«Las mujeres en la India aún se creen inferiores»
La Charla del sábado ·
Después de 50 años, la Fundación ha conseguido que los intocables no se sientan peores que el resto. Ahora, su objetivo es que las mujeres crean en la igualdad realSecciones
Servicios
Destacamos
La Charla del sábado ·
Después de 50 años, la Fundación ha conseguido que los intocables no se sientan peores que el resto. Ahora, su objetivo es que las mujeres crean en la igualdad realHan pasado 50 años desde que, con 21 años, Anna Ferrer (Essex, 1947) llegara a uno de los lugares más pobres, discriminados y sin esperanzas de la Tierra: Anantapur (sur de la India), donde viven los dalits o intocables y los grupos triviales. La ... convicción y fuerza de la palabra de Vicente Ferrer consiguieron lo impensable, que los intocables «creyeran de verdad que por nacer en determinada casta nadie es superior a otro ser humano. Ya no creen en la intocabilidad». Así lo contó ayer Anna a este periódico, y añadió que en este medio siglo «nunca» ha pensado en «tirar la toalla». Con su pronunciado acento británico habla pausadamente, a pensar de que tiene tanto que contar. «Vicente me dijo que la pobreza extrema tenía solución. Me convenció. Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad, y es nuestra obligación, de aportar nuestro granito de arena para hacer mejor este mundo. Me convenció como hizo con miles de personas». Siempre con su moño y sus gafas de montura liviana, que se hacen transparentes al mirar sus ojos azules, que se siguen emocionando cuando habla de los logros conseguidos en estos años. Ayer Anna concluyó su periplo por España, tras una entrevista con Miguel Ángel Revilla y una charla en la Fundación Botín. «Las cosas van bien, pero no podemos parar. Hay que continuar, tanto en la India, como en España, para poder continuar creciendo y luchando contra las injusticias».
-Cincuenta años. ¿Qué piensa cuando mira atrás? ¿Esta es la evolución que habían imaginado Vicente y usted cuando empezaron?
-Para nada. Cuando empezamos, en el año 69, éramos cuatro personas: Vicente, dos voluntarios indios y yo. Sin fondos. Aquello era un desierto. Anantapur está declara como la zona más seca de India. Con una población en pobreza extrema. Ahora contamos con 2.500 personas, que asisten a casi tres millones de personas de 4.000 pueblos. No me puedo olvidar del fantástico apoyo de los cántabros y de los españoles en general, con 130.000 personas empujando con su ayuda económica.
-Han conseguido hitos tan esenciales como que las mujeres puedan hablar unas con otras, sin la intermediación de un hombre. ¿Hay algo de lo que sienta más orgullosa que del resto por lo que ha supuesto?
-En este medio siglo, de lo que me he dado cuenta es que sólo puede haber desarrollo si cada persona siente que es igual al resto, que no por haber nacido en determinado lugar o en una casta es inferior, con capacidad de tener una vida digna y con acceso a las necesidades básicas. Fue realmente emocionante cuando fuimos conscientes de que lo habíamos logrado, cuando los habitantes de Anantapur nos dijeron que no creían en que las personas de casta superior nazcan siendo superiores a ellos. Oírles decir que antes vivían en la oscuridad de la pobreza y que la Fundación les dio la luz, me hace sentir más que orgullosa. Me hace feliz (se emociona).
-Hace unos años usted misma me contó que una de las asignaturas pendientes del Gobierno indio era la lucha con la violencia de género, que calificó como «brutal en este país». Ante esta situación, crearon la única casa de acogida de las zonas rurales. ¿Ha mejorado la situación?
-El Gobierno siempre avanza. Pero también lo hace la pobreza. Se aprueban leyes a favor de la educación y de las mujeres. Pero el problema es que la India es enorme y hay que llegar a cada rincón. Se necesita más tiempo y más concienciación. Y ahí es donde entramos nosotros. Este es uno de nuestros principales objetivos, y el mío personal. Mi deseo es que dentro de diez o veinte años, las mujeres digan que se consideran iguales a los hombres. Ahora no lo sienten. Han progresado en educación, en nivel socioeconómico, poseen propiedades, pero la eliminación de la discriminación y violencia de género está aún por hacer. Y lo vamos a conseguir.
-Una de las cosas que más le impactó a usted fueron los hospitales públicos, por sus malas condiciones. Tenía claro que había que dar una alternativa a la población. ¿Cómo fue?
-Los hospitales tienen sangre en las sábanas y los enfermos recién operados están tirados en los pasillos. Las buenas instalaciones hospitalarias están en las ciudades grandes. Pero nosotros hemos conseguido que los hospitales de la Fundación (cuatro, y dieciséis clínicas en zonas rurales) sean igual que los mejores privados. En los últimos 20 años han venido los mejores médicos de España a formar a nuestros profesionales. Una anécdota: hace poco, uno de los grandes traumatólogos españoles estuvo en Etiopía, ayudando al Gobierno a montar un servicio de Traumatología. Me contó que sus patologías y problemas son similares a los de Anantapur. Fíjate cómo será el nivel de nuestros médicos que me habló de que nuestro equipo fuera a Etiopía para formar al de allí. Si pasara, sería algo increíble.
-Sin educación no hay futuro. Cuando ustedes empezaron no había niños escolarizados y a las universidades públicas les pasaba lo mismo que a los hospitales. ¿En qué situación se encuentran ahora?
-El problema es que el nivel de enseñanza es muy bajo y cuando salen de la universidad los estudiantes no tienen ni conocimientos ni habilidades para encontrar trabajo. Por ello, nosotros hemos creado escuelas técnicas. Destaca la Escuela Profesional de Lenguas (tenemos cuatro, con 200 chicos), en la que enseñamos a los universitarios o bien inglés, español, francés o alemán y a todos informática básica, durante un año. Llegan a obtener un nivel similar al B1, que es muy bueno. El 80% consigue cada año un buen trabajo, con un buen sueldo, con el que ayudar a sus familias.
-¿Qué retos quedan por delante?
-Estamos avanzando y llegando a nuevas zonas que socialmente están como en Anantapur hace 30 años. ¡Imagínate lo que queda por hacer! Además, esta zona de la India es de las más secas y están muy preocupados por si en un futuro los campesinos podrán vivir de la agricultura. Así que la lucha contra la sequía es muy importante. Otro sector de la población, muy abandonado, es el de las personas con minusvalías. Hay que luchar porque ellos también puedan decir que existe la igualdad entre los hombres. Y, por supuesto, las mujeres. Tienen que sentirse igual que los hombres, no inferiores a ellos. Así, se podrá luchar de verdad contra la violencia de género.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.