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«Esto nunca se ve venir. Te golpea y lo tienes que asimilar. Estamos afectados porque no nos lo acabamos de creer». Los amigos de Nacho Basterrechea, el vecino de Maliaño de 63 años que perdió la vida el martes en Valderredible, en las ... proximidades del mirador de Valcabado (Palencia), en un accidente de parapente, están consternados por el fallecimiento del que consideran «uno de los pioneros del vuelo en Cantabria junto a los hermanos Izquierdo». De hecho, algunos de los que practican este deporte recordaban ayer el precedente de otro de los impulsores de esta práctica, el de Carlos Izquierdo, que murió en 2004 en Grecia en otro suceso cuando participaba en el Campeonato Europeo de Parapente.
«Este tipo de accidentes es atípico, teniendo en cuenta todo lo que ha evolucionado el material y los pilotos. En el 99% de los vuelos no pasa nada porque resuelves cualquier percance. A veces se queda en una lesión o incluso en nada si caes en una zona de arbolado, pero Nacho no tuvo esa suerte y se precipitó sobre una zona de rocas», apuntaba ayer Juan Carlos, uno de sus amigos más cercanos desde hace años y miembro del Club Aire Libre Liébana, al que también pertenecía el fallecido.
Otro de los integrantes de este club, Elio Muhlach, que cuenta con 25 años de experiencia en vuelos, estimaba ayer que el porcentaje de accidentes en este deporte es del «15%», pero en caso de producirse «el 90% son muy gordos». De hecho, él sufrió uno el pasado mes de abril durante una competición en la que se fracturó el hombro por dos partes, se dañó ocho vértebras, tres costillas y un riñón. «Este tipo de accidentes no es habitual, pero se puede dar. Esto es un deporte extremo y te expones, lo que pasa que intentamos minimizarlo al máximo. Pero hay veces que por exceso de confianza apuras más y tienes un susto. Si el accidente lo hubiese tenido 50 metros más arriba, quizá no hubiese tenido problema».
Según relata este compañero, cuando Nacho inició el vuelo se topó con viento cruzado. «Parece ser que una turbulencia le cerró el parapente, pero después de eso puede haber una apertura bastante violenta. Entonces, al estar tan abajo (a unos 150 metros del suelo), no le dio tiempo a solventar esa situación e imagino que tampoco le daría tiempo a tirar el paracaídas de emergencia, con la mala suerte de que cayó en una zona en la que no había vegetación».
Sus amigos describen a Nacho, que también era vocal de la Federación de Deportes Aéreos de Cantabria, como una persona «implicada» y con «una filosofía de vida muy buena». «Quería divertirse todo el rato y por eso volaba. Gracias a él se estaba volviendo a activar la práctica del parapente en Cantabria». Y eso tras unos años en los que dejó de volar por motivos laborales. «Ha hecho de todo: tuvo un estudio de grabación de música, condujo camiones de combustible, dio cursos de parapente para personas con discapacidad... Era muy polivalente, muy activo, 'echao pa'lante' y optimista, y tenía un espíritu que le hacía especial. Se dejaba querer rápido».
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