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El Museo Marítimo del Cantábrico (MCC) es un museo vivo en el sentido literal y no metafórico: sus sistemas de energía están en marcha 365 ... días al año porque parte de sus valiosos fondos colean y comen, todos los años, por valor de unos 8.000 euros. El Marítimo es el lugar más visitado de Santander si hay que atender a los números oficiales (casi 132.000 personas lo recorrieron el año pasado) pero no por ello se duerme: la institución trabaja para echarle el anzuelo a «nuevos públicos» en 2019 y, desde enero, grupos de unas 20 personas podrán recorrer los sábados por la mañana áreas concretas en una visita guiada y gratuita.
A la instalación también llegará la música con el programa 'Música en el museo'. Este se une a los que ya existen sobre cine, a las tertulias monográficas («que ya se van consolidando») y a Marearte -la actividad que une la pintura con el mar y tiene vertientes para adultos y para niños- y que se lanzará ya como una propuesta independiente en 2019. Este será año de más novedades. Pero el director del centro, el biólogo Gerardo García-Castrillo, se las guarda en la manga hasta que sean anunciadas en breve por el Gobierno regional, del que depende el centro.
Las exposiciones temporales merecen capítulo aparte. Para el año entrante se han diseñado tres: una que abrirá en febrero para enseñar los importantes fondos cartográficos que se custodian, otra del Ministerio de Defensa que conmemora a Magallanes y otra, para fin de año, de un ilustrador de barcos. También continuarán las citas gastroculturales denominadas 'Gastromar' y el plan 'El Museo sale del Museo' con el que sus responsables se acercan a otras instituciones (el Ateneo o el Club Náutico) para dar a conocer el MCC en sentido amplio, «tanto nuestro trabajo de conservadores del patrimonio marítimo» como el papel de dinamizador cultural en todo lo que tiene que ver con el mar. Estas iniciativas suelen atraer a una media de unas 2.200 personas al año, señala García-Castrillo.
El grueso de su clientela está en los visitantes independientes, de los que en 2017 sumaron 111.000 de un total de casi 132.000. «Llegar a los 140.000 al año sería nuestra cifra buena», opina el responsable museístico. Aproximadamente un 25% «son repetidores» y el día gratuito (los domingos por la tarde) es el que registra más visitas. Muchas, de «reincidentes».
Otros 17.500 visitantes de 2017 fueron estudiantes, algo que supone un reto para el museo, que ha detectado a lo largo de 2018 una «preocupante» bajada de las visitas de escolares, que «será analizada con los docentes», avanza su máximo responsable porque «puede deberse a que el centro se ha convertido en un recurso educativo agotado». El museo lleva quince años con las mismas exposiciones, cuando los expertos estiman que éstas deben renovarse cada diez años si se pretende que sigan siendo incentivo.
Al tiempo, se estudiará abrir otras convocatorias para los institutos de Secundaria ya que, hasta ahora, el MMC ha recibido sobre todo colegios de Primaria, para quienes se preparan giras a la carta. El acuario de peces, «dimensionado a lo que es esta ciudad» es uno de los grandes atractivos del lugar, de forma que García-Castrillo reconoce que «muchos de los que repiten vienen por él». Se lo toma como «un punto de conexión con determinados públicos que luego nos permite difundir el resto del centro».
Aun así, es consciente de que hay una franja de la población (la que está en la edad entre los 14 y los 30 años) que ahora no está interesada en los contenidos del museo «y hay que buscarles» utilizando sus códigos «que hoy en día son muy distintos», explica, convencido de que la institución ha de encontrar «nuevas formas de comunicación a todos los niveles», aunque ya utiliza canales como Facebook, Twitter, Youtube (se cuelgan las tertulias desde hace un par de años) o Instagram por medio de una cuenta general de los museos de Cantabria que dependen de la Administración regional.
El año 2003, en que el MMC reabrió sus puertas tras una gran remodelación, tuvo 200.000 visitantes, pero esa cifra no se ha vuelto a alcanzar. En 2016, el centro registró 120.000 visitantes, en 2017 casi 132.000 y se espera acabar 2018 también con una buena cifra.
«Este es un servicio público y debemos ofrecer actividades, porque nuestra obligación es transferir conocimiento», sostiene el biólogo, que agrega que parte de su labor es «ir cambiando conceptos» a la sociedad, que debe entender los museos como un sitio que se conoce y no sólo como un lugar que se ve.
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