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Estaba previsto que el pequeño Milan naciera este sábado, que es cuando estaba programado el parto de su madre, Carmen de la Rosa, en Valdecilla. Pero este viernes, aún no había amanecido cuando rompió aguas, la primera señal de que el nacimiento iba a adelantarse. ... Tanto que, aún viviendo cerca del hospital –en General Dávila–, no le dio tiempo a entrar y fue cerca de la puerta principal del edificio 2 de Noviembre donde la mujer dio a luz a las siete y media de la mañana. Acababa de llegar en taxi junto a su marido, cuando se vieron sorprendidos por el precipitado parto. «Al principio las contracciones eran normalitas, pero ya en el taxi empezaron a ser más fuertes y cuando bajé del coche el bebé ya estaba saliendo, ya tenía la cabeza fuera», explica la mujer, de nacionalidad dominicana, en declaraciones a este periódico.
Fue un momento de gran incertidumbre, «mi marido pidió ayuda y enseguida vinieron a atenderme. Se portaron muy bien conmigo», cuenta Carmen desde la habitación en la que comparte las primeras horas con su recién nacido. Casualidades que ocurren, fue precisamente su propia ginecóloga, Mónica González, quien se encontró con la escena cuando entraba al hospital para comenzar su jornada laboral. La hora coincidió con el cambio de turno, en pleno trasiego de entradas y salidas de trabajadores. Por eso, el suceso fue presenciado por muchas personas y se convirtió en uno de los temas de conversación de la mañana, sobre todo porque con este caso ya son tres los nacidos a la puerta del hospital desde abril.Los tres en circunstancias muy similares, aunque las otras dos madres habían tenido un desplazamiento más largo que el de Carmen –una viajó desde Reinosa y la otra desde San Vicente de la Barquera–. Y las dos dieron a luz –una el 8 de abril y la otra el 23 de mayo– en el coche en el que habían llegado hasta Urgencias.
En el episodio de este viernes, la ginecóloga se encontró con la situación de forma casual, igual que le ocurrió al médico Francisco Mateos en el parto en el que nació Derik Esmir el pasado mayo. De camino al trabajo. Y en el caso de abril fue la celadora Mary Ortiz la que cogió entre sus brazos a Ares, el bebé nacido en el asiento del vehículo, y se lo colocó sobre el pecho a su madre, «en una experiencia inolvidable» para ambas.
«Cuando me acerqué estaban con una enfermera que se había parado a atenderlos. La mujer no se podía mover porque ya estaba naciendo el bebé. Estábamos en la calle, así que tuvimos que improvisar porque la situación no era la más cómoda del mundo», explica González. «Pusimos unas chaquetas y nos arreglamos como pudimos. Después de nacer el niño, enseguida llegó un celador con una camilla para meterlos dentro del edificio».
En el momento del parto, la pareja estaba acompañada por una hija mayor de ella, de diez años. «La pobre estaba muy nerviosa porque le ha tocado vivirlo todo. Aún no se ha recuperado del susto. Pero ha ido muy bien», comenta su madre, agradecida porque «muchas personas se quedaron para ayudar. La verdad es que nos han atendido fenomenal. No podemos quejarnos».
Pese a la llegada precipitada de Milan, fue un parto sin complicaciones. Un desenlace que comparte la suerte de los otros tres nacimientos ocurridos en Cantabria este año sin llegar al hospital santanderino. Porque, además de los dos partos similares atendidos dentro de sendos vehículos frente a la puerta de Urgencias, hubo otro en el que ni siquiera dio tiempo a salir de casa. Sucedió el 5 de abril en Reinosa, cuando nació Iker, con solo tres días de diferencia respecto al primer parto asistido en el coche, procedente precisamente de la capital de Campoo.
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