disposición a gastar».

Sobre todo, gente joven, pero no todo. El Rosé, otro de sus negocios, está destinado a un público distinto. También se ambienta, pero de otro modo. «Y también es un día muy bueno. Siendo entre semana se asemeja a lo que puede ser un sábado».

Oferta no faltará. Los conciertos de 'Halloween Live' en Escenario Santander (entradas entre 15,75 y 22 euros), el montaje 'Hotel Fantasma' de Raúl Alegría en el Palacio de Peredo (Viveda), El Palacio encuentado (en La Magdalena, 16 euros)...

No tiene vuelta atrás. Sangre, oscuridad... Los monstruos le van a acosar por todas partes. Seguramente, hasta por el bosillo. Y eso también da miedo.

Una historia de calabazas

Les llaman 'Los calabazos' porque sus abuelos, «cuando la guerra», plantaban calabazas para que no faltara algo en el plato. El padre de Alberto Sierra siguió plantando, pero ya sólo con la idea de regalar alguna en estas fechas a un sobrino pequeño y a los hijos de una amiga. «Por compromiso, por la ilusión». Eran cuatro o cinco. El caso es que el hombre anda pachucho y este año no se puso a ello. A Alberto, que se dedica al herraje de caballos, le dio pena y echó semillas. «Se me fue de las manos. Salieron entre 105 y 120». Ha alucinado. «La demanda es brutal». Le han llamado de muchos sitios y, para no hacer distinciones (que venga uno y se lleve una y otro se lleve un montón), decidió poner un donativo. Le dan entre tres y cinco euros por ellas. A principios de semana ya tenía setenta calabazas comprometidas. El año que viene lo quiere organizar mejor.

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