«Todos somos naturaleza, pero nos hemos desvinculado de ella»
Juan Zamora ·
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ArtistaEl artista Juan Zamora se define a sí mismo como un ser complejo, lo que sin duda proyecta en su trabajo. Biólogo de formación, trata de averiguar cuántas especies de olmo quedan vivas en España y cuántas sufren la enfermedad denominada grafiosis. Expresa sus percepciones ... a través del arte y se vale de las herramientas que va encontrando en los diversos espacios a los que se enfrenta. En este caso, utiliza el recorrido de un escarabajo en una hoja de olmo carcomida y la luz que se filtra por sus agujeros. Fruto de esta simbiosis, crea una serie de notas musicales que conforman una melodía, a la que denomina «el sonido de la enfermedad que padecen las poblaciones de olmos». Así conciencia sobre los 'dolores' de la naturaleza. Juan va descubriendo el mundo mediante sus propios experimentos. Su objetivo, esclarecer las aristas de la realidad. Una intervención inusual, original e innovadora, que se puede ver en la casa gótica de Mazcuerras, dentro del Festival de Arte en el Pueblo, Aselart, que se organiza cada verano en el municipio.
-Su intervención se basa en una enfermedad de las poblaciones de olmo denominada grafiosis. ¿En qué consiste?
-Grafiosis significa enfermedad gráfica, porque hace referencia a los dibujos que realizan los escarabajos y las larvas en su recorrido por las hojas de los árboles infectados. Es, por tanto, el dibujo como enfermedad. Empleo los agujeros en las hojas para hablar de la pérdida.
-Y la luz.
-Sí, he cubierto las ventanas de la casa gótica con hojas de olmos enfermos que localizó Paula Andrés (artista y organizadora de Aselart) en Mazcuerras. Quería que se encargara de recoger las hojas alguien del pueblo, que mantuviera un vínculo con el paisaje y el entorno. Al tapar las ventanas con estas hojas, la luz del sol tiene que atravesar el cuerpo enfermo del olmo para entrar en la sala. En la parte de arriba del edificio, hice agujeros en las ventanas en forma de estrellas, siguiendo el recorrido de los agujeros de las hojas. A determinada hora de la tarde, la luz que atraviesa uno de estos huecos proyecta el cielo dentro de la sala, que se convierte en una cámara oscura y que va cambiando en función de la hora que sea. Es una intervención en cotinuo cambio y movimiento.
-¿Cómo si atrapara el cielo?
-Es como meterlo dentro de la sala a través del agujero hecho por un escarabajo y toda la sala está cubierta por el cuerpo del olmo. La obra surgió a partir del espacio, por eso se trata de una intervención en el paisaje. Decidí lo que iba a hacer in situ, adaptándome a lo que había y con las herramientas de las que disponía.
-Ha creado incluso una partitura musical basándose en el recorrido de los insectos sobre la hoja. ¿Cómo suena el olmo enfermo?
-La idea primigenia era utilizar estos agujeros como notas musicales. Coloqué las hojas carcomidas en una caja de música y las notas son bastante agudas, como gotas de agua. Cada sonido representa lo que ya no está. Transmito la idea de que hay una pérdida de biodiversidad y hago llegar esta problemática a la gente de una manera diferente. Busco también que las personas empaticen con el árbol; que salgan de la sala cuestionándose las cosas.
-Tendemos a separar las disciplinas en compartimentos estancos. Sin embargo, usted realiza una simbiosis entre naturaleza, música y arte.
-Para mí el arte no tiene disciplinas. Se puede crear con cualquier cosa. Intento hablar de un problema medioambiental desde la poesía que me permite el arte e invito a la gente a sentir la enfermedad desde otro lugar que no sea el dramatismo. Subrayo la entidad sobrenatural de las hojas de los árboles cuando son traspasadas por la luz. Esta experiencia forma parte de un proyecto más amplio que estoy llevando a cabo para averiguar cuántas poblaciones de olmo hay todavía sanas en España.
-¿Cuál es la relación del ser humano con la naturaleza y cúal debería ser?
-No creo que haya que separar ambas cosas. Todos somos naturaleza, pero nos hemos desvinculado de ella. La hemos alejado de las personas y no la comprendemos. Parece que un árbol ya no es parte de nosotros, pero debemos volver a conectar.
-Aselart, el Festival de Arte en el Pueblo, apela directamente a la relación del ser humano con la naturaleza, así que le va como anillo al dedo.
-Sí, por eso me ha llamado Paula. Conocía mi trabajo y pensó que podía aportar algo al contexto. Me interesan mucho este tipo de iniciativas que trasladan el arte a los pueblos, más que a los grandes núcleos urbanos. Además es una manera de obligarnos a visitar estos lugares si queremos disfrutar de la obra de arte.
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